En los hospitales Japonés y San Juan de Dios un móvil permite la conexión antes de que los pacientes sean intubados. En otros centros, hay familiares que esperan frente a una ventana con la esperanza de ver a su ser querido. Los niños tienen un trato especial

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28 de febrero de 2021, 14:31 PM
28 de febrero de 2021, 14:31 PM

Una imagen de un momento muy especial para una familia que atravesó el coronavirus en Santa Cruz se compartió en redes sociales. Los que la vieron difícilmente la podrán olvidar. La doctora Verónica Valencia, de uno de los domos del hospital Japonés, con todo el equipo de protección personal guía el contacto de videollamada para que los familiares de un paciente que estuvo intubado por Covid-19 cerca de un mes puedan verlo despertar. En el dispositivo se observa una mujer visiblemente conmovida.

Toda mi vida agradecida. La alegría que usted, doctor Oliver Bernal, me brindó al mostrarme a Saúl despertando no tiene precio. Dios lo guíe siempre”, escribió sobre la imagen Kathia Laguna Justiniano.

Más de cuatro meses después de este momento especial, Laguna reconoce que el coronavirus deja no solo secuelas físicas sino también emocionales que tardan mucho en sanar.

Este momento de esperanza se vivió en reiteradas ocasiones en los domos del Japonés desde el inicio de la pandemia. Similares conexiones se realizaron también cientos de veces, en otro momento extremo, cuando los pacientes tienen que ser intubados.

La pandemia desde el inicio expuso a la población al terror de enfrentar ver ingresar a un familiar al hospital y pensar en la posibilidad de no verlo más. Una vez adentro se pierde el contacto, aunque en los hospitales públicos como en Japonés y el San Juan de Dios, la sensibilidad de muchos doctores y la dirección médica permitió que cientos de pacientes tengan contacto con sus familiares en los momentos más críticos.

En el hospital Japonés, dentro de los domos ya no se permite el ingreso de celulares personales, pero se habilitó uno institucional que no sale del área roja de esta infraestructura y da la posibilidad de un contacto físico cuando el paciente aún está consciente. Aunque por ser éste un ambiente para pacientes críticos, el uso es muy limitado.

En un pequeño espacio dentro del domo, completamente separado del resto de la internación, un grupo de médicos explican la forma de comunicación de pacientes. 

Es el domo uno, el primero en habilitarse en el hospital. En el interior, las enfermeras recorren cama por cama revisando apuntes y llenando el historial clínico de cada paciente. La única comunicación con los que están en el cubículo es un intercomunicador. Los separa una columna transparente donde se colocan recetas.

En este ambiente donde hay pacientes que luchan por vivir, es evidente la calidad humana del personal de salud. Lejos de haber un ambiente tenso, hay apoyo mutuo.

“Doctor, sus colegas de la Pampa de la Isla le mandan saludos”, dice el coordinador de ambos domos, Richy Hurtado por un intercomunicador a uno de los profesionales que está internado en UCI. El ahora paciente mueve la cabeza como forma de confirmar de que escuchó el mensaje.

“Esto (el domo) es cerrado por la seguridad del familiar. No pueden entrar, pero cuando un familiar está mal o vemos que va ir a tubo (será intubado) hacemos que haga videollamada, que se comunique con su familiar. Ya que no los ve. Están semanas aquí”, comenta el profesional.

El promedio de internación de un paciente UTI en el Japonés es entre 11 y 14 días. Hurtado recuerda que un paciente crítico que tenía obesidad mórbida estuvo 52 días internado en terapia y venció al virus.

En el domo se internaron varios médicos, enfermeras y personal de salud. Este hecho, en medio de tanta desgracia y carencias, es como una señal de que las cosas se hacen bien dentro del domo, destacan los mismos médicos. Ellos podrían ser internados en la seguridad social, pero muchos buscaron una cama en el Japonés.

El domo dos, que es para Unidad de Cuidados Intermedios (UCI) fue habilitado hace un mes con 18 camas. Aún se espera la llegada del teléfono institucional para la conexión.

El responsable del domo 2, Raúl Torrico explica que el personal llama una vez al día al familiar del paciente para brindar el informe médico.

Otro hospital que implementó esta modalidad es el San Juan de Dios. El director, Marcelo Cuéllar, explicó que no hay problema que un paciente en medicina interna Covid utilice el teléfono personal. Aunque, señaló que no lo utilizan cuando ingresa a UCI porque podría generar más estrés y ansiedad al paciente, lo que no ayudaría en su recuperación.

“No es que se no se permite. No se recomienda porque el paciente se estresa mucho”, aclara.

Los informes a los familiares se realizan una vez al día o si es necesario, dos. Como en todo centro de atención Covid se prohíben las visitas.

“Se hacen algunas conexiones telefónicas con pacientes que van a intubar o con los que salen de intubación”, confirmó.

Solo en dos meses (diciembre 2020 y enero 2021) más de 2.500 personas pasaron por las unidades de terapia intensiva tomando en cuenta los tres subsectores de salud del departamento.

Desde el inicio de la pandemia, se informó que el 80% de los contagiados de coronavirus se podrían curar en casa mientras que otro porcentaje requerirá internación, pero un 5% necesitará terapia intensiva. Sin embargo, mientras más contagios se registren más personas llegarán a las camas de las UTI.

En el país desde el inicio de la pandemia se reporta cerca de 250.000 contagios de coronavirus. En el departamento cruceño solo este año se reportaron 30.000 nuevos contagios.

En la Pampa de la Isla

Es lunes al mediodía, alrededor del hospital Pampa de la Isla está casi desierto. Solo tres personas refugiadas debajo de la sombra de un frondoso árbol miran inquietas las ventanas del hospital.

Todos los días nos quedamos aquí en vigilia por horas, esperando a ver si mi hermana se asoma por la ventana. Sabemos que está allá”, dice la otra mujer del grupo mientras apunta un ventanal.

Su familiar está consciente internada en piso por las secuelas del Covid-19. La paciente es joven, tiene 36 años de edad, pero tras superar el coronavirus tuvo que ser internada nuevamente porque recayó, tiene artritis.

El esposo de la paciente usa doble barbijo y camina de un lado a otro. “No la vemos bien. Algunas veces se asoma a la ventana”, agrega.

Un espacio que está a al menos a 20 metros desde ese punto. Verla mover el brazo es un consuelo.

Otra familia atraviesa un momento duro y también espera ver a su enfermo. “Mi esposo ingresó el 4 de febrero, desde eso no lo veo. No sé nada, no sabe lo desesperante que es”, cuenta una mujer, mientras su hijo le aprieta la mano para darle fortaleza.

Prefiere no decir su nombre ni el de su pareja internada, intenta reponerse y continúa: “dejamos medicamentos, no sé cómo está. Si lo atienden, si le ponen los medicamentos, no sé nada”, relata.

Ambas familias conocen el protocolo diario, como un tormento cada día lo viven. Casi a coro cuentan que en la mañana recogen las recetas, luego peregrinar por farmacias y llegan a la 1:00 para el informe que el médico sale a brindar a todos los familiares de terapia. A las 17:00 es el turno de los familiares de UCI.

Los niños

El director del Hospital Mario Ortiz, José Luis Ferrufino, explicó que, desde el inicio de la pandemia, se prohibió la visita de los padres a los niños internados por Covid-19 como parte del protocolo internacional.

Sin embargo, aclaró que en las últimas semanas tuvieron algunas modificaciones, solo se limitan horarios. “Al papá o mamá se le solicita que se le realice la prueba de antígeno nasal, en un inicio el papá o mamá debía de ir a buscar la prueba de antígeno, pero luego con la entrega masiva se les permite ingresar con horario y con las medidas de bioseguridad”, explicó.

El área Covid del hospital de niños está actualmente saturada de pacientes.