El anuncio llegó luego de conocerse la carta de renuncia de la ministra de Comunicación, Roxana Lizárraga, que denunció un entorno prorroguista y acciones que alejan al Gobierno de sus objetivos

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27 de enero de 2020, 6:38 AM
27 de enero de 2020, 6:38 AM

La candidatura de la presidenta Jeanine Áñez para las elecciones generales del 3 de mayo tiene la primera consecuencia en su Gobierno: crisis de gabinete y un portazo de la ministra de Comunicación, Roxana Lizárraga. 

Ayer, la secretaría de la Presidencia dio a conocer un escueto comunicado en el que se anunciaba casi una tormenta: “La presidente constitucional Jeanine Áñez considera que es usual que en vísperas de la inscripción de los candidatos se produzcan ajustes en el equipo de trabajo en el órgano Ejecutivo. Por lo tanto, ha decidido solicitar la renuncia de todos los ministros”, informa y promete celeridad: “También anuncia al pueblo boliviano que completará o ratificará a su equipo de Gobierno en el menor tiempo posible para dar continuidad a los objetivos trazados en el inicio de su gestión y agradece a todos por su trabajo”. Finalmente, garantiza normalidad en la gestión: “La presidenta se compromete a que su candidatura no afectará en nada su propósito de trabajar para todos los bolivianos buscando la paz y la estabilidad de Bolivia”.

La medida se hizo pública horas después de que Lizárraga hizo conocer su carta de renuncia y fue justamente ella la primera en reaccionar a la orden ejecutiva de renuncia colectiva. “No, no es normal que se produzcan ajustes en el gabinete (ante la inminencia de elecciones), a menos que el Gobierno tenga un candidato propio. Si Áñez no fuese candidata, no tendría por qué cambiar a sus ministros”, sentenció.

El viernes último, Jeanine Áñez anunció que encabezaría la alianza Juntos y buscaría quedarse en la Presidencia, cargo que asumió el 12 de noviembre, luego de la renuncia de Evo Morales, que salió del país presionado por 21 días de protestas populares y la sugerencia de las Fuerzas Armadas de que renuncie.

La decisión de la beniana desató críticas en sus ahora contendientes que le recordaron que una de sus misiones era garantizar un proceso electoral limpio e imparcial -sobre todo después de la anulación de los comicios del 20 de octubre por presunto fraude- y generó un debate entre constitucionalistas que no se pusieron de acuerdo en si Áñez debe renunciar para postularse o puede seguir en el cargo.

Molestia interna

Hasta el momento, la crítica más fuerte a la candidatura de Áñez no ha venido de sus opositores, sino de una de sus aliadas más férreas: Roxana Lizárraga. La ahora exministra de Comunicación, que al inicio del mandato de transición llegó a acusar de sedición a algunos periodistas y siempre se ha referido al Gobierno de Morales como una dictadura, dejó una muy dura carta a modo de renuncia irrevocable.

Lizárraga comienza su carta recordándole la misión del periodo de transición: “Constituimos el gobierno interino bajo la presidencia de Jeanine Áñez, para responder al mandato de hacer elecciones libres, limpias y justas”. Luego dice que en los 75 días de gestión se abocó a unir a los bolivianos para sanar las heridas, que contribuyó a la “recuperación de la libertad de expresión” y desvela que llegó al cargo como una propuesta del movimiento cívico. Ahora, dichos dirigentes también postulan a la Presidencia a través del binomio Luis Fernando Camacho-Marco Pumari.

A partir de ahí, vienen las críticas: “Es claro que nuestro Gobierno transitorio ha perdido sus objetivos (elecciones libres, nombrar un Tribunal Supremo Electoral Imparcial y transparencia en la administración pública). “Le estamos empezando a fallar a la revolución de las pititas. No se puede ocultar el hecho de que su Gobierno ha comenzado a incurrir en los mismos males del masismo que combatimos”, escribió. Lizárraga argumenta que, al convertirse en presidenta-candidata, Áñez dejó de lado el mandato del pueblo movilizado y ha puesto el Gobierno “al servicio de un grupo de políticos y de un Gobierno prorroguista”.

Le critica que haya usado los medios estatales para transmitir el anuncio de su candidatura y que sea candidata cuando es ella la que nombró al presidente del actual Tribunal Supremo Electoral. “Solo quiero pedirle que reflexione, porque estoy segura que no es este el cambio que nos señaló la ciudadanía”, escribió.

Para José Orlando Peralta, politólogo, La renuncia de Lizárraga es un síntoma del descontento de una parte se la ciudadanía con la decisión de Áñez. “Después del 22 de enero, la presidenta dejó de lado la lógica de la revolución de las pititas y empezó a manejarse con la lógica política tradicional: ejercer el poder por el poder utilizando la retórica de la unidad”, dijo. Cree que el pedido de renuncia colectiva es un reacomodo, para la campaña.

En silencio

El resto del gabinete de Áñez no ha emitido opinión ni del pedido de renuncia ni de la carta de Lizárraga. EL DEBER trató de conocer la opinión de Yerko Núñez, ministro de la Presidencia, y de Arturo Murillo, ministro de Gobierno, pero ninguno contestó el teléfono.

La crisis de gabinete no sería total. Fuentes de Palacio dicen que Fernando López, ministro de Defensa y exasesor de Comunicación de Camacho, seguirá en el cargo y que tienen más comprometida su continuidad algunos ministros del área económica y social. También se habla de la reemplazante de Lizárraga. Se trataría de una periodista con especialidad en marketing digital.