Es considerado un defensor de los derechos humanos. Como rector de la UMSA ha sido parte de la formación del Consejo Nacional de Defensa de la Democracia

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28 de enero de 2018, 4:00 AM
28 de enero de 2018, 4:00 AM

Es rector de la UMSA y fue defensor del pueblo. Ahora es uno de los principales activistas para demandar el respeto al voto del 21-F contra la reelección indefinida de Evo Morales. 

 ¿Por qué cree que es importante defender la democracia?
La mejor forma de convivencia en un colectivo humano es la democracia, para que reine la paz, para que estén vigentes los derechos de las personas, para que exista igualdad de oportunidades, para satisfacer las principales necesidades de un pueblo.

Así lo ha entendido el pueblo boliviano. Lo que no han hecho los diferentes gobiernos, los anteriores y el actual, es generar las condiciones para el perfeccionamiento de esa democracia. Lo que hicieron es extinguir, por ejemplo, la independencia de poderes y controlarlos desde el Gobierno; por eso es que en Bolivia nunca ha existido un Poder Judicial independiente, un Ministerio Público independiente, un Parlamento independiente. 

Partiendo del temperamento que tiene el presidente y el vicepresidente, cuya actitud es muy intolerante frente a la sociedad civil y a sus adversarios políticos, vemos que ellos están conduciéndonos como Gobierno  hacia un régimen de facto.

Subordinan al Órgano Judicial, utilizan al Tribunal Constitucional Plurinacional forzándolo a emitir un fallo contra sus propias atribuciones y contra la propia CPE para permitir la re-re-repostulación del presidente y del vicepresidente en las próximas elecciones; controlan a la mayoría de los medios de comunicación, ocasionando que varios de ellos entren en una dinámica de autocensura, bajo amenaza de no darles publicidad si no despiden a tal o cual periodista crítico del Gobierno, etc.; vulneran los derechos humanos, como con el caso de los presos políticos.

¿Esas son las fragilidades de la democracia?
Claro, advertimos que la democracia está en peligro, porque en vez de que sea perfeccionada, se la está dañando. Vulnerar la Constitución por acción propia del Gobierno, que debería ser el principal llamado a garantizar su vigencia, muestra un frente tan peligroso, tan negativo, que nos hace ver que se va consolidando un régimen de facto y nos están llevando a una especie de monarquía medieval, en la que el rey era el dueño de todo, legislaba, gobernaba, era el dueño del Ejército, de los recursos económicos y las vidas de las personas dependían de la buena o mala voluntad del rey.

A eso nos está llevando hoy día este Gobierno, ya que no existe un tribunal adonde alguien pueda acudir cuando uno se sienta víctima de los abusos del régimen, ¿no es cierto?, ¿qué garantías tiene la población? Estamos en una especie de indefensión ciudadana, de inseguridad jurídica y ausencia de Estado de derecho. 

Por eso es que muchas instituciones nos hemos aglutinado en lo que es el Conade (Comité Nacional de Defensa de la Democracia), que no tiene una finalidad político-partidaria, sí tiene una finalidad política, es obvio, porque estamos reclamando que se recupere la democracia, eso es un objetivo político, pero no partidario. No se tiene ninguna actitud antigubernamental o de boicotear o de desestabilizar al Gobierno, no nos interesa acortar el mandato, más bien nos interesa que el presidente y el vicepresidente terminen su gestión dentro de los plazos que establece la CPE. Cuando desde el propio Gobierno se generan condiciones para llevarnos a una especie de dictadura encubierta, entonces alguien tiene que reaccionar. Lo que se hace ahora es meter la política del miedo en diferentes lados, hay medios de difusión que ya no informan por ese temor o porque no les quiten la publicidad, hay jueces que no quieren contrariar al Gobierno. Si todos se van a manejar por la lógica del miedo,
¿quién va a defender la democracia de este país?

Entonces, ¿la decisión de abrogar el Código Penal fue honesta o fue una estrategia para cuidar su repostulación?
(El Gobierno) no decide abrogar porque escucha al pueblo o porque quiere mandar obedeciendo al pueblo, sino porque veía que a partir de este conflicto irían adquiriendo más fuerza las otras demandas y se convertirían en un pliego nacional. Su medida es netamente política.

 pesar de ello, lo que yo estoy notando es que la gente no está satisfecha solo con la abrogación del código, sino que exige respeto a los resultados del referéndum del 21 de febrero, respeto a los derechos humanos, a muchas demandas legítimas que tienen que ver con recuperar espacios democráticos y que el autoritarismo se vaya reduciendo. Esa es la consigna general de la gente y a eso se suman colegios de profesionales, universidades, comités cívicos y otras entidades y que tienden a crecer; lo que sería importante es que el Gobierno reconduzca su actitud, deje de llevarnos a ese sendero que desemboque en un régimen de facto, que haga conciencia y restablezca a plenitud el sistema democrático. Eso les va a servir a todos, nadie va a perder, todos vamos a ganar.

¿Es la clase media la que protesta?
El otro día en una de las marchas que estaba empezando a bajar de la Ceja de El Alto, en la que había más o menos unas 20.000 personas, yo miraba a mi costado, adelante y atrás, y la gran mayoría tenía rasgos aimaras; el 99% de las personas que estaban marchando era de origen indígena y estaban marchando contra Evo, contra la ley, estaban marchando por el respeto al 21-F o contra los abusos del Gobierno. Entonces no es la clase media, es la ciudadanía boliviana, los cambas, collas, chapacos, cochabambinos, independientemente del color de su piel, como pueblo están reclamando que se respete nuestra democracia y que se dejen de cometer estos actos autoritarios.

La clase media tiene su protagonismo, pero no es exclusivo de la clase media, sino del pueblo boliviano y ellos tienen que saber leer esa realidad, aunque nos tratan de hacer ver que es ‘la derecha contra el Gobierno’. ¿Cuál derecha? No hay más derecha que la que está en el propio Gobierno. El problema es que ellos tienen una falsa dicotomía: Gobierno versus clase media, Gobierno versus derecha, y no es así.

¿Y cuál es el rol de la oposición partidaria?
Mira, yo te digo con sinceridad que el pueblo boliviano en este momento no tiene una preferencia partidaria, porque así como cuestiona al partido político del Gobierno por sobradas razones, también cuestiona a la clase política tradicional, que hoy está eventualmente de opositora, pero es una oposición funcional al Gobierno porque no le hace ni cosquillas. Más bien, el Gobierno está preocupado porque su verdadera oposición está en las calles, en la gente que le está reclamando un conjunto de actitudes y arbitrariedades.

Ese pueblo no es de izquierda ni de derecha, la gente está saliendo a las calles porque no tiene interlocutores válidos y sale a través de sus propias instituciones, su sindicato, su comité cívico, su universidad. La crisis le está llegando a la clase política en general, que incluye partido de Gobierno y opositores, porque la gente está buscando otras opciones, ya está cansada de la vieja política corrupta y oportunista.

¿Cree que las protestas son solo circunstanciales o durarán?
Yo diría que es una rebeldía que está emergiendo, cansada de ver tantas injusticias y de no verse representada en los estamentos políticos. Hay mujeres que no se sienten representadas ni siquiera en las mujeres parlamentarias, hay jóvenes que no se sienten representados en las instancias de poder y hay gente pobre que se siente utilizada porque los políticos llegan donde ellos solo en épocas preelectorales y después hasta la siguiente elección.

Los partidos políticos son los que menos credibilidad tienen porque su forma de hacer política es convencional y ensimismada. Cuando llegan al Congreso, los parlamentarios le consultan al presidente Evo Morales en vez de su jurisdicción. ¡Cómo no se va a enojar la juventud o las mujeres porque hay una ausencia de representación democrática, porque está clamando a gritos otras opciones con las que se sientan representadas!

También hay inquietud por la falta de liderazgos.

Es lo que está aconteciendo. La política no es mala, muchas veces nuestros progenitores nos han dicho: “No te metas en  política”, “ponte a trabajar”. ¿Por qué nos dicen eso? Porque los políticos del pasado y del futuro lo han hecho tan mal que han desprestigiado la política, pero esos jóvenes, mujeres, etc., necesitan portavoces, alguien que exponga sus inquietudes y aspiraciones. En consecuencia, lo que falla es la forma de hacer política.

¿Y cómo debería ser un candidato alternativo?
No vamos a encontrar una versión moderna de la madre Teresa de Calcuta, pero encontremos pues una persona honesta y no solo una, sino varias. La nueva política o la gente que ingrese a ella debe ser aquella que esté dispuesta a dar su vida por los demás, que haga a un lado sus intereses individuales, sus intereses de poder, sus miserias humanas, para ser un referente de ética y de altruismo en el ejercicio de la política, que debería entenderse como la actividad más hermosa del mundo que implique luchar por los derechos humanos, contra las desigualdades, contra la discriminación y contra los atropellos que vienen desde las instancias de poder. Me refiero a valentía, honestidad y transparencia; lamentablemente, nuestros políticos no tienen esto y es por eso que la gente está muy descontenta.

¿Cuál debe ser la narrativa discursiva que una al país?
Primero, hay que hacer causa común para defender nuestra democracia, es decir, la independencia de poderes, de modo que  cuando te sientas atropellado por un Gobierno con mucha confianza deberías acudir, por ejemplo, al Poder Judicial para que te haga justicia y que ese juez no tenga que estar preguntándole por teléfono al ministro de Gobierno cómo tiene que fallar. ¿Crees que ahora existe un juez o un fiscal que tenga el coraje de iniciarle una acción penal, por ejemplo, a las autoridades de Gobierno por sus fechorías? No lo van a hacer. Si alguien se anima, va a tener que armar maletas para irse del país.

¿Usted se ve como candidato?
A mí no me parece ético aprovecharte de todo este momento difícil que está atravesando el país donde tenemos la obligación de interpelar al Gobierno con valentía. Hay momentos en la vida del país que vendrán en los que la ciudadanía definirá, pero en este momento yo no considero ni oportuno ni ético querer aprovecharte para perfilarte como candidato. El boliviano ahora está pensando en querer recuperar su democracia, en que se respeten los resultados del 21 de febrero, en que se respete la libertad de prensa, etc. y que los gobernantes se limiten a cumplir lo que dice la Constitución.

Hay analistas que alertan del peligro de que no haya elecciones en 2019, ¿qué opina?
Es probable. Ellos siempre afirman que han sido el mejor Gobierno de la historia del país, pero si tiene tantas virtudes, cómo no va a tener la capacidad de darle alternativas también de candidatos; está demostrando que sin Evo Morales es incapaz de sobrevivir a la historia. Todos sabemos que si Evo no es candidato tienen el riesgo de perder las elecciones y  de extinguirse como organización política, entonces su propia obsesión de mantener a Evo como candidato es la forma de reconocer públicamente que ellos no tienen ni la madurez ni la capacidad para sobrevivir en el tiempo con otra persona que no sea Evo Morales.

¿Cuándo cambió la relación entre Evo y la ciudadanía?
El desafío que tiene el ser humano no es cuando está abajo, sino cuando está arriba. Cuando están abajo los ves humildes luchadores, muy sensibles, solidarios y correctos, pero cuando están arriba se les sube tanto los humos, se agarran tanto del poder que no sé si hay una verdadera transformación de la persona o se descubren tal como son, el hecho es que esa estadía en el poder ha envilecido a los dos gobernantes y esa es la explicación que yo puedo dar. Ojalá todo lo que está pasando genere una reflexión profunda para que en el tiempo de mandato que les queda recuperen espacios de concertación.