El arreglo de partidos para favorecerse con resultados volvió a escena esta temporada; sin embargo, se conocen casos en distintas épocas del balompié nacional

29 de diciembre de 2023, 8:37 AM
29 de diciembre de 2023, 8:37 AM

La corrupción volvió a tocar las puertas del fútbol boliviano nuevamente. Esta vez con amaños para arreglar resultados relacionados con las apuestas.

En esta ocasión fue la Federación Boliviana de Fútbol la que denunció la corrupción en la División Profesional con los resultados conocidos: Suspensión de por vida al dirigente Marco Rodríguez, expresidente de Vaca Díez, con uno y dos años a los jugadores Franz Parada y Joel Fernández, respectivamente, del mismo club.

Los audios entre el exdirigente y un árbitro, que quedó eximido de culpa, reveló la podredumbre, dejando en evidencia que el juego limpio no impera en nuestro fútbol.

Existe la sospecha de que hay más casos de actos deshonestos, no todos ellos relacionados con las apuestas, que involucran a árbitros y algunos dirigentes.

La corruptela en el fútbol boliviano tiene antecedentes. En 2018, el futbolista paraguayo Pedro Chávez, de Guabirá, acusó a sus colegas de Real Potosí de estar involucrados en el juego de las apuestas.

“Es un negocio que tienen, como no cobran hace varios meses, se dedican a las apuestas deportivas”, dijo Chávez, quien luego abandonaría el país.

Los jugadores del club potosino rechazaron las acusaciones del atacante guaraní. “Él (Chávez) debe saber de las apuestas porque es paraguayo y las apuestas ingresaron a Bolivia desde ese país”, respondía Darwin Peña, referente de los “lilas” en ese momento.

Peña comentaría después que uno de sus compañeros había sido tentado antes. “En el primer torneo de este año tentaron a un compañero y este vino y nos lo contó. Ahí se frenó todo”, contaba el mediocampista a medios locales.

La de Chávez no era la primera denuncia. Un año antes, el entrenador argentino Daniel Córdoba, y el preparador físico Sebastián Paraud, que dirigían a Universitario de Sucre, advirtieron que varios de los jugadores del equipo chuquisaqueño cobrarían entre 10 mil y 50 mil dólares ante Real Potosí y Nacional Potosí, por colaborar en distintas situaciones que tenían que ver con el marcador al finalizar el primer tiempo y la cantidad de tiros de esquina, por ejemplo.

Casos del pasado

Los casos de soborno se remontan a la década de los años 70 y a los 90, épocas de fútbol de asociación y de la Liga.

En 1970, el campeonato de la Primera “A” de la Asociación Cruceña de Fútbol salía de su rutina con la denuncia de dos jugadores de Blooming (los paraguayos Inocencio Larramendia y Jovino Mendoza), de haber recibido 4.000 pesos bolivianos para facilitar el triunfo de un reconocido club local.

El Tribunal de Penas de la ACF liberó de culpa a los futbolistas y ordenó que el monto los beneficie por haber denunciado el soborno.

En 1992, los jugadores Carlos “Chino” Arias y William Troncoso, de San José de Oruro, contactaron al atacante argentino Wálter Maladott, y al arquero paraguayo Miguel Gariazú, que militaban en Universitario de Potosí, para pedirles que vayan “a menos” en el partido que disputarían ambos equipos el fin de semana por el torneo de la Liga.

San José peleaba el primer lugar con Bolívar, y necesitaba ganar, a la espera de un traspié de la Academia que lo aventajaba con un punto.

El “arreglo” tenía que darse la noche antes del encuentro, en la Villa Imperial.

Gariazú contaba de esta manera el vergonzoso episodio. “Fue una experiencia molesta. Nos citaron en un lugar para entregarnos el dinero. Nosotros habíamos denunciado antes los hechos a la Policía, quienes nos sugirieron que vayamos a la cita para sorprenderlos en el delito. Cuando llegamos y me dieron el dinero (1.000 dólares), aparecieron los agentes encubiertos y los agarraron con las manos en la masa”.

Troncoso y Arias fueron castigados con dos años de suspensión. La historia demuestra que el juego sucio tiene vieja data en el fútbol boliviano. Esta vez volvió de la mano de las apuestas.