Para apoyar la recuperación económica, las autoridades también tienen que facilitar un ciclo de reinversión destinado a lograr un crecimiento sostenible que dependa menos de la deuda pública, plantea el organismo internacional

5 de enero de 2021, 14:24 PM
5 de enero de 2021, 14:24 PM

El Banco Mundial (BM) modificó hoy su proyección de crecimiento de la economía de Bolivia y para este año prevé una expansión del Producto Interno Bruto en 3,9%, debido a la pandemia del coronavirus y la caída del precio internacional del petróleo. En su anterior previsión (junio de 2020) calculó un repunte del 2,2%. El Gobierno boliviano es más optimista y de acuerdo al Presupuesto General del Estado anticipa un crecimiento del 4,8% para la presente gestión.

Asimismo, según la edición de enero de 2021 del informe Perspectivas económicas mundiales que publica el Banco Mundial, en cuanto a los efectos del Covid-19 en Bolivia se prevé una caída del 6,7% en el cierre de la gestión 2020, cuando hace seis meses sus previsiones estaban en 5,9%.

La semana pasada, el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, afirmó que el 2021 será un año con mejores condiciones para retomar el crecimiento económico, siempre y cuando el contexto internacional no cambie y no se tengan mayores efectos negativos producto de una segunda ola de la pandemia.

En cuanto al panorama global, el BM espera que la economía mundial se expanda un 4% en 2021, suponiendo que la distribución inicial de las vacunas contra el coronavirus) se amplíe a lo largo del año. Sin embargo, es probable que la recuperación sea moderada, a menos que los encargados de la formulación de políticas actúen con decisión para controlar la pandemia y apliquen reformas que aumenten las inversiones.

Aunque la economía mundial está creciendo de nuevo tras una contracción del 4,3% en 2020, la pandemia ha causado un gran número de muertes y enfermedades, ha sumido a millones de personas en la pobreza y puede deprimir la actividad económica y los ingresos durante un período prolongado. 

Las principales prioridades políticas a corto plazo son el control de la propagación del Covid-19 y la garantía de una distribución rápida y amplia de las vacunas. Para apoyar la recuperación económica, las autoridades también tienen que facilitar un ciclo de reinversión destinado a lograr un crecimiento sostenible que dependa menos
de la deuda pública.

“Si bien la economía mundial parece haber entrado en una recuperación moderada, los encargados de la formulación de políticas se enfrentan a desafíos enormes —en materia de salud pública, gestión de la deuda,
políticas presupuestarias, banca central y reformas estructurales
— al tratar de asegurar que esta recuperación mundial, aún frágil, cobre impulso y siente las bases de un crecimiento robusto”, afirmó David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. 

“Para superar los impactos de la pandemia y contrarrestar los factores adversos que afectan las inversiones, es necesario dar un gran impulso a la mejora del entorno empresarial, aumentar la flexibilidad del mercado laboral y de productos, y reforzar la transparencia y la gobernanza”.

Se estima que el colapso de la actividad económica mundial en 2020 ha sido ligeramente menos grave de lo que en un principio se había proyectado, debido principalmente a que la contracción de las economías avanzadas ha sido menos pronunciada de lo previsto, y a que la recuperación en China ha sido más sólida de lo anticipado. En cambio, las perturbaciones de la actividad en la mayoría de los demás mercados emergentes y economías en desarrollo fueron más graves de lo esperado.

En la región

Se espera que en América Latina la actividad económica regional crezca un 3,7% en 2021, a medida que se flexibilicen las iniciativas para mitigar la pandemia, se distribuyan vacunas, se estabilicen los precios de los principales productos básicos y mejoren las condiciones externas. 

No obstante, el repunte será muy débil y se produce después de una década de crecimiento lento. En un escenario negativo, en el que se retrase la distribución de las vacunas, con efectos económicos secundarios, el crecimiento podría ser aún menor, del 1,9%.

En Brasil, se prevé que el aumento de la confianza de los consumidores y las condiciones crediticias benignas respaldarán un repunte del consumo y la inversión privados, que impulsará el crecimiento al 3 % en 2021. El
sector privado se recuperará más lentamente que el industrial debido a la persistencia de un cierto grado de aversión al riesgo entre los consumidores.

La proyección de una recuperación en México se basa principalmente en una mejora de las exportaciones a medida que repunta la economía estadounidense y la incertidumbre comercial se disipa tras la entrada en vigor del acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá a mediados de 2020. Se prevé que, este año, el crecimiento se recuperará y llegará al 3,7%.

Según las previsiones, la economía de Argentina crecerá un 4,9% en 2021, dado que la flexibilización de las medidas de mitigación de la pandemia y la disminución de la incertidumbre en torno a la reestructuración de la deuda respaldarán el consumo y la inversión privados. En Colombia, se prevé que el crecimiento aumentará
al 4,9%, respaldado por la demanda interna
.

Algunos riesgos

El panorama presenta riesgos adversos. El ritmo de actividad podría disminuir por varios factores, entre ellos, la imposibilidad de contener la pandemia, problemas relacionados con la deuda y el financiamiento
externo, el resurgimiento de tensiones sociales,
daños económicos ocasionados por la pandemia cuya gravedad no se previó, y perturbaciones relacionadas con el cambio climático y los desastres naturales.

El deterioro de la confianza de los inversionistas es un grave riesgo para las perspectivas económicas. Si bien el estímulo fiscal ha sido necesario para amortiguar el golpe de la pandemia, el espacio fiscal se ha utilizado
en gran medida y la deuda pública ha aumentado marcadamente. 

La capacidad crediticia se ha reducido en toda la región. La combinación de una arraigada desigualdad de oportunidades, la percepción negativa de la eficacia de los Gobiernos y el aumento de la pobreza podría reavivar los conflictos sociales.