Cuarenta años. Los horneados San Javier nacieron en el hogar de esta dama javiereña. Actualmente ha transmitido sus recetas a su hijo menor

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30 de enero de 2019, 4:00 AM
30 de enero de 2019, 4:00 AM

Seguro que se le hará agua la boca cuando lea esta nota. Corra a buscar un cafecito e imagínese saboreando unos cuñapés abizcochaos, tortitas de maíz, bizcochitos de arroz o de maíz; y para terminar unos paraguayos y panqueques, todos chiquitingos.

Visualice unos bocaditos cruceños en versión gourmet para acompañar el café de la siesta con las vecinas o la mateada a cualquier hora del día con su comadre. Le cuento que la autora es Fanny Pereyra vda. de Bascopé, una dama nacida en San Javier de Velasco, que al trasladarse a la capital y con escasos 18 años emprendió esta aventura culinaria elaborando horneados típicos.

¿Cómo surgió este emprendimiento?

Enviudé muy joven, con tres hijos me vine de San Javier a la ciudad. Conocí a mi segundo esposo, el abogado Berthy Bascopé, y formé un nuevo hogar, tuve a mi cuarto hijo, que se llama como su padre y quien hoy es mi socio en esta empresa renovada de horneados San Javier.

Sueño que mis otros hijos, Ronald, Hugo y Paola Mayser, se sumen a este nuevo proyecto que he emprendido, dándole una imagen nueva a la marca, de la mano de Berthicito y de su esposa, Andrea.

¿Con los horneados típicos ayudó a sostener su hogar?

No, hacía esto porque me gustaba trabajar, pero mi esposo decía que no era necesario que yo me dedique a esto. Como él era abogado, salía a sus trámites y yo me instalaba en mi gaveta a hacer cuñapeses, bizcochos y empanadas de arroz. Así seguí con mi gusto, agarraba mis quintos y me agradaba más.

De pronto mi esposo aceptó mi trabajo en casa y cuando llegaba, a las 18:15, de su oficina me ayudaba. Así pasaron los años y mis hijos crecieron, hasta que mi hijo menor me propuso industrializar mis recetas. Acepté trabajar en sociedad con él y, aunque ahora ya las fuerzas me fallan, aporto con ideas y colaboro en la vigilancia de la fábrica y apoyo en la administración, también.

¿Se acabó la búsqueda de leña y la calentada de los brazos en el horno de barro?

De eso ya hace mucho tiempo, últimamente he tenido el apoyo de mi hijo, porque, aunque él es ingeniero civil, sabe hacer cuñapeses y todos los otros horneados cruceños que producimos.

Con el tiempo se ha transformado todo y con la llegada de la tecnología, Berthy compró máquinas industriales para preparar los horneados con mis recetas y con esta bolsa que se envasa y se sella al vacío. Él ha invertido en esta fábrica que tenemos en casa, con todos los registros sanitarios y las máquinas, que hacen más fácil el trabajo de la amasada y la horneada.

¿Esta nueva presentación ha sido todo un éxito?

Son bolsas con cierre hermético y al aluminio del interior permite que se conserven más los productos, entre cuatro y cinco meses, lo que nos ha permitido exportar.

¿Dónde encontramos sus horneados?

Estamos en los supermercados Hipermaxi de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, que nos apoyan desde su fundación; también nos encuentran en los supermercados IC Norte y Tía, en las farmacias Chávez, Multicenter y la Panadería Victoria.

¿Están exportando?

Horneados San Javier junto con Sabores Nostálgicos, la nueva plataforma de marcas bolivianas en Estados Unidos, ya logró sentar presencia en Miami. Ese es nuestro logro de 2018.

Estamos estudiando propuestas para exportar a otros mercados, como Brasil y Paraguay, Dios quiera que pronto concretemos esos negocios. Tenemos nuevas máquinas para agilizar el trabajo e incrementar la producción.

¿Cuántos empleados tiene?

Cinco actualmente, pero hay temporadas en que se dobla turno o se contrata más para cumplir con los pedidos.

De todas sus recetas, ¿cuál es la más difícil de hacer?

Hacer panqueque no es tan fácil. Se bate la masa de bizcochuelo, hay que colocar en moldecitos y luego de hornearlos se debe bañar uno por uno, con clara de huevo, un tipo de suspiro muy consistente, por cada lado, e ir abizcochándolo. Lleva su tiempo.

El paraguayo es otra joyita, un horneado camba casi en extinción, nosotros los seguimos haciendo. Es a punta de almidón, azúcar y agua; lo que cuesta es hacer la masa porque es difícil amasar, ya que tiene que estar dura; antes se asoleaban los paraguayos ya formaditos, hoy seguimos otro procedimiento de deshidratación hasta que florezca la masa. Luego recién se hornea.

¿Qué otras cosas le gustan?

Me gusta viajar, ir al salón de belleza, ir de compras y salir con mis nietos más chiquitos. Me gusta recibir mi sueldo y el buri. Y seguir con mis horneados, en esta empresa que dirige mi hijo Berthy.

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