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23 de abril de 2024, 22:55 PM
23 de abril de 2024, 22:55 PM

Juan Jeffer Poquiviqui Aguilar

Hace poco, buscando escapar de la rutina y el ajetreo de la metrópoli boliviana, me sumergí junto con mis amigos en la nostalgia de un concierto tributo a Panda, una banda de rock que me transportó a una época de sueños y aspiraciones. Sin embargo, esa sensación se desvaneció como un espejismo, emergiendo la melancolía cuando en un descanso del show, los teloneros del grupo de forma sorpresiva interpretaron la canción "Rosa Pastel" de Belanova. Esta canción me rememoró al controvertido trend de TikTok, el que refleja las preocupaciones y experiencias de muchos jóvenes: la nostalgia por un futuro prometedor y la dura realidad de la precariedad laboral y la falta de oportunidades.

En este orden de ideas y al acercarse el Día del Trabajo en Bolivia, es crucial visualizar el panorama laboral del país, aquel que se ha visto afectado por diversos factores, tales como la inestabilidad política, la falta de divisas, la sequía que golpea al agro y las proyecciones económicas poco favorables. Pese a aquello, de acuerdo al INE, la cifra de desempleo oficial al tercer trimestre del 2023 es del 3,6%, porcentaje que no parece tan alarmante en comparación con la media latinoamericana, sin embargo, resulta necesario cuestionar si este porcentaje refleja empleo digno, con seguridad social y sueldos competitivos.

Considerando lo anterior, el Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo sostuvo que en 2013, en Bolivia, solo el 18,8% de los trabajadores tenían empleo formal, mientras que en 2020 esta cifra se redujo dramáticamente a 13,8%. Resultando con ello que ni siquiera 14 de cada 100 trabajadores en Bolivia se encontraban en el sector formal.

Ahora bien, a pesar de la precariedad laboral, la realidad material parece mantenerse en una relativa normalidad, puesto que no ha habido un desequilibrio económico catastrófico que impulse protestas sociales. Sin embargo, esta aparente calma resulta preocupante, no por nada economistas como Pablo Mendieta ha tenido que plantear en su más reciente artículo la siguiente interrogante: "¿Estamos o no en crisis?". Así es que, esta falta de reacción ante la situación económica y laboral podría reflejar una aceptación pasiva o más bien, significaría que el subsistir ha acaparado el tiempo de los ciudadanos que no ha encontrado disponibilidad para concentrarse en más opciones.

Por consiguiente, no es vano tratar de comprender que el flujo de dinero en un país es esencial para su desarrollo, esto porque cuando la población cuenta con ingresos provenientes de un trabajo digno, puede consumir productos y servicios, lo que genera estabilidad y crea nuevas oportunidades de empleo. Este círculo virtuoso es activado cuando las personas tienen acceso a fuentes de ingresos estables, principalmente a través de empleos formales, a los que desafortunadamente la mayoría no tiene acceso.

Por ende, reflexionar sobre cómo asegurar un flujo de dinero que garantice fuentes de empleo dignas es vital, especialmente para quienes son nuevos en el mercado laboral. Situación que no solo beneficiaría a las personas individualmente, sino que también repercutiría en la economía del país en su conjunto, reduciendo la brecha entre las expectativas laborales y la realidad, para que con ello no se tengan que recurrir a trends de internet como fue el, Rosa Pastel, para expresar la nostalgia por un futuro incierto.

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