La suspensión de las clases escolares fue la primera medida que se asumió para evitar los contagios de coronavirus. Casi un mes después, profesores y estudiantes tratan de adaptarse al nuevo escenario

8 de abril de 2020, 8:03 AM
8 de abril de 2020, 8:03 AM

Un jueves, de manera sorpresiva, se decretó la suspensión de clases. Esa mañana, miles de estudiantes se quedaron en sus casas, sin fecha de retorno a las aulas. Colegios y profesores estaban en la obligación de adecuarse a este nuevo escenario con el apoyo de los padres de familia. Casi un mes después, el cumplimiento de los avances es irregular.

El acceso a internet marca la continuidad de la educación escolar. No todos los estudiantes tienen conexión a los espacios virtuales y se ven en la necesidad de cumplir las tareas por otros mecanismos. “En el área rural no todos los padres tienen teléfonos. Si lo hacen, son modelos antiguos para llamar y recibir llamadas” expresa Claudia Becerra, profesora de primaria en la Unidad educativa 6 de Agosto, escuela comunitaria vocacional.

“Cuando retornen a clases será necesario fortalecer y repasar todo lo que se ha avanzado”, considera Karen Kaiser, profesora de música para el nivel secundario en el colegio José Malky. 

La tecnología se ha convertido en la principal barrera para normalizar el desarrollo escolar. Diversos colegios privados cuentan con plataformas de trabajo que permiten a padres y estudiantes sostener el avance académico. Osman Patzzi, docente virtual, considera que “la conectividad provoca una profunda brecha entre la educación privada y pública. Es un tema difícil de resolver; sin acceso a recursos tecnológicos es difícil la enseñanza virtual”.

Patzzi recomienda que, en los primeros días, el docente pueda “marcar las reglas claras” para guiar el trabajo y definir “las plataformas que se utilizarán para el envío de trabajos”. En ocasiones, los centros educativos cuentan con aplicaciones propias o adoptan plataformas gratuitas para vincularse con los estudiantes.

Henry Escalante es docente de inglés en el Colegio Domingo Savio y responsable de la plataforma Google Classroom para el mismo centro. Cuando se decretó la suspensión de clases, el colegio volcó la labor educativa a su plataforma. Fue un periodo de adaptación para todos. “Los chicos nos ganan en el uso de la tecnología. A muchos les está yendo bien. Son autónomos”, considera Escalante.

La formación virtual permite que los estudiantes “despierten la curiosidad que tienen en un tema para que puedan enriquecer el conocimiento con el acceso a la tecnología. Tienen más tiempo y lo usan para aprender algo más” expresa Escalante. La autonomía del aprendizaje invita a los alumnos para que sean ellos los que determinen el ritmo y profundidad del aprendizaje.

No todos los profesores pueden relacionarse con los estudiantes en entornos virtuales. Becerra, profesora de primaria en una unidad educativa de Cotoca, mantiene el contacto a través de mensajes de WhatsApp y videos que ella misma elabora. Las limitaciones de acceso a internet son la principal traba para avanzar.

El acompañamiento de los padres se ha convertido en un respaldo para los profesores. “A pesar de que algunos protestan, el apoyo de los progenitores para superar la ausencia a clases es fundamental”, confiesa Kaiser. Ellos son quienes observan de manera directa el trabajo de sus hijos y marcan las pautas de cumplimiento. Becerra, reclama que no todos los padres están igualmente involucrados en el aprendizaje de los chicos. Algunos, comenta, se despreocupan.

Los entornos de aprendizaje virtual convierten a los padres de familia “en auxiliares principales que ayudan al profesor”, define Patzzi. Considera que “deben mirar lo que los hijos están haciendo, ejercer un control prudente. No deben realizar las tareas”, que son responsabilidad de los estudiantes.

Las largas horas en casa pueden desmotivar a los estudiantes. Todos los profesores consultados insisten en la necesidad de mandar mensajes de aliento y motivación. “Al estar en la computadora o el teléfono, las distracciones son muchas más y es más fácil distraerse” explica Patzzi. Becerra comparte materiales didácticos que permitan a los estudiantes distraerse. “Son videos y actividades para que los niños se diviertan: pintado, rompecabezas, dibujos, actividades que puedan realizar en el hogar como juegos y experimentaciones”, comenta. Se trata de salir del ambiente de clase y lograr los aprendizajes mediante otras dinámicas.

Estudiantes motivados pueden rendir mejor que en el sistema presencial. La motivación intrínseca los impulsa a superarse a sí mismos y no a compararse con el grupo. “Los estudiantes demuestran un grado de corresponsabilidad loable”, valora Kaiser para referirse a los estudiantes de secundaria del José Malky. “A pesar de estar en casa, hay un cumplimiento notable”. Escalante considera que una gran mayoría de los estudiantes está aprovechando adecuadamente la formación virtual. Son escenarios que ellos conocen bien y adecuan sus tiempos y ritmos al aprendizaje. 

“Alrededor de un 80 % está mostrando un cumplimiento satisfactorio”, describe el responsable de la plataforma virtual del Domingo Savio.

En los colegios públicos la realidad es diferente. La falta de acceso a la tecnología es reemplazada por la voluntad de los docentes. “Atiendo cada vez que lo solicitan, estoy atenta a las necesidades de los padres para acompañar a los estudiantes. Es difícil avanzar sin el trabajo en aula”, dice Becerra.

Kaiser recupera la propuesta que en su momento planteo el Ministro de Educación, Víctor Hugo Cárdenas, al pedir que se priorizase los temas fundamentales para cada grado