No ven en Ramiro Guerrero el perfil para avanzar en la negociación marítima y en el juicio por las aguas del Silala. Por ahora, la relación es nula y sin contactos

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24 de marzo de 2019, 4:00 AM
24 de marzo de 2019, 4:00 AM

Chile es la histórica piedra en el zapato en el camino de la diplomacia boliviana. Hoy, la balanza está a favor del vecino país tras la decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que desestimó la demanda marítima boliviana. Además, se delibera sobre el caso de las aguas del Silala en el mismo tribunal, con sede en La Haya (Holanda). Aparte del tema jurídico se vive una fricción en el ámbito político por el apoyo del Gobierno de Evo Morales al presidente venezolano, Nicolás Maduro, a quien Santiago le bajó el pulgar.

El rostro boliviano en territorio chileno ahora es Ramiro Guerrero, quien fue el fiscal general del Estado y que remplaza a la historiadora Magdalena Cajías. Esta designación levantó polémica en el país, pero poca repercusión tuvo en la capital chilena.

El historiador y analista internacional Andrés Guzmán Escobari no ve en Guerrero un perfil adecuado para dirigir la difícil relación diplomática que se viene con Chile, todo por la derrota en la CIJ y por el juicio pendiente por las aguas del Silala. El experto considera que un cónsul boliviano en Santiago debe tener muchos contactos con personalidades de ese país.

“Chile tiene los contactos con países de la región y Bolivia se marginó por apoyar a Venezuela. Así nada podrá prosperar, ninguna negociación. Lo que se necesita en Chile es una persona que tenga buenos contactos en ese país, que pueda llegar a personas influyentes, que pueda llegar al Gobierno chileno y el perfil de Ramiro Guerrero no es ese, él no conoce a nadie en Chile y no creo que logre algo”, detalla Guzmán.

En La Paz hay posiciones divididas por la designación de Guerrero, quien asumió el consulado en Santiago sin antes jurar públicamente a su cargo, como lo hacen todos los diplomáticos. El oficialismo lo defiende, es más, lo apoya y destaca su trayectoria.

Fue el ministro de Justicia, Héctor Arce, quien defendió la designación del exfiscal general. “Saludamos la designación de Ramiro Guerrero Peñaranda como nuevo cónsul general de #Bolivia en #Chile. Su experiencia jurídica y política será de gran ayuda para los grandes objetivos de la nación boliviana en nuestra relación con el país transandino” (sic), escribió en su cuenta en Twitter.

Respaldo a Guerrero

Ese mismo respaldo le brindó el canciller Diego Pary, quien destacó la carrera profesional de Guerrero y pidió paciencia para evaluar la gestión del exfiscal general, a quien vinculan con el Movimiento Al Socialismo (MAS).

Es el senador opositor Edwin Rodríguez que lamenta la designación de Guerrero por la relación contractual que existe con Chile. El legislador señala que el exfiscal general no tiene el perfil diplomático para encarar el escenario post La Haya y peor aún, dice, la demanda por el Silala. Además, el candidato a la vicepresidencia ve en esta designación un ‘pago de favores’ entre Guerrero y el Gobierno.

“Es un momento complicado en la relación con el Gobierno de Chile. Se necesita personas capaces para sobrellevar este coyuntura y el Gobierno no piensa en el interés común del país y solo piensa en sus intereses al designar a Ramiro Guerrero, quien no tiene la mínima idea de diplomacia”, reprocha Rodríguez.

Por su parte, el exministro de Autonomías y analista internacional, Hugo Siles, aclara que Guerrero, al ser designado como cónsul general en Chile, no abordará temas diplomáticos con el Gobierno chileno, ya que sus funciones son más, dice, para los trámites y colaboración a los compatriotas que viven en ese país. “Será imposible que el señor Ramiro Guerrero se reúna con el canciller de Chile, se puede reunir con un funcionario de Cancillería”, dice el experto.

Las relaciones entre Bolivia y Chile poco cambiarán a partir de hoy. La fricción diplomática y política se mantiene y en lo político existe un distanciamiento que evita un mínimo contacto entre los mandatarios. Morales y Piñera se vieron una sola vez tras el fallo de la CIJ. Fue en la posesión del presidente brasileño, Jair Bolsonaro. Fue un apretón de manos y un diálogo cordial. Corto y sin resultados.

Ese es el nivel de la relación con Chile, y ahora más complicado con el fallo que favoreció a Santiago.

Eso complica las aspiraciones bolivianas, pero se mantiene el pedido de diálogo para resolver el centenario conflicto marítimo. Al frente solo existe una respuesta: respeto al dictamen y dejar a un lado el concepto de soberanía.

La fricción todavía está débil. Se viene el fallo sobre el Silala, algo que por ahora no une a los bolivianos como lo hacía el mar.

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