Se llama Curcumaorganics Ltda. y está en Buena Vista (Ichilo), integra a familias que ya tienen sembradas ocho hectáreas de esta raíz

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1 de julio de 2019, 7:00 AM
1 de julio de 2019, 7:00 AM

uizás usted no está familiarizado con este rizoma, pero con seguridad que sí conoce el curry, que es una mezcla de condimentos de los cuales el 80% está constituido por la cúrcuma.

Se trata de la raíz de una planta que, según diversos estudios, posee propiedades medicinales: antiinflamatorias, antitumorales y protectora hepática, entre otras, explica Stefano Calabi Tejada, gerente de Curcumaorganics Ltda, que está culminando la instalación de una planta procesadora en Buena Vista.

Por eso la cúrcuma es ampliamente utilizada en tratamientos medicinales, además de cosméticos, en condimentos, y como colorante en diferentes industrias.

Según datos, existen más de 7.000 estudios científicos y miles de artículos sobre esta especia o de alguno de sus componentes, informando sobre investigaciones in vitro, y también con personas, lo que pone de manifiesto su alto potencial terapéutico.

Calabi destaca que se animó a iniciar este emprendimiento sobre la base de los conocimientos heredados de su familia, de origen italiano, radicada en Tarija, donde cultivan este vegetal.

Desde hace cinco años inició la empresa, ahora constituida por tres socios e integrando a una decena de familias de la zona buenavisteña, a cultivar cúrcuma bajo un modelo cooperativo. “Empezamos con ocho hectáreas (ha), con la perspectiva de llegar a 20 ha en 2020 y así ir aumentando gradualmente hasta llegar a 100 ha”, comentó.

Refirió que el año pasado asistió a una feria de productos alimenticios en París (Francia), y que allí fue altamente valorada la calidad de la cúrcuma que llevó de muestra, y constató que existe un mercado potencial para los derivados de este rizoma.

También comprobó que el precio internacional oscila entre $us 2.000 y $us 3.500 la tonelada de cúrcuma y que el mayor comprador a escala mundial es Estados Unidos, seguido de India, Irán y Emiratos Árabes.

La meta de Stefano Calabi Tejada es atender el mercado nacional y, al mismo tiempo, proyectar el fortalecimiento de la exportación de tres tipos de derivados: cápsulas, extracto líquido y en polvo a los que califica como 100% orgánico.

“Es una labor que demanda mucha dedicación y control de calidad. En términos comparativos, cada gramo del producto equivale a casi 2 kilos de la raíz en su estado natural. Contamos con la patente de la concentración del líquido de cúrcuma y el debido registro en el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag). Ya tenemos avances importantes para exportar a mediano plazo, a los mercados de Alemania y Japón. Al mismo tiempo buscamos que el crecimiento proyectado se logre con el apoyo de empresas nacionales que deseen sumarse a este emprendimiento”, indicó.

Algo de historia

Según registros históricos, la cúrcuma es una planta originaria de la India, en donde fue utilizada por primera vez entre los años 610 y 320 antes de Cristo. Es conocida comúnmente como ‘azafrán indio’ y ‘sabor de oro’.

El nombre de cúrcuma procede del árabe clásico kurkum, que significa ‘amarillo’, posiblemente en alusión al azafrán. Pero también se lo conoce con otros nombres vernáculos como halud, haridra, gauri, o el nombre inglés de turmeric.

La planta alcanza hasta un metro de alto, de hojas grandes, ovaladas y agudas, de color verde claro. Las flores pueden ser de color blanco, amarillo pálido, o púrpuras, según la variedad.

La cúrcuma en la India está ligada a rituales de profundo arraigo social. En la tradición hindú es costumbre, sobre todo en las mujeres, marcarse la frente, con polvo de esta raíz, con un círculo rojo, negro, o dorado, como símbolo de virtuosismo, pureza y observancia religiosa, así como de culto a la divinidad Shakti, considerada energía del Universo.

Este símbolo, que representa un tercer ojo, se conocen como bindi en el caso de las mujeres, y tilaka o tikka en los varones.

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