Un notable intelectual comprometido con el país

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24 de octubre de 2020, 23:28 PM
24 de octubre de 2020, 23:28 PM

Fue un intelectual y un académico con todas las letras. Se sumergió en la historia, el derecho, las ciencias políticas y la literatura. Logró desarrollar en cada una de estas áreas, de manera muy clara, temas que hoy siguen vigentes. Es un referente del pensamiento y la crítica social de una época.

Isaac Sandoval Rodríguez murió el miércoles 21 de octubre, a los 83 años. Con su partida queda el recuerdo de un ilustre cruceño y de un hombre generoso en muchos niveles, con una dimensión humana extraordinaria y un conocimiento inagotable.

Nació el 22 de agosto de 1937 en Buenavista, municipio cruceño perteneciente a la provincia Ichilo. Estudió Ciencias Jurídicas en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno en 1963 y la maestría en la misma área en la Universidad de Carabobo (Venezuela) en 1975, centro de estudios donde ejerció la docencia durante su exilio (1972-1976). También fue Profesor Contratado de la Universidad Nacional de Ingeniería en Lima, Perú (1976-1977). Cuando regresó a Bolivia, impartió la enseñanza en la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz (1979-1993) y en la Uagrm, de 1993 a 2002.

Ocupó la cartera de ministro de Trabajo durante el Gobierno de Juan José Torres (1971) y de Asuntos Sindicales en la presidencia de Lidia Güeiler Tejada (1980). En 1985, el Gobierno de Hernán Siles le designó primer rector y fundador de la Universidad Nacional Obrera Siglo XX, con sede en Llallagua (Potosí).

Sandoval Rodríguez fue un sobresaliente jurista especializado en Derecho Laboral, cuya mayor producción bibliográfica se enmarca en el derecho al trabajo.

Entre sus obras en esta área se destacan Legislación del Trabajo. Ley General del Trabajo (1971-2011)Digesto Laboral Boliviano. Recopilación de normas laborales desde 1825 a 1987 (1987); El trabajo agrícola de temporada (1987) y Derecho Moderno y Derecho del Trabajo (1999-2012).

El pensador

Isaac Sandoval dominaba toda la vertiente social y crítica marxista. Desarrolló este pensamiento en una época en la que surgía la democracia cristiana (década de los 60), luego participó en grupos de más fuerte posición ideológica.

“Era un marxista en el análisis, eso le representó el exilio durante el gobierno de Banzer”, comenta el abogado y escritor Carlos Hugo Molina, que valora en Sandoval la capacidad para lograr la interpretación histórica, la cual quedó reflejada en libros como Historia de Bolivia: Desarrollo histórico social boliviano (1987).

“No dejó de ser nunca un militante de lo que podría llamarse la revolución nacional, de la construcción del Estado, con el enfoque nacionalista revolucionario, que trae las ideas de Tito, de Nasser, de los miembros del movimiento de no alineados, las que sirvieron para los pensadores bolivianos, como René Zavaleta, Sergio Almaraz, Carlos Montenegro y José Ortiz Mercado, que propusieron un nuevo debate sobre el Estado”, agrega.

Sandoval admiraba al trotskista Guillermo Lora y su obra Historia del Movimiento Obrero. Lo consideraba un referente de un momento político en el país y, en cierta medida, lo representó en su obra, desde una visión integral.

El autor de Las crisis políticas latinoamericanas y el militarismo (1976), sostenía que el problema de Bolivia era las contradicciones del Estado con las etnias, las regiones y las clases sociales.

En su análisis de la historia reciente del país, afirmaba que el nombre de Estado Plurinacional ha sido excluyente con los pueblos originarios y que representa una imposición del gobierno del MAS, que intentó convertir en naciones a los grupos étnico-culturales del territorio que no tienen soberanía territorial ni política.

“Esos grupos enriquecen la nación boliviana, pero no pueden suplantarla, entonces, no son naciones. Es una aberración conceptual, lo que estamos viviendo es un Estado Republicano, porque es un ente jurídico y tiene como fundamento la democracia, no existe una nación sobre otra nación. Es un absurdo”, aseguraba Sandoval.

Al respecto, Molina justifica esa posición en la génesis de la formación ideológica de la construcción nacional que tenía el escritor buenavisteño.

“Asumía que las diferencias de los que vivimos en Bolivia tienen muchos componentes, desde el ideológico de clases y el regional hasta la comprensión de lo originario y que cualquier tendencia que intente imponerse sobre otra quitaba la posibilidad de comprender la historia de una manera integral. Entonces, era perfectamente entendible que él tuviera una posición contraria a lo plurinacional, en el sentido de segmentación”, explica Molina.

El narrador

Aunque gran parte de su obra estuvo enmarcada en lo jurídico y lo histórico, no fue ajeno al género literario. Siete novelas y un libro de cuentos lo confirman.

“En el campo de la literatura soy un ilustre desconocido”, acostumbraba decir Sandoval. No obstante, en 1994, se animó a escribir Los novenarios de doña Porfía Campos. La narración se desenvuelve en cuatro historias que, entre sí, tratan de explicar un periodo de transición entre la sociedad tradicional y la sociedad moderna boliviana. En el mismo género, siguió con La piedra (2002), que aborda una relación mítica y teológica en la primera época misional y Los lunares de Salomé (2011). Ambientada en el presente siglo y en la sociedad cruceña, expresa una vida, un amor y una muerte.

En 2013 volvió a lo regional con Reina del Carnaval de antaño Los amores veleidosos de Juan de las Lagunas, mientras que en 2014 presentó Travesuras irreverentes y en 2016 El panteón de los herejes. En 2005 publicó el libro de cuentos Relatos del exilio.



Fotos:

2. Gesto. Sandoval firma la entrega de su biblioteca a la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.

3. Espacio. La biblioteca de su casa era el lugar más frecuente para encontrarlo.

El lector

“Si no hay lectura, no hay conocimiento”. Era una de las máximas de Isaac Sandoval Rodríguez, que la predicaba con el ejemplo, que quedó como registro de una conducta que lo acompañó a lo largo de su vida. Visitarlo en su domicilio de la calle Cochabamba, subir las gradas y encontrarse con su inmensa biblioteca era comprobar que ese conocimiento provenía, en gran parte, de esos libros acumulando durante años.

Fiel a su generosidad, en 2013 decidió donar las 15.000 unidades de su biblioteca personal a la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, otorgando la tuición a uno de sus centros culturales, en este caso, el Centro de la Cultura Plurinacional (CCP).

El CCP acogió el fondo documental, destinando dentro de su infraestructura un espacio exclusivo y equipado para instalar una biblioteca que lleva el nombre de Isaac Sandoval Rodríguez y cuyas puertas se abrieron en 2015.

“Para el CCP es fundamental la existencia de la biblioteca, ya que cuenta con un importante acervo bibliográfico en historia, derecho, ciencias políticas y ciencias sociales”, menciona la directora de la institución, Paola Claros Arteaga

El escritor y gestor cultural Alfonso Cortez, también valora la faceta de bibliófilo de Sandoval: “La erudición y conocimientos enciclopédicos de don Isaac fueron fruto de sus diversas lecturas que iban más allá de su especialidad (derecho laboral). Libros de ensayos políticos, historia, literatura latinoamericana, filosofía, entre otros, eran el alimento diario de este insaciable lector. Parafraseando a Borges, estoy seguro que don Isaac se enorgullecía más por todo lo que había leído, antes que por lo que había escrito”.

El académico

Desde el punto de vista del método de investigación, Isaac Sandoval fue un académico exquisito, preocupado por el conocimiento a base de la investigación científica y de una precisión absoluta en el estudio de las fuentes y del cruce de variables.

Carlos Hugo Molina afirma que toda la obra escrita de Sandoval y la vivencia que hay de él nos deja el recuerdo de un maestro, en el sentido humanista del término, generoso y contundente en sus expresiones.

“Isaac Sandoval se formó y desarrolló en una generación que practicaba el debate y la confrontación de ideas de manera permanente. Y tenía la generosidad suficiente como para preguntar y averiguar acerca de los temas que él creía necesarios. El profesor frente a los alumnos no discrimina la información que está compartiendo en función de un elemento ideológico, lo hace de manera genérica para todos”, finaliza Molina.