Iniciativa. Aprender una nueva habilidad funciona mejor para mantener el cerebro alerta; sin embargo, a muchas personas no les resulta sencillo y en cambio termina siendo un problema, ¿Qué hacer entonces para no fracasar en el intento? Aquí, algunos consejos para no desistir tan fácilmente

7 de marzo de 2021, 18:00 PM
7 de marzo de 2021, 18:00 PM

Aprender algo nuevo es una forma de mantener el cerebro alerta, activo y eso se lo logra estableciéndole continuamente nuevos desafíos. Para ello habitualmente se ofrecen cursos de entrenamiento mental, juegos mentales que se promocionan como una forma de ayudar a prevenir la pérdida de memoria. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que la mejor manera de fortalecer nuestro cerebro es aprendiendo una actividad o un pasatiempo.

Pero, no para todos resulta sencillo. Al momento de poner nuestras capacidades de aprendizaje en marcha debemos enfrentar nuestros propios desafíos y obstáculos, además de lidiar con prejuicios que contribuyen a que terminemos abandonando la tarea, porque nada parece funcionar y rendirse sería la mejor opción. Entonces, ¿Qué hacer para no fracasar en el intento? ¿Cómo identificar lo que se interpone en nuestro camino o qué estamos haciendo mal? Aquí algunos consejos que pueden ayudarte.

El Umbral OK

Una idea muy arraigada es que el factor genético condiciona el máximo de destreza que una persona puede alcanzar. Es decir, que cualquiera puede aprender a tocar guitarra o jugar algún deporte, pero solo para algunos es posible el virtuosismo y para la mayoría existe un tope, un límite que no podrá superar. En otras palabras, por más que uno se esfuerce horas y horas para, por ejemplo, tocar mejor la guitarra o hablar mejor un idioma, si ha llegado a su ‘techo’ no podrá ir más allá. La idea es el del polifacético intelectual inglés Francis Galton y se ha mantenido vigente hasta ahora.

“Cada uno llega a su techo constitutivo decía Galton. Sin embargo, haciendo metódicos y esforzados ejercicios, cualquiera puede mejorar sustancialmente. Lo que sucede es que nos estancamos muy lejos del máximo rendimiento, en un punto en que nos beneficiamos de lo aprendido pero no generamos más aprendizaje, una zona de confort en la que encontramos un equilibrio tácito entre el deseo por mejorar y el esfuerzo que esto requiere. A este punto se lo llama ‘Umbral OK”, explica el neurocientífico argentino Mariano Sigman en su libro La vida secreta de la mente. Entonces, poner como excusas que uno no está dotado de las condiciones necesarias para aprender algo no es un justificativo. Lo importante es tomar en cuenta las horas que uno le dedique a lo que quiere aprender y dejar de sentir que uno tiene un ´techo’.

Viejos para aprender

Otro prejuicio frecuente es creer que mientras más grande se es, se van perdiendo las oportunidades de aprender alguna actividad y que si uno no lo aprendió de niño, de adulto será imposible. Sin embargo, Sigman, que es uno de los directores del Human Brain Project, el esfuerzo más vasto del mundo por entender y emular el cerebro humano, refuta esa idea.

“Hoy sabemos que un adulto que se dedique a una actividad (aprender un idioma, por ejemplo) el mismo tiempo que un niño, lo aprenderá igual. Esto es un hecho empírico. Ocurre que los adultos subestiman el esfuerzo de los niños. La respuesta al porqué de esa intuición es sencilla: un adulto se olvida del esfuerzo que hizo de niño para aprender algo. Es decir, para el niño que aprendió inglés no fue fácil. Fue a clase, se esforzó, estudió.

Un adulto realiza muchas tareas, está muy ocupado, se tiene ocupar de la casa, llegar a final de mes... y por eso es imposible que se pueda dedicar a algo por completo, como un niño. Por eso aprender un idioma de mayores nos lleva tantos años. No son años de esfuerzo sostenido. El cerebro en la niñez, más que una esponja, es una especie de gran patio. El niño aprende no tanto porque su cerebro sea más plástico, sino porque tiene más tiempo”, afirma Sigman.





1.Sal de tu zona de confort. Abraza lo desconocido. Adopte un enfoque de aprendizaje diferente al que usa habitualmente. Quizás eso signifique inscribirse en una clase con un grupo de extraños. 

2.Obten orientación. Encuentre un mentor, experto o maestro que lo guiará.

 3.Silencia el diálogo interno negativo. Creer que el talento triunfa sobre el esfuerzo descarrilará tus esfuerzos.

Enfoque más infantil

Otro gran problema al emprender un nuevo aprendizaje de adultos y que llevan al fracaso es que tendemos a convencernos de que somos realmente malos para aprender cosas nuevas. Creemos que nuestros cerebros viejos y cansados no pueden absorber toda la nueva información necesaria para dominar nuevas habilidades. Según los especialistas ese es un grave error.

La edad de nuestro cerebro no es el problema.

El verdadero impedimento para aprender es que tendemos a hacerlo de la “manera adulta”.

Si simplemente adoptamos un enfoque más infantil, nos costaría mucho menos. Eso es lo que afirma la profesora de sicología Rachel Wu, en un artículo científico publicado ren la revista Human Development.

Wu afirma, con seguridad que no existen los mejores años para realizar un aprendizaje. Es el método con en el que aprendemos lo que realmente importa.

Wu sostiene que, cuando somos niños adoptamos un enfoque de “aprendizaje amplio”.

Todo es desconocido y nuevo. No tenemos miedo de fallar. Nos obsesionamos con aprender algo, como leer o atarnos los zapatos.

Los entornos de los niños también están preparados para un aprendizaje acelerado. Están rodeados de adultos, maestros y mentores que ayudan a guiarlos. A menudo están aprendiendo varias habilidades nuevas a la vez. A los niños se les enseña a creer que si siguen intentándolo, eventualmente lo dominarán.

Todo cambia una vez que nos convertimos en adultos. Pasamos a un enfoque de “aprendizaje especializado”. Esto suele ocurrir cuando comenzamos nuestras carreras profesionales. Elegimos un camino y nos ajustamos a no salirnos de él. Con lo que surgen muchos más impedimentos para el aprendizaje, tanto externos como internos.

“Ya no tenemos acceso a mentores. Tememos al fracaso. Ponemos más énfasis en el talento natural que en el esfuerzo, convenciéndonos de que si es demasiado difícil, es mejor simplemente darse por vencido. Preferimos ceñirnos a lo que nos es familiar. Y si intentamos aprender una nueva habilidad, generalmente es solo una. Es como si todas las fuerzas actuaran en contra de nuestro yo adulto”, explica la sicóloga.

Es por eso que Wu y sus colegas de investigación sugieren que adoptemos la técnica de “aprendizaje amplio”.

Si desea aprender algo nuevo, digamos otro idioma, un instrumento o cómo programar computadoras, intentemos abordar esas actividades como un niño.

Pero, es cierto que es más fácil decirlo que llevarlo a cabo ¿Cómo se hace esto en la práctica? Wu indica que hay seis factores que abarcan un aprendizaje amplio. A continuación, la seis propuestas que propone la especialista.

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