Autodidactas. En la madre fue innato el impulso por hacer tocados artesanales. Su hija aprendió de verla y hoy tienen una sociedad

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28 de noviembre de 2018, 4:00 AM
28 de noviembre de 2018, 4:00 AM

Deben ser pocas las novias en Santa Cruz que no sueñen con un tocado de Martha Rek. Esta labor artesanal y artística empezó en la urbe de los anillos en 1982 y actualmente recibe pedidos de todo el país y del exterior.

Martha es hija de los josesanos Erwin Rek y Nair López de Rek, se casó con el cochabambino Marcelo Iriarte, en 1974; estudió arquitectura en la universidad de La Plata, donde residió junto con su esposo; no llegó a concluir la carrera y prefirió capacitarse en cosmetología

Al regresar a Santa Cruz, nunca pensó dedicarse a este oficio, llegó con la idea de ejercer en el campo de la cosmética. Justo en ese tiempo se casaba su hermana menor y le pidió que haga su tocado, ese fue el primer paso y el primer arreglo, desde entonces no ha parado. Y ya pasaron 36 años.

Cada obra de arte que adorna la cabeza de la protagonista de una boda es única y exclusiva. Es diseñada en la mente de la artista y luego se plasma en esa joya artesanal en forma de tiara, diadema, corona o peineta. Son horas y horas de quemar pestañas y agujerearse los dedos con los alambres y alfileres para lograr cada maravilla. Al final, lo que importa es el fino acabado con lujo de detalles que hace que cada novia, quinceañera, bachiller o reina de belleza luzca deslumbrante.

El amor de Martha por lo que empezó como un pasatiempo y se convirtió en un negocio hoy tiene una heredera, su única hija, Gretha, está tomando la posta. Tiene dos hijos más.

Instaladas en el taller, ubicado en una calle céntrica de la ciudad, ellas cuentan las aventuras que viven entre perlas y piedras semipreciosas, mientras se entretienen con la locura apasionante de toda novia.

¿Empezó con esta afición al poco tiempo de casarse?

M.R.L.: No. En marzo del próximo año recordaremos 45 años de matrimonio con mi esposo y este pasatiempo lo emprendí ocho años después de casada. Fue para la boda de mi hermana Teri, ella me pidió que le haga su tocado y yo lo dudé en principio, luego me animé y mire, le gustó a la gente lo que hice y continué.

¿Fue un oficio que le permitió criar a sus hijos sin dejar la casa?

M.R.L.: Claro que sí. Lo que empezó como un pasatiempos se convirtió en un oficio y un negocio, a veces tenía tantos pedidos que solo descansaba cuatro horas por las noches, porque era cuando podía hacer, cuando mis hijos dormían.

Hace 30 años la ciudad era chica, no había la misma cantidad de habitantes que hay actualmente, pero aun así tenía muchísimos pedidos, gracias a Dios.

Hoy tenemos encargos de casi todo el país y del exterior, por ello hemos hecho una sociedad con mi hermana, mis sobrinas y mi hija y crecimos.

¿Fue y sigue siendo artesanal su trabajo?

M.R.L.: Sí, es artístico artesanal, exclusivo y personalizado. Ahí radica su valor.

G.I.R.: Son diseños exclusivos, no se repiten, porque es hecho a mano, no puede salir idéntico uno con otro. No sos una máquina.

En este trabajo es muy importante la calidad, la terminación, el acabado, el detalle, más que el material. No es el material, tiene que ser el trabajo lo que se destaque.

¿Cómo incursionó Gretha en esta empresa?

M.R.L.: Ella se formó como abogada, hizo su tesis y se desempeñó en su profesión, pero un día me dijo: madre no quiero trabajar en esto, quiero hacer lo que usted hace.

Grethita tiene el gusto y la habilidad manual para hacer creaciones maravillosas.

G.I.R.: La primera vez que hice un tocado sencillo, ella dijo: ¿cómo?, y le contesté: madre he crecido sentada a tu lado viéndote hacer estas cosas.

¿Y así creció la marca?

G.I.R.: Con mi incursión formamos una sociedad, mi madre y yo tenemos el 50% y mi tía Teri con sus dos hijas tiene la otra mitad. Ellas se dedican a la marca Lamamá, de confecciones infantiles para damas y pajes de bodas, y trajes para bailarinas de ballet, mientras que nosotras los decoramos y hacemos los tocados o broches.

Actualmente, la mitad de mis clientes novias son de diferentes lugares del país, Cochabamba, Potosí, Oruro, Sucre, de Beni y de Pando, se hacen hacer sus vestidos aquí y me hablan para que les haga el tocado, me encargan personalmente o por chat.

También mandamos tocados a Estados Unidos, Italia, Filipinas, México, Brasil y mucha gente que ve en esos matrimonios nuestros trabajos nos encarga los arreglos.

¿Qué otras cosas hacen?

G.I.R.: Además de los tocados, hacemos broches para los vestidos, aretes, collares, manillas, las copas y los cortadores de torta decorados. La liga para la novia y el arreglo de la solapa del novio. Hacemos rosarios para las bodas católicas para que el sacerdote una a los novios. Todos los implementos para una boda.

M.R.L.: También hacemos buqué, a mí me gusta mezclar mis arreglos con flores naturales

¿Qué materiales utilizan?

M.R.L.: Antes pues no había más que perlas, lentejuelas, chaquiras y arrocillo. Había que ingeniárselas y así me volvía más creativa.

G.I.R.: Ahora hay más opciones, la gente fue trayendo material de Brasil y de China. Nosotros compramos acá, lo que encargamos es Swarovski, que son piedras semipreciosas.

¿Hay tendencias en los tocados de novia?

M.R.L.: En eso puedo decir que mi hija me ha superado, está más actualizada en la moda y en los materiales. Si es mejor que yo, quiere decir que estoy enseñando bien.

¿Qué planes tienen?

M.R.L.: Yo me estoy tomando la vida con más calma, me estoy jubilando de a poco. Aún sueño con tener una escuela de arte y dedicarme a pintar y a enseñar.

G.I.R.: Si Dios quiere, quiero crecer y expandir este bello legado más allá de nuestras fronteras.

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