La Verde jugó sin temores, atrevida y ofensiva. Se mostró más cómoda atacando que defendiendo

20 de junio de 2021, 9:13 AM
20 de junio de 2021, 9:13 AM

Bolivia fue un equipo distinto ante Chile, por momentos. Mostró dos facetas totalmente diferentes en un mismo partido, con resultados notorios a la vista, que generaron sensaciones también contrapuestas.

Arrancó siendo el equipo timorato, inseguro, defensivo, aquel que se somete a la voluntad del adversario, que asume el rol de cenicienta, de indefenso que espera que alguien le dé una mano para salir de su propio encierro.

Ese fue el onceno que no le gusta a nadie, aquella selección que genera fastidio, desilusión, impotencia, por entregarse sin darse la oportunidad de optar por otras alternativas, la que atisba por la ventana, miedosa, y no se anima a salir a dar la cara.

Después apareció otro, rebelde, atrevido, que se decidió a abandonar la casa propia para meterse en la ajena con todos los riesgos que ello implica, a buscarse la vida lejos, donde conviven el éxito y el fracaso.

Esta es la selección que entusiasma, que gana simpatías, afecto, orgullo, que genera elogios, que representa dignamente, que provoca orgullo porque abandonó el miedo, que no le tiene temor al fracaso, y va al frente a jugársela, como debe ser.

Ante Chile, hubo esos dos equipos. ¿Por qué empezó con miedo, metida atrás, dejándose llevar por delante, y nadie era capaz de pegar un grito para que cambie y salga a jugar más arriba? ¿Por qué César Farías no hizo eso cuando el equipo se perdía en su laberinto defensivo? Vaya uno a saber.

Después del gol chileno, la selección cambió como por arte de magia y empezó a despojarse de sus taras defensivas, se soltó las ataduras y aparecieron los Ramiro Vaca, Jeyson Chura, Erwin Saavedra en tres cuartos de cancha para darle aire y, en consecuencia, vida. Atrás se afirmó Jairo Quinteros y apareció de tanto en tanto Roberto Fernández.

Sobre esa base tendrá que construir César Farías, quien predica muy bien antes y después de los partidos, pero que a veces chambonea cuando tiene que tomar decisiones para armar o rearmar el equipo.

¿Un lateral por un volante ofensivo para ubicarlo en posición de “10” teniendo mediocampistas en el banco? No tiene explicación coherente.

Jairo Quinteros, Ramiro Vaca, Erwin Saavedra, Jeyson Chura y Roberto Carlos Fernández, jugadores de buena técnica, un interesante presente y mejor futuro, apuntalados por la experiencia de Carlos Lampe y Juan Carlos Arce, demostraron que es posible jugar distinto, que es factible jugar mejor.

Después, sobre el final aparecieron en cancha Rodrigo Ramallo, Danny Bejarano y Moisés Villarroel, jugadores de buen manejo de pelota, que se acoplaron a un equipo que pensaba en atacar en lugar de defenderse. Además hay otros que no fueron tomados en cuenta esta vez e incluso algunos que no viajaron a la Copa América que pueden potenciar el equipo como alternativas (¿Por qué no los llevó a Víctor Ábrego y César Menacho?).

Quedó demostrado, una vez, que Bolivia no sabe defender, no siente ser defensiva, que las características de sus jugadores obligan a buscar otro camino en el fútbol, cuyos indicios uno los encuentra revisando este último partido ante Chile.

Tendrá que mejorar su sistema defensivo como equipo a la hora de achicar espacios y retroceder, porque a eso obliga el juego, pero no limitarse a meterse atrás y someterse al rival, como habitualmente lo hizo en este ciclo.

Bolivia mejoró, cambió de cara, practicó otro fútbol, pero le faltó gol. No tuvo alternativas ante la ausencia notoria de Marcelo Martins, un puesto en el que hay que ir buscando opciones desde ahora. Lo interesante es que los volantes ayudaron a disimular un poco esa falencia.

Hay mucho camino por recorrer. Lo importante es que la selección boliviana se mostró a sí misma cuál es el camino a seguir, y también comprobó que teniendo miedo no llegará a ninguna parte, que con valentía puede ir más lejos.

Esta vez la selección dejó la selección de todos para convertirse en la selección que quieren todos: atrevida, rebelde y valiente. Que este sea el comienzo de algo diferente.

Lo que viene

- La selección boliviana tiene libre en la tercera fecha de este lunes. Se queda en Cuiabá a esperar el partido del jueves ante Uruguay.

- Diego Bejarano fue amonestado ante Chile y no podrá jugar el próximo encuentro por acumulación de tarjetas amarillas. Su reemplazante, Óscar Ribera, está con covid-19.

- A Marcelo Martins, Luis Haquín y Henry Vaca les tienen que realizar un nuevo control de coronavirus. De acuerdo a ello se definirá si pueden reincorporarse al plantel.

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