Tip. Los padres hagamos nuestra parte, antes, durante y después de las clases

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6 de marzo de 2019, 4:00 AM
6 de marzo de 2019, 4:00 AM

Alguna vez leí algo sobre el éxito y decía así: el éxito es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración, una gran verdad que puede trasladarse incluso en la etapa escolar de nuestros hijos.

Usualmente los padres tenemos ilusiones y expectativas sobre los hijos, por su parte ellos, comienzan con actitud positiva y energía, pero algo pasa en el camino que hace que luego del primer mes de clases comience ese ánimo a decaer. Muchos papás se preocupan e incluso llegan a hacer consultas médicas para pedir vitaminas porque se cree que se trata de un tema fisiológico.

El fenómeno es simple de explicar, los chicos comienzan con entusiasmo porque se reencuentran con sus compañeros y el primer tiempo es más una experiencia social, pero cuando las cosas comienzan a ponerse serias y se dan cuenta que la escuela es una responsabilidad que la debe asumir y cumplir, entonces se desaniman y la pereza comienza a sentirse.

¿Por qué hay estudiantes que comienzan y terminan bien el año sin provocar sobresaltos de rendimiento a los padres? Sencillo, se trata de los hábitos y disciplina, algunos los tienen y otros no.

Consejos

Los padres tenemos que hacer nuestra parte, antes, durante y después de la gestión escolar. Antes deben trabajar en el centro emocional del niño, debe ir preparado para aprender, explicando que el colegio es su plataforma de inicio para la vida, que es un lugar que requiere de su empeño y dedicación, al cual va a adquirir conocimientos y habilidades y en segundo lugar va a socializar, no al revés.

Luego se deben crear los buenos hábitos de estudio, tener horarios y expectativas claras y definidas para trabajar todos los días. Los niños de primer grado pueden hacerlo de manera continua durante 20 minutos, los de cuarto deberían hacerlo durante 40 minutos, tengan tarea o no, como parte de su rutina deben asumir como una actividad diaria repasar lo que no tienen muy claro.

Un buen hábito que debemos incentivar es prestar atención, perder el temor y acostumbrarse a hacer preguntas cuando hay dudas.

Los padres debemos involucrarnos en las actividades de la Unidad Educativa. Preguntemos al niño a diario, cómo le está yendo y si necesita algo para que su cumplimiento y rendimiento no baje. Regulemos el uso de la tecnología de recreación para que no le quite tiempo en sus responsabilidades.

Las notas y los promedios son importantes, pero más importante aún es asegurarnos que estamos criando hijos responsables, disciplinados y preparados para la vida.

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