Monseñor Gualberti pidió la unión de todos para que este "iniciar de nuevo" deje de lado los rencores y se asiente en el amor de Dios. Advirtió sobre los riesgos que padecen los extranjeros que buscan una mejor condición de vida

25 de octubre de 2020, 8:54 AM
25 de octubre de 2020, 8:54 AM

El arzobispo de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti, convocó a los fieles a la unidad en torno al amor de Dios como el camino más rápido para vencer los falsos ídolos del egoísmo, la prepotencia y el poder. Su homilía de la misa celebrada este domingo en la catedral cruceña estuvo enfocada en el momento poselectoral que vive el país.

Días después de la divulgación del resultado de la votación por parte del Órgano Electoral Plurinacional, Gualberti dijo que "los inicios se presentan muy arduos entre otras razones por el clima de incertidumbre, temor y crispación social", pero también  por la prolongada pandemia, por los incendios, por la crisis económica y la falta de fuentes de trabajo.

A la luz de la palabra de Dios, monseñor anima a los bolivianos para que podamos "hacer realidad ese sueño a condición de trabajar todos unidos por un futuro de esperanza y de bien, y por una Bolivia mejor donde todos, indistintamente, tengamos unas condiciones de vida digna de los hijos de Dios".

Durante la eucaristía dominical que oficia en la Basílica Menor San Lorenzo, Gualberti se refirió a la importancia del amor como parámetro de convivencia entre las personas, como Hijos de Dios. "Una personas que ama no puede hacer otra cosas que querer el bien del ser amado", expresó.

Para encontrarse con Dios y con los hermanos, "el camino mejor y más rápido es el amor" manifestó el arzobispo. Aclaró que es esa misma vivencia del amor lo que permite derrotar a "los ídolos del egoísmo y orgullo, de la prepotencia y del poder, del dinero y las riquezas, ídolos que nos aíslan y se interponen entre nosotros y Dios".

Describe el amor de Jesús como algo que supera las pasiones y afectos que comúnmente se equipara al amor. Propone una adhesión sincera de entrega y servicio a Dios, y a su plan de salvación para la humanidad como forma de participar el amor de Dios.

Sólo de ese modo, "en la medida que Él logra reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia social de paz, de dignidad para todos", proclama Gualberti.

Más adelante hizo un llamado para que, como fieles al mensaje de Dios y como sociedad, no seamos indiferentes ante la tragedia que viven miles de extranjeros que huyen de la pobreza o están en búsqueda de la libertad.

"Las leyes inhumanas de la economía de mercado ponen el provecho y el consumo por encima del hombre, donde miles y miles de personas  están obligadas a dejar la tierra natal y emigrar a otros países en busca de nuevas oportunidades de trabajo y mejores condiciones de vida", dijo el religioso.

La situación de los emigrantes son complejas. "Muchos no logran cumplir con su propósito, algunos mueren en el camino, otros son maltratados y humillados. Los más vulnerables como mujeres y niños caen en las redes de trata y tráfico".

Ante esta situación, el arzobispo clama para "no quedar indiferentes y, armados de valor, luchar en contra del racismo y la xenofobia" que margina y humilla a los humildes. Recuerda el llamado de Dios para construir lazos de amor, comprensión, solidaridad y hermandad entre todos.

Concluye su mensaje planteando que el nuevo panorama que se presenta para el país sea un escenario donde se aporte para que "la esperanza venza al temor, el amor al odio, la reconciliación al resentimiento, la justicia a la venganza, el bien común a la codicia, y el bienestar a la pobreza".