El embajador de Bolivia en la OEA aseguró que en este organismo internacional existe la preocupación de que alguno de los candidatos pueda generar violencia después de la votación. El Grupo de Puebla está interesado en la vuelta del MAS

13 de octubre de 2020, 12:01 PM
13 de octubre de 2020, 12:01 PM

El rol de la OEA fue fundamental en las elecciones de 2019; el equipo de observadores detectó irregularidades y documentó el fraude. ¿Qué papel tendrá la OEA en las elecciones de este domingo?
El papel que jugó la OEA en la anterior elección fue determinante, tanto de parte de la Misión de Observación Electoral como la segunda misión que estuvo en Bolivia con el objetivo de hacer una auditoría electoral, que fue la que determinó el fraude de la última elección (octubre de 2019).

Ahora viene una nueva misión, están llegando este lunes (por hoy) y es en condiciones muy distintas por el tema de la pandemia. La OEA ha tenido que elaborar una guía de procedimientos de bioseguridad para la elección y para su propio personal.

Esta es la segunda elección que se va a hacer durante la pandemia, después de República Dominicana (5 de julio); es decir, han adquirido más experiencia. Y están viniendo con el objetivo, al igual que la Unión Europea y el Centro Carter, de observar una elección muy compleja porque hay mucha tensión, mucha fragmentación en el país y ellos tienen que hacer una observación completa de todos los elementos para que esta tenga integridad, para que puedan determinar que se ha hecho en el marco de respeto a nuestra legalidad y a los estándares internacionales.

- ¿Cuáles son las condiciones con las que debe contar esta elección para cumplir con esos estándares? La ONU está pendiente con lo que ocurra por la fragmentación en el país y la violencia durante la campaña.
Ahí está la complejidad. La OEA hace un informe de una elección en general para que el país donde hizo la observación haga las adecuaciones entre una y otra elección. Por ejemplo, dicen: no se puede manejar así el financiamiento de la campaña, el del padrón de electores etc. Acá se da una situación peculiar en la que la elección es a un año de la anterior y, por supuesto, esos cambios en su totalidad no se han podido hacer, porque requieren procesos legislativos, normativos y otros. Ahora se tiene que actuar de acuerdo a lo que hay.

¿Cuáles son los estándares fundamentales? Primero es la confianza de la población en el Tribunal Supremo Electoral, que sea una institución independiente. Yo creo que eso se cumple, que los organismos de observación electoral tienen confianza en el señor Salvador Romero; ese es un punto muy importante.

El segundo es analizar que todo el aspecto técnico, es decir todo el servicio digital o de computación que se utilice en la elección no sea manipulado y, para eso, vendrán expertos forenses que puedan determinar que se está cumpliendo con las normas para el recuento de votos. Tercero, la cadena de custodia, es decir todo el sistema de traslado de votos tiene que ser de acuerdo con nuestras normas legales y las normas internacionales.

Cuarto, las normas de bioseguridad son muy importantes, que se cumpla con la distancia social y con el tipo de organización que requiere una elección en una situación tan difícil de salud como la que estamos viviendo. Así también, que se respeten las normas de propaganda, de no utilizar recursos del Estado, etc. Toda una lista que garantiza que las elecciones sean independientes por parte del Tribunal Electoral y que sean técnicamente respetuosas de la voluntad popular.

- En el caso de las elecciones en Bolivia, ¿el problema es más técnico o político?
El gran problema es político. Es una situación en la que se están viendo todos los antecedentes de tipos de fraude que hubo en la elección anterior, que van desde los dos servidores ocultos hasta muertos que figuraron como votantes. Se detectó la falsificación de actas en las oficinas de la Agetic (Agencia de Gobierno Electrónico y Tecnologías de Información y Comunicación, dependiente del Ministerio de la Presidencia), del INE, del Ministerio de Justicia y de otros ministros involucrados. Ha sido un montaje muy grande y esperemos que todo eso se haya desmontado. Ese es un tema que la OEA tendrá que ver con mucho cuidado, que no queden remanentes de ese aparato de fraude que hubo el año pasado.

Y el problema más sensible, que ya no le corresponde a la OEA, pero es muy grave, es que hay una estrategia del señor Evo Morales de ensuciar esta elección. Están queriendo sacudir el tablero, porque si ven que no tienen posibilidad de ganar, la mejor opción para el señor Morales es desacreditar la elección. 

Por eso, han montado todo un aparato internacional de propaganda para negar el fraude (en 2019), acusar a la OEA de que se inventó un fraude y de que el candidato (Luis) Arce, según la encuesta de la Celag, que es una empresa que no tiene ninguna capacidad para hacer encuestas ni ha tenido presencia en Bolivia, está divulgando internacionalmente la idea de que Arce tendría más del 43% en la primera vuelta. Esa es una estrategia política y es la más delicada porque puede derivar en violencia

- Las encuestas dicen que el resultado será muy ajustado, con alto índice de indecisos y con incertidumbre que puede generar violencia. ¿Cómo se ve esto desde la OEA?
Desde la OEA se ve con preocupación la división y el peligro latente de que cada uno reclame para sí el triunfo si los resultados son muy ajustados. Por eso, la OEA garantiza su independencia, autonomía y su seriedad técnica, que es lo que viene haciendo desde hace más de 30 años en 80 elecciones en la región y es necesario contar con toda esta información y, sobre todo, un sistema de información que les permita recoger el mayor número de actas, para obtener la mayor precisión.

La OEA, tradicionalmente, hace un conteo rápido para ellos, no es un conteo público. Es un conteo que les da una aproximación de lo que ha pasado. Eso, por ejemplo, pasó en Nicaragua cuando Daniel Ortega perdió frente a Violeta Chamorro, que fue igual muy dividida. Ahí fue determinante el conteo propio que hizo la OEA que establecía, aunque con muy poco margen, que había ganado la señora Chamorro. Y ahí tuvo que venir el entonces secretario de la OEA y Jimmy Carter (expresidente de Estados Unidos) a convencer al señor Ortega de que había perdido.

- ¿Cuánto ha menguado la capacidad de la OEA como mediador el hecho de que el MAS no la reconozca como tal?
La OEA sigue siendo el organismo internacional más importante, más viable y con más prestigio para la observación de elecciones. Lo acaban de mostrar en Guyana (junio), donde han estado a punto de ir a una guerra civil y la intervención de la OEA ha logrado apaciguar los ánimos y lograr una transición pacífica de la oposición que ganó la elección.

El tema de observación electoral tiene que ver con una actitud del Grupo de Puebla que está muy molesto con Luis Almagro por su posición respecto a Venezuela, lo consideran un adversario de este grupo ideológico y son ellos los que han lanzado esa andanada de ataques y han utilizado a Bolivia para decir que no hubo fraude.

Si ustedes se fijan, todos los ataques que ha habido ahí están basados en críticas estadísticas y ahora las noticias que se publican muestran que no se trataba de estadísticas, sino de delitos electorales, simple y llanamente. No se puede construir estadísticas sobre datos falsos. Está visto que en oficinas del Estado se llenaban papeletas de voto. Hay más de 50 actas que han sido falsificadas e introducidas en el servidor después de la votación. Hay evidentes elementos de fraude, además de los técnicos que denunció el ingeniero Álvaro Andrade sobre cómo metieron estos dos servidores.

- ¿Cómo está afectando la ideologización para el funcionamiento de los organismos internacionales?
Mucho. Esta ideologización ha fragmentado. En mi experiencia de más de 20 años en los organismos, nunca he visto una polarización como la que existe hoy día. La gran diferencia entre Naciones Unidas y la OEA, es que en Naciones Unidas es un tema más complejo porque la animadversión y la ideologización contra algunos de nuestros países es capitalizada por Cuba y la Venezuela de Maduro que es reconocida en este organismo por los contactos que Cuba tiene en el resto del mundo. Ahí es más difícil.

En la OEA esta relación de fuerzas ha cambiado. Ahí está la Venezuela legítima, la de (Juan) Guaidó, y tenemos un grupo de países, como el Grupo de Lima, Estados Unidos y Canadá que estamos trabajando juntos en un mismo frente por recuperar la democracia. Eso no quita que recibamos todos los días ataques de Argentina y de México, que tienen una actitud especialmente agresiva con Bolivia, están defendiendo a Venezuela.

- ¿Es como una guerra fría de dos bloques peleándose en escenarios multilaterales?
Son dos países, sobre todo Argentina, que está muy ideologizada. El kirchnerismo ha penetrado parte de su política exterior, aunque han estado a punto de despedir a su embajador ante la OEA, pero el kirchnerismo ha tomado esas banderas para que su política exterior sea un frente de batalla que defienda un proyecto regional que se cayó: el foro de San Pablo y ahora han creado el Grupo de Puebla.

Bolivia es una pieza clave para ellos. Primero porque está ubicada en el corazón de Sudamérica y, por lo tanto, para Argentina que triunfe el candidato de Evo Morales es esencial para romper su aislamiento en la región. Segundo, por el financiamiento del narcotráfico a grupos radicales que es esencial para la supervivencia de proyectos autoritarios en la región.