Los sacerdotes católicos ya empezaron a empaparse del documento, que les da las directrices para manejar a los feligreses en época de pandemia

14 de julio de 2020, 19:17 PM
14 de julio de 2020, 19:17 PM

La paz de Cristo no será lo que era, no en tiempos de pandemia (físicamente hablando). Desde este viernes 17 de julio, cuando se reinicien las misas, de acuerdo a Decreto 18/2020, los feligreses no se darán las manos, menos aún tendrán la posibilidad de un abrazo, si de amigos y parientes se trata.

El distanciamiento social no permite excepciones, ni siquiera ante los pies de Dios, y es uno de los puntos más estrictos en el Protocolo Específico de Bioseguridad frente al Covid-19 para las Parroquias de la Arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra, un documento de 25 páginas elaborado por la Iglesia Católica para su personal (párrocos, administradores y otros), pero también aplicado a creyentes y público en general.

Incluye las ya conocidas recomendaciones del uso obligatorio de barbijo, lentes, alcohol, desinfección, pero tiene algunas peculiaridades cuanto a la celebración de la misa, que a los más devotos visitantes de los ritos los hará sentir raros.

Para comenzar, al entrar a la iglesia se encontrarán con asientos marcados y por tanto descartados para instalarse en ellos.En la puerta de cada templo existirá un aviso visible mediante letrero que indicará la capacidad máxima permitida (aforo) en el templo del 30%, por ende el número de personas permitido para la participación en la Eucaristía. Alcanzado el número establecido, se deben cerrar las puertas para evitar el ingreso
de más personas.

El documento también indica que se omite el agua bendita al ingreso y que se evitará tocar ni besar las imágenes u objetos sagrados. Una vez finalizada la celebración, los fieles serán invitados a salir ordenadamente y guardando la
distancia social
, para que se proceda a la desinfección del templo. Se recomienda que para la animación del canto litúrgico haya de uno a tres cantores, cada cual con su propio micrófono y guardando las distancias.

Los horarios

Todas celebraciones eucarísticas con la participación de fieles en los templos parroquiales y capillas están permitidas solo en las mañanas de los días viernes, sábado y domingo.

Los templos parroquiales y las capillas serán desinfectados antes de abrir sus puertas, para la celebración con los productos autorizados en este cometido. En el caso de que solo el domingo se programen más celebraciones en el mismo templo, deben preverse dos horas de separación entre una y
otra, para permitir la desinfección de los pisos, bancas y sillas
.

Los templos permanecerán abiertos al menos una hora en la mañana todos los días, para que las personas, en un espacio de oración, tengan la oportunidad de encontrar al Señor.

Dado que los sábados y domingos no circula el transporte de servicio público, se pide a los fieles acudir al templo más cercano a su domicilio.

Antes de ingresar al templo, los fieles pasarán por la desinfección de pies y manos, cuidando que las personas mantengan la distancia social de metro y medio mientras esperan para ingresar.

Los celebrantes

En el altar, colaborará al sacerdote un mínimo número de servidores del altar. El sacerdote y/o los ministros de la comunión, antes de administrar la Santa Comunión deben desinfectarse las manos, colocarse el barbijo y pasar a administrar la comunión en las manos (ya no bocas) de los fieles que estén de pie en sus bancos. Después de administrar la comunión, el sacerdote debe proceder a la desinfección de sus manos.


El documento recomienda que se evite delegar a sacerdotes y ministros extraordinarios en situación de riesgo la administración de la Santa Comunión.

Sacramentos

Para evitar aglomeración o contactos muy cercanos, está permitida la celebración individual del bautismo, solo con la presencia de padres y padrinos. Para el sacramento de la penitencia, es obligatorio el uso de mascarilla, manteniendo la distancia social y realizando, en lo posible, el sacramento en un ambiente amplio y ventilado, y asegurando la
confidencialidad.

Respecto a los demás sacramentos, primeras comuniones, confirmaciones, matrimonios, unción de los enfermos y exequias de difuntos, siguen vigentes las normas dictadas a inicio de la cuarentena por la Conferencia Episcopal Boliviana.

Para la oración, Adoración del Santísimo, el Rezo del Rosario y otras prácticas de devoción, se deben seguir las pautas indicadas anteriormente, como el distanciamiento social de un metro y medio.

Se suspenden las procesiones con participación multitudinaria sobre todo en las fiestas patronales.

Las reacciones

El padre Chema, de la capilla de Hamacas, ya venía celebrando la misa con transmisión en vivo los jueves y domingo. "Aunque aparecían algunos a la iglesia como por arte de magia", reconoce con ese sentido del humor que lo vuelve un imán para sus feligreses.

"Por el momento nosotros hemos retirado una buena cantidad de bancos para mantener la distancia y después señalaremos en qué bancos puede ubicarse la gente. Con los nuevos protocolos y todo al 30%, se puede llegar a una capacidad de 300 personas", explica.

Según el padre Chema, la ventaja de su iglesia es que es muy ventilada, con nueve puertas. Y las galerías de la iglesia están prácticamente al aire libre. Al padre Chema se le dificultaría despachar auditorio 'sobrante'. "Se tienen que quedar en las galerías o frente a la Iglesia, pero lógicamente, si pretenden entrar en la iglesia, hay que hacerles comprender que no es posible. A no ser que sean personas mayores y haya que hacerles un hueco", opina.

El padre Chema todavía tiene fe en la conciencia de su prójimo. "Va a regir una especie de autocontrol, como decimos en España, cuando asomen el morro y vean que la iglesia está llena, rápido van a desistir. Además hay miedo. Por ejemplo, para los bautismos, van a poder ser individuales, y todavía no se celebran matrimonios. Hay un grupo que pide, pero tampoco son muchos. Es un sector de feligreses que tienen muy metido lo del cumplimiento. Y algunos todavía no se creen que el Obispo puede dispensar y no pasa nada. El objetivo de la vida cristiana no es ir a misa, sino ser bueno de verdad", augura.

Sobre los sacramentos, el padre Chema sabe que inicialmente solo pueden asistir papás y padrinos. "Otra cosa son los matrimonios, donde hay que tener cuidado, pero advirtiendo a los novios, que seguramente serán prudentes. En fin, hay que comenzar y como todo es novedoso, hasta el virus, pues iremos corrigiendo sobre la marcha", reconoce.

Por el momento el padre Chema sabe que deben olvidarse de las catequesis presenciales y por eso algunos catequistas ya las están pasando vía Zoom. Sin embargo, reconoce no todos están preparados en las nuevas tecnologías.

"Esto con los niños de segundo año. Los de primer año lo tienen perdido porque justo nos pilló el virus cuando estábamos organizándonos. Y todavía estaban abiertas las inscripciones. Así que no les conocemos. Año perdido, luego vienen las catequesis con los papás. En lo que respecta a los cursos prematrimoniales que tienen que ser presenciales, verán cómo los organizan. "En fin, es como, reinventar parte de la pastoral parroquial", confiesa.

En el caso del sacerdote Fernando Cabrero, de la Iglesia La Pompeya. Dice que el jueves 16 tendrán la primera reunión de vicarios y obispos para ver el tema del protocolo. "Mientras tanto lo que hacemos es calcular una persona por banco, es decir un máximo de personas de 26 en un costado y en la parte posterior que abrimos, 24, mientras que en el altar habrá cinco: dos sacerdotes, un monitor y dos animadores para el canto. Pero la realidad es que eso lo veremos el jueves 16", sostiene.

En el caso de que llegara más gente de la que permite la ordenanza,, 30% del aforo, Cabrero dice que tendrá que haber dos personas en la puerta externa, como los antiguos acomodadores de los cines. "Tenemos otras misas los domingos y también las compartimos por Zoom.

Y a pesar de que estresa el asunto de protocolos y bioseguridad, no lo niegan, el padre Chema confiesa que se emociona con la sola idea de ver su iglesia llena y con los creyentes tendiéndose la mano, como antes.