22 de abril de 2024, 4:00 AM
22 de abril de 2024, 4:00 AM

La Central Obrera Boliviana (COB) es el máximo organismo sindical del sector formal del país. La voz de su dirigencia suena más fuerte una vez al año, cuando presenta un pliego petitorio que demanda un alza salarial. El resto del año, a los sindicalistas de esta organización se los escucha cuando son convocados a brindar respaldo político al gobierno del Movimiento Al Socialismo. Ahora estamos en la víspera del Día del Trabajo y hay que sincerar el panorama: la COB ya no representa al grueso de los obreros de Bolivia.

Este 2024 la COB volvió a presentar la demanda de incremento de sueldo del 7% al básico y del 8% al salario mínimo nacional. El argumento es que se pretende recuperar la pérdida de valor adquisitivo, pero resulta que la inflación oficial ha sido del 2,12 por ciento en 2023. Como hace muchos años, la discusión se restringe al ámbito de la COB y del Gobierno. Los empresarios privados, que son los mayores empleadores, quedan al margen y serán obligados a acatar lo que se disponga en la mesa de trabajo.

Sin embargo, la COB ya no representa a todos los obreros del país, ya que ocho de cada diez están en el sector informal de la economía. Eso significa que, o generan sus recursos por cuenta propia, o son trabajadores en negro o están bajo contratos temporales. En todos los casos es muy probable que no reciban el incremento salarial planteado por la COB, porque tampoco aportan para su jubilación ni gozan de seguridad social de corto plazo y menos de aguinaldo. Esa es la realidad.

De acuerdo con los empresarios privados, los sueldos se incrementaron en más del 400% desde que el MAS está en el Gobierno. El oficialismo lo muestra como una hazaña de redistribución, pero lo que ha ocurrido es que se redujo drásticamente el empleo de calidad en el sector formal. En las empresas contratan menos, bajaron los sueldos y están optando por la sustitución de mano de obra por maquinaria. Esa también es la realidad.

La minería cooperativista no resiste una inspección respecto a la calidad de empleo que ofrece: si otorga todas las prestaciones que establece la legislación laboral, si todos sus trabajadores perciben al menos el salario mínimo nacional, etc. Lo mismo pasa en otros sectores de la economía como en el de los cultivadores de coca. Entonces hay una doble moral, porque los dirigentes sindicales demandan incrementos a los empresarios formalmente constituidos, pero miran a un costado cuando se trata de reivindicar a los que trabajan en las cooperativas de estos mismos dirigentes. Son duchos para exigir que el dinero salga del Estado (que es de todos y no es de nadie) o de los privados.

Al Gobierno nacional, conocedor de la realidad económica del país, le toca tener una mirada panorámica y velar por todos los trabajadores del país: los de la economía formal, que son los menos, y los de la economía informal, que son los que tienen mayores carencias.

En el otro lado, si se trata de salir de la situación económica actual de menores ingresos por exportaciones, de escasez y encarecimiento de dólares y, por tanto, incremento de productos básicos, es necesario que el Ejecutivo nacional vele también por la estabilidad del sector privado que puede ser su aliado para el mejoramiento integral del país. En síntesis, toca dejar de pensar en los resultados cortoplacistas y tener una mirada de estadista.