Opinión

La reinvención de los bolivianos

8 de abril de 2020, 3:00 AM
8 de abril de 2020, 3:00 AM

Al comenzar el año 2020 nadie imaginó que el mundo estaría sumergido en una crisis sanitaria tan grave y compleja; que esa contingencia arrastraría la economía global y dejaría a los gobernantes perplejos, inventando políticas y acciones que permitan sobrellevar las consecuencias de este momento sin precedentes, aún sin saber hasta dónde pueden llegar esos efectos.

En Bolivia, la epidemia de coronavirus ha hecho que se vean hasta el fondo las deficiencias en el sistema de salud y también que se ponga en evidencia que la superación de la pobreza integral fue más un discurso y una ilusión que una realidad palpable. Nunca como ahora está tan claro que hay bolivianos que carecen de ingresos para comer cada día; que la mayor parte de la población no accede a la salud de manera gratuita y que solo acude al médico cuando tiene alguna urgencia, jamás para prevenir los males, ya que ese es un lujo al que pocos pueden acceder. Jamás como ahora se ve que la informalidad de la economía nacional deja tantos vacíos y tan altas facturas por pagar.

Jamás como ahora, los bonos económicos que pretenden ayudar a sobrellevar la cuarentena han sido tan insuficientes, porque son millones los que tienen hambre y son menos los recursos con los que el país cuenta en este momento. Es precisamente esta la hora en la que se debe administrar la pobreza y hacerlo con la mayor eficiencia, caminando a ciegas, porque no se sabe hasta cuándo durará esta crisis ni las vicisitudes que traerá consigo.

En los momentos de mayor dificultad es cuando los bolivianos han demostrado su capacidad de resiliencia y su disposición a la solidaridad. Y es eso lo que se está viendo en este momento complicado. Las iniciativas ciudadanas de búsqueda de alimentos para llevar a los más necesitados surgieron en algunas poblaciones rurales, donde comerciantes y vecinos hicieron colectas. Ahora se han comprometido instituciones como la Cámara de Industria y Comercio, algunos supermercados, organizaciones de la sociedad civil y la misma Gobernación Departamental, debido a que hay familias que no tienen ingresos ni acceden a los bonos, por lo que precisan del apoyo de aquellos que sí pueden compartir lo que tienen.

Esas acciones solidarias se han puesto en evidencia en la colecta de alimentos, también en las iniciativas para la fabricación de barbijos, máscaras, respiradores mecánicos y otros insumos de bioseguridad para suplir la falta de los mismos, allá donde médicos, enfermeras y el resto del personal de salud ponen la vida para ayudar a los pacientes con Covid-19.

Estas iniciativas son positivas y enseñan el mejor rostro de la sociedad. Pero tienen que ser más que acciones esporádicas o aisladas. De pronto, ante el escenario incierto al que nos enfrentamos como país, estas acciones deben ser sostenidas y hasta institucionalizadas. No alcanzarán todos los recursos económicos o profesionales con que cuenta el Estado para atender todas las necesidades. El sector privado, con todos sus recursos y talentos, tiene un rol crucial que cumplir; mientras que las acciones emergentes de la sociedad civil son y serán un pilar fundamental para seguir adelante.

En el mundo se está librando una guerra que ahora tiene el rostro de un virus de rápida transmisión; cuando éste logre ser controlado, la siguiente batalla tendrá que ser contra la pobreza, contra la quiebra de empresas y contra el desempleo. Será entonces donde las ideas innovadoras, el trabajo mancomunado y la unión de la sociedad serán determinantes para salir fortalecidos. Aún no se sabe cuánto tiempo durará esta crisis, lo único real es que cada día vale oro para trabajar y buscar soluciones.

Bolivia y particularmente Santa Cruz saben lo que es reinventarse y construirse loseta por loseta. Esta es una nueva oportunidad de demostrar de qué están hechos los habitantes de esta tierra. Los hijos y los nietos de esta generación mirarán con orgullo lo que ya se ha comenzado a hacer en este momento de depresión social.

Tags