El sábado su vehículo sufrió un accidente y quedó inutilizado, pero no baja los brazos y sigue luchando contra el fuego. Quiere dejar a sus hijos un mejor lugar para vivir

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2 de septiembre de 2019, 6:00 AM
2 de septiembre de 2019, 6:00 AM

“Convoco a bomberos forestales voluntarios para que podamos armar un equipo o cuadrillas y ayudar a mitigar los incendios de la Chiquitania, escríbanme al inbox. Por un tema de responsabilidad y seguridad, deben ser bomberos certificados, las personas que quieran colaborar con equipo e insumos también escríbanme por favor, debemos frenar ese avance cruel del fuego contra nuestra naturaleza”. Fue el mensaje que Diego Suárez publicó en su muro de Facebook hace unas dos semanas.

Las respuesta no se hizo esperar. A su convocatoria se sumaron 14 bomberos voluntarios y se fueron a San José de Chiquitos para ayudar a mitigar los incendios. Ahora se encuentran en Taperas. “Todos hemos hecho un pacto de honor de no volver hasta que el fuego se apague. Esperemos que el cuerpo resista”, dice este ingeniero ambiental, que desde el 2006, año en que se formó como bombero voluntario, ha estado en grandes incendios de Porongo, Guarayos, Norte Integrado, entre otros.

El sábado su vehículo, al que llamaban ‘la Gorda’ y que era usado como un carro bombero más, quedó prácticamente inutilizado luego de un choque con vuelque que sufrió a manos de un joven voluntario, que estaba recogiendo algunos equipos de protección para entrar al monte.

No pudo evitar la desazón al ver su vehículo totalmente inutilizado

“Gracias a Dios, nuestro compañerito no sufrió ningún daño, aunque mi vehículo no sirve casi para nada. Me duele porque es un bien personal que estaba terminando de pagar, pero eso no me impide seguir trabajando porque amo mucho la naturaleza y es mi deber protegerla”, remarca Diego que en años anteriores sembró 7.000 plantines por toda la ciudad.

Lamenta que pocas personas se preocupen por el medioambiente y llama a la ciudadanía a arborizar. Cree que solo así nos vamos a salvar. “Ver nuestro pulmón verde quemándose es desolador y no podemos estar indiferentes”, señala

Una carta de su pequeña Valentina, de 7 años, y las palabras de su hijo, Francisco, de 5, para quienes él es su gran héroe, le dan la fuerza para trabajar en pro del medioambiente. Él no bajará los brazos en su lucha por dejarles a ellos un mejor lugar para vivir.

“Todo por ellos”, dice Diego al leer la carta escrita por su hija

Sus primeras armas

“Mi primera experiencia como bombero fue en un incendio de gran magnitud en Porongo, donde aprendí sobre la peligrosidad del fuego. Ayudamos a evacuar a gente cuyas viviendas estaban en riesgo. Fue duro y agotador, pero pudimos mitigarlo. Ahí me animé a seguir con esta labor, para lo cual seguí capacitándome, investigando y dotándome de herramientas. Luego ya estuve comandando a otros grupos de voluntarios y siendo parte de la solución de los problemas”, cuenta.

Ocupó varios cargos importantes en la Gobernación y el Municipio, pero para Diego, el principal es ser bombero voluntario. Asegura que después de dos semanas de lucha sin pausa contra las llamas, tiene el espíritu y la moral alta, aunque la salud les está queriendo pasar la factura a todos.

Su gran pasión es sembrar plantines. Se la transmite a su hijo, Francisco