La pandemia lo llevó a quedarse sin trabajo y tuvo que ingeniársela para sobrevivir haciendo lo que más le gusta y sabe, cocinar. El talentoso} chef boliviano empezó a vender salteñas en Santiago de Chile y se ha convertido en un boom

25 de abril de 2021, 18:20 PM
25 de abril de 2021, 18:20 PM

Con poco más de 30 años, el chef paceño Ariel Barreto se encontraba en un lugar cómodo y privilegiado, cuando llegó la pandemia de Covid-19. Había vuelto a Santiago, luego de una excelente experiencia personal y laboral en México, y trabajaba en uno de los restaurantes más exclusivos y prestigiosos de la capital chilena. Sin embargo, de la noche a la mañana se encontró sin empleo y sin muchos recursos para sobrevivir. 

Sin familiares cercanos y lejos de Bolivia tuvo que agudizar su ingenio y apelar a su pasión: la gastronomía.

Decidió entonces empezar a vender salteñas, con la incertidumbre de saber si gustaría al paladar de los santiaguinos. Sabía que, además de hacer las tradicionales salteñas bolivianas debía entrar al mercado chileno con algo diferente, que sea atractivo por el sabor, pero también a la vista. Así fue que se le ocurrió darle diferentes colores a la masa e innovar en sus ingredientes. Creó su marca Mpanadas y empezó a vender sus salteñas multicolores y con variedades como las vegetarianas y veganas.

No fue fácil, las primeras semanas apenas vendía diez y máximo 15, pero luego empezó a tener cada vez más y más pedidos y ahora los fines de semana hace cientos y la demanda sigue creciendo. La fama de sus salteñas multicolores ha llegado a la prensa y varios diarios le realizaron notas y ha recibido buenas reseñas de los críticos gastronómicos.

“La salteña me parece un producto tan extraordinario, porque tan solo morderla te sorprende por el dulzor de la masa, por el jugo y por el relleno”, cuenta entusiasmado Ariel desde Santiago, mientras detalla cómo logra esos originales colores y sabores.

"A las de carne las vuelvo naranja, porque le pongo una cantidad más intensa de urucú o achiote para que tenga ese color y a las amarillas, les pongo una cantidad menos de urucú, mientras que para las verdes ocupo jugo de espinaca y el relleno es de un típico plato de La Paz, que es el Queso Humacha. Entonces esta salteña, que es vegetariana lleva queso, choclo un poco de papa, haba y huacataya”, cuenta el chef formado en la Escuela Tatapy de Santa Cruz de la Sierra.Como todo buen chef, Ariel siempre está experimentando y en la búsqueda de nuevos sabores. En ese afán se le ocurrió crear una salteña vegana y utilizó el jugo de remolacha para dar color a la masa y sustituyó la carne por una mezcla de hongos y seitán (preparado en base a gluten de trigo). Ahora esa variedad es una de las que más pide la gente. Actualmente tiene cinco tipos de salteña y en días más sacará una sexta, que tendrá carne de cerdo, como ingrediente principal.

“Creo que la esencia de la salteña es su masa crocante, dulzona y jugosa; de ahí se puede ir jugando poco a poco con los colores y los rellenos, pero lo esencial tiene que estar”, afirma Ariel, que distribuye su producto en cajas en las que, además de destacar su marca, incluye un texto del origen boliviano y la historia de la salteña.

Por la crisis sanitaria solo distribuye su producto por entregas, pero la demanda que tiene le ha permitido dar empleo a otros bolivianos que trabajan con él en la elaboración de las salteñas que, por ahora solo vende de viernes a domingo.

Su historia personal

La historia personal de Ariel Barreto no es menos interesante. Su mamá siempre vendía comida en un puesto callejero de la ciudad de La Paz, su padre fue panadero desde niño y trabajó en ese oficio hasta adulto, mientras que una de sus hermanas tiene un puesto de comida en el Mercado Lanza, donde entre sus especialidades, vende sopa de fideos. Otra de sus hermanas tiene una pequeña salteñería con su esposo. Pero, pese a que se crió en un ambiente en el que la gastronomía siempre estuvo presente, nunca se le ocurrió dedicarse a la cocina y fue en busca de otros oficios que se vino a Santa Cruz de la Sierra.

“Todo fue gracias a la novia que tenía en aquella época. Yo le cocinaba y a ella le gustaba y me decía por qué no estudias para ser chef, pero en ese entonces trabajaba en un salón de eventos limpiando sillas y no me alcanzaba el dinero para inscribirme a una escuela de gastronomía. Un día pasamos por Tatapy y mi novia me dijo aquí tienes que estudiar. Me dio el dinero para la matrícula y para pagar el primer mes. Así empezó todo". 

"Desde entonces empecé a trabajar y estudiar. Fue casualidad porque no era que soñaba con ser chef. Actualmente ya no estoy con ella, pero seguimos en contacto y está súper feliz de que no la haya defraudado”, cuenta Ariel, que ahora no duda en que la gastronomía es su pasión y el motor que lo hace trabajar de lunes a lunes y en un promedio de 14 horas diarias.

La carrera de Ariel Barreto ha ido en ascenso. Ha ganado premios siendo estudiante, y como profesional, realizó pasantías en restaurantes de prestigio y entre los mejores de Latinoamérica, como Gustu en Bolivia y 040 en Chile. En este último fue jefe de una de las áreas del restaurante hasta que decidió irse a México, donde trabajó en Le Chique y Amaranta.

Luego decidió volver a Santiago y con un buen prestigio ganado empezó a trabajar en Millesime. Ahora, con el éxito de sus salteñas, piensa en extender a otras ciudades su marca e incluso traerla a Bolivia, además de seguir difundiendo la gastronomía boliviana, pero con su toque personal y agregándole nuevas características.