Es uno de los artistas que más vende en Bolivia. Usa la simbología indígena en lienzos, textiles, esculturas y fotografías. Compartió su trayectoria en el programa Aquí Estoy, conducido por Linda González Peppla que se emite por El Deber Radio

28 de enero de 2024, 4:05 AM
28 de enero de 2024, 4:05 AM

Fruto de un amor prohibido, creció jugando con tierra. Acompañó en las ventas callejeras a su padre. Su abuela encendió su inspiración. Mamó de las tejedoras y de la alfarería el arte de transmitir su entorno sagrado.

El hombre de los mil colores sigue trazando su destino. Aunque le llamaron Roberto, de grande deseó ser Uyustus, como el pensador aimara.

Con la sonrisa a flor de piel, agita sus manos y cuenta su historia desde una paleta de oportunidades.

Flotando en el inicio de la emblemática calle Jaen, en La Paz, se cobija en su taller donde trabaja y disfruta de la vida. Según él acaba de cumplir 130 años, pero se lo ve más joven de lo que afirma su carnet. Nacido en Cochabamba, hace 62 años, el “sobrino come-chuño”, de corazón paceño, hoy es referente boliviano. Frente a la plaza San Francisco, en La Paz, un mural gigante le hace honor a su apellido gemelo.

Mira hacia atrás y acaricia una de las obras que lo hicieron más conocido por las alturas. Una figura tallada y colorida que cabe entre sus manos. Un sapo ‘colorinchi’. Lo vislumbraron en los comercios de las poblaciones circundantes al lago sagrado (Titicaca) para pedir lluvia y saciar la sed de la tierra resquebrajada.

Su overol salpicado de manchas y trazos revoltosos, resguarda un abrigo de multicolores como una de sus obras. Sus dedos, sin embargo, están limpios y canta inspirado con la ilusión del primer disco que acaba de salir a la luz.

Achachi carachi del lago sagrado soy.

Las chinas morenas enamoradas del Mamani están.

Achachi Carachi, del Titicaca yo soy.

Las chinas sirenas enamoradas del Mamani están.

Un ser sonriente que atesora en su galería obras de diferentes épocas realizadas con variadas técnicas. El denominador común es la fuerza del color que lo caracteriza y que atrae no solo a su país sino también en otros continentes. Nunca se imaginó ser un artista de exportación. Se recarga en la fuerza de las montañas y en las leyendas del lago sagrado para luego explotar. La pacha y el sol lo acompañan.

Dice ser un Malku en las mañanas volando sobre las montañas que lo inspiran. A mediodía se siente un Chachapuma que trata de desprenderse del ego y salta sobre las llanuras, y en la noche, se sumerge como un Katari en el inframundo de la inspiración.

Sus hijos con nombres de montaña lo esperan en casa para seguir escuchando nuevas historias. Es un trotamundos que lleva el arte boliviano a pasear de vez en cuando a otros hemisferios. Los de allá lo quieren con ellos, los de acá sienten orgullo de su identidad y pertenencia. Mamani, el hombre de los colores fuertes, ahuyenta los malos espíritus y pinta la vida para llenar de alegría a quienes lo disfrutan maravillados.

Deja su mirada en los que vendrán, para devolver la generosa vida que la considera un pasamanos en el tiempo. ¡Jallalla Mamani Mamani!

BIOGRAFÍA

El artista Roberto Mamani nació en Cochabamba-

Sus hijos tienen nombres de montañas: Illimani, Illampu, Amaru y Maya.

UN PINTOR AUTODIDACTA

Ha obtenido premios nacionales que le han permitido creer en su arte. Sus obras han logrado reconocimiento internacional. Grabó un disco y compone una pieza musical por día.

EN DEPORTE

Le gusta jugar al fútbol y ahora juega fulbito.

Sigue el canal de EL DEBER en WhatsApp