Un hobby competitivo. Un juego educativo que no deja de ganar adeptos en todo el mundo

El Deber logo
15 de mayo de 2022, 16:24 PM
15 de mayo de 2022, 16:24 PM

Se dice que el cubo de Rubik es el juguete más vendido del mundo. Desde que se empezó a comercializar de forma masiva, en 1980, hasta el año pasado, se estimaba que se habían vendido 450 millones de estas piezas. La cifra sigue aumentando cada día.

¿Pero cuál es el origen de este original artefacto? Para eso hay que remontarse a la Hungría de 1974 y buscar a un docente de Arquitectura llamado Ernö Rubik, quien buscaba una forma de demostrar el movimiento tridimensional a sus alumnos. Ernö utilizó madera, bandas de goma y clips, y así nació el prototipo del cubo. Pero necesitaba algún tipo de codificación para darle sentido a las rotaciones que realizaba, para eso utilizó la solución más simple y directa: los colores primarios.

En una entrevista del año pasado, Ernö Rubik mencionó que nunca imaginó que su invención se convertiría en una locura mundial, ni que llegaría a ser un rompecabezas superventas, pero desde el principio supo que había creado algo revolucionario.

Y así, lo que al comienzo funcionó como un instrumento para enseñar geometría a sus alumnos poco a poco fue ingresando a los hogares de las familias, después fue formando parte del pasatiempo de los niños, adolescentes y jóvenes de Hungría y se fue expandiendo a otros países. Luego, además de la diversión de armarlo, vinieron las competencias, campeonatos locales, nacionales y mundiales. La consigna es sencilla: armarlo (o solucionarlo) en el menos tiempo posible. Actualmente hay un campeón indiscutible en todo el mundo: Max Park, estadounidense de ori-gen coreano, que tiene un récord de 6,39 segundos para resolverlo.

El cubo en Santa Cruz

Carlos Olivera tiene 19 años y recuerda que en 2014 llegó a sus manos el primer cubo de Rubik. En aquel entonces su competencia consistía en vencer a su hermana mayor. “Yo veía a mi hermana que lo podía armar y entonces le pedí a mi madre que me comprara un cubo. Luego aprendí a resolverlo y después de vencer a mi hermana yo quedé enamorado del cubo para siempre”, dice Olivera. El siguiente paso fue buscar otras personas en Santa Cruz apasionadas por este juego. En 2015, Olivera dio con la Asociación Cruceña de Cubo de Rubik, que justo se había fundado ese año y organizó el primero torneo local (que sería el primero en Bolivia, también). “Hay una asociación mundial que supervisa y registra todos los campeonatos de los países para que se sigan ciertas reglas, de manera que cuando los competidores realizan un tiempo determinado es avalado a nivel mundial”, explica Olivera.

Las primeras reuniones de la asociación se hicieron en el Ventura Mall, una ‘sede’ que se mantiene hasta hoy.

“Uno cuando empieza se vuelve loco, es muy adictivo”, comenta Olivera. “Al principio solo quería armarlo, cuando lo logré quería hacerlo en menos de un minuto, luego en menos de 30 segundos. Creo que para llegar a un límite de hacerlo en menos de 15 segundos hay que practicar una hora o dos horas diarias, o hasta más, depende los objetivos”, señala Olivera, cuyo récord personal es de 10 segundos en la categoría 3x3, que es el modelo de cubo más popular.

Sebastián Morón tiene 18 años y tenía 12 años cuando estaba en su casa, en Pampagrande, miraba la tele con su madre cuando vio un programa en el que aparecieron chicos armando el cubo de Rubik. Le dio curiosidad ver la habilidad que tenían y rápidamente escribió en Google palabras como “cubo de Rubik” y “Santa Cruz de la Sierra” y lo primero que le salió fue una entrevista a Rodrigo Paz Vaca, un adolescente experto en este puzzle que, en 2017, cuando tenía 15 años, logró batir el récord sudamericano en esta disciplina, con un tiempo de 7,99 segundos en la categoría 3x3. “En la entrevista Rodrigo contaba lo que le costaba, cuánto se esforzaba en esto, y ahí nació mi enamoramiento por este juego”, cuenta Morón. “Cuando uno lo empieza a dominar vienen horas de desvelo, de mucha práctica, de dejar de lado incluso otros deportes”, recuerda Morón.

En una ocasión que vino a Santa Cruz dio accidentalmente con la Asociación Cruceña de Cubo de Rubik, fue a uno de los torneos que organizó y quedó impresionado por la rapidez de los competidores. “Continué practicando en mi pueblo y en 2019 me animé a participar de uno de los torneos y conseguí el primer lugar. A partir de ahí me animé a ingresar a la asociación y conocí a los chicos que había visto en la tele años antes, cuando por primera vez vi el cubo de Rubik”, dice Morón.

Antonio Adorno tiene 18 años, en su caso, él cuanto tenía 11 años veía como sus compañeros de colegio jugaban todo el tiempo a resolver rápido el cubo. En broma le pidió a un amigo que le regale uno para su cumpleaños. Cuando llegó ese día le dio el regalo, que él ya había olvidado. “Yo no le daba mucha bola al cubo, pero mi padre me insistía que aprenda a resolverlo. Así que me puse a ver tutoriales de las diferentes técnicas e íbamos practicando con él. La primera vez que lo armé me tomó cinco minutos y fue emocionante, salí a decirles a mis vecinos que lo había logrado. Desde ahí he ido reduciendo mi tiempo cada vez más”, dice Adorno, cuyo cubo favorito es el Pyraminx, que tiene forma triangular. “Estoy muy cerca de romper el récord nacional en esta categoría”, comenta Adorno, quien ha ganado las últimas competencias en Pyraminx en Santa Cruz.

Adorno dice que no se hubiera tomado tan en serio el cubo de Rubik si no fuera por una experiencia personal que lo marcó: un día en que iba en un taxi sufrió un accidente que pudo ser fatal. “Eso ocurrió saliendo de mi iglesia, y pensé que, si seguía con vida, con mis brazos, era porque Dios quería algo”, relata Adorno. “Cada día soy más fuerte que ayer, y siempre antes de empezar a practicar le digo a Dios ‘por favor, Señor, dame la tranquilidad, dame la paciencia. Y si rompo mi récord será gracias a ti, sino se puede, está bien también’. Pero, de todos modos, nunca voy a dejar de practicar. Todo lo que logré en el Rubik es un ejemplo de superación”, señala Adorno.

Campeón del mundo

Desde 2020, el estadounidense de origen coreano Max Park es el campeón del mundo en la resolución del cubo de Rubik, con un récord absoluto de 5,9 segundos. Este premio lo entrega la Asociación Mundial del Cubo de Rubik (WCA, por sus siglas en inglés), pero Park también es el campeón mundial del torneo que organiza Red Bull, y que entrega $us 40.000. Park actualmente tiene 20 años y tiene autismo. Su gran rival los últimos años ha sido el australiano Feliks Zemdegs, con quien protagonizan el documental de Netflix The Speed Cubers.

Según Carlos Olivera, hay 13 categorías de cubo de Rubik, que además del estándar de 3x3, están el cubo de bolsillo (2x2), otro llamado La venganza de Rubik (4x4), el megaminx (dodecaedro) y varios otros.

Para armar el cubo de Rubik se siguen algunos pasos. El primero es armar una cruz en el centro del color que nos guste más (se recomienda empezar por el blanco), después se procede con otros tres pasos, cada uno con muchos movimientos posibles dentro de ellos. “Todo es con práctica”, dicen los jugadores cruceños.

Cuando se llega al momento del torneo, hay una mesa de control que está compuesta por el delegado de la Asociación Mundial de Cubo de Rubik (en Santa Cruz es Jorge Trigo, quien es uno de los fundadores de la asociación cruceña), y lo que hace este delegado es desordenar los cubos de acuerdo al orden que mandan desde la WCA. “Esas mezclas o modos de desordenar los cubos (que se llaman ‘scramblers’) él las recibe en su computadora, y junto con dos voluntarios del torneo las tienen que realizar tal cual. Así es como el competidor recibe el cubo ya mezclado a través de otra persona indicada para este trabajo, que se llama runner. El competidor debe de estar sentado en su estación, cerca de él tiene que estar un juez. Una vez recibe el cubo, que tiene que estar tapado, el juez debe controlar que una vez descubra el cubo, el competidor tiene 15 segundos para analizarlo. Lo inspecciona y tiene que fijarse cuáles serán sus primeros pasos para resolverlo. El juez va señalándole el tiempo que falta para que inicie, una cuenta regresiva de esos 15 segundos. En su estación tiene un timer (una especie de cronómetro) que se activa cuando empieza resolver el cubo y tiene que apretarlo cuando termina. El tiempo que marca el timer será el tiempo del jugador”, explica Olivera. Entonces, el juez anota ese tiempo en una tarjeta, lo firma él y el jugador.

El cubo de Rubik, además de un pasatiempo muy competitivo, no deja de ser un método de enseñanza especial en la actualidad. “En mi caso, y también en el de Antonio y Sebastián, nuestros profesores de matemáticas nos impulsan a utilizar el cubo porque con él se aplican ciertos conceptos matemáticos en su resolución. Lo que mayormente se relaciona con matemáticas en el cubo son los algoritmos, que son una serie de pasos que si uno los repite siempre van a dar el mismo resultado. Asimismo, nosotros para resolver ciertas partes utilizamos algunos algoritmos, y eso les gusta a los profesores, que utilicemos los algoritmos en algo real, no solo en los números de la pizarra”, explica Olivera.

En la asociación cruceña son más o menos 200 los miembros en la actualidad. La pandemia hizo que se suspendan muchos torneos, algo que empezaron a retomar el año pasado en diciembre, y recientemente, en abril tuvieron uno, que lo llamaron Fast Kids (Chicos rápidos). “En este último torneo participaron 33 personas, y el 3 y 4 de junio habrá uno nuevo”, dijo Olivera.

Los jugadores cruceños comentaron también que la participación femenina, tanto en la asociación como en los torneos siempre ha sido reducida, algo que no se explican. “Algunas veces hemos ido a colegios a hablarles del cubo y en las competencias rápidas que hacíamos sí había presencia femenina, pero después ha sido muy escasa”, dice Olivera. Sin embargo, los competidores cruceños resaltan que en la asociación no hay ningún tipo de exclusión ni por género ni por clase social, ni de ningún tipo. Es más, hacen una invitación a todas las personas que quieran unirse a ellos o que quieran iniciar y aprender el cubo de Rubik a que se contacten a través de sus redes sociales.