Opinión

Un crecimiento económico “mediocre”

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16 de febrero de 2019, 4:00 AM
16 de febrero de 2019, 4:00 AM

Bolivia ha sido líder de la región sudamericana en crecimiento de Producto Interno Bruto. Junto a Paraguay, Perú y Chile, se ha ubicado en los primeros lugares en el último quinquenio, lo que provoca la euforia del Gobierno. Ayer mismo el presidente Morales expresó en Twitter que los medios de comunicación internacionales destacan los logros económicos del país.

Indudablemente, Bolivia vivió hasta 2014 un momento de auge. No vamos a detallar a quién corresponde el mérito, en una década transcurrida con extraordinarios precios de las materias primas, del crudo y de un notable crecimiento de la economía china, con un efecto expansivo. Sin embargo, entre 2014 y 2016 se entró a un periodo de desaceleración y, desde 2017, estamos en una etapa que el Centro Boliviano de Economía (CEBEC) de la Cainco define como “nuevo normal” y que exhibe un crecimiento moderado o hasta “mediocre”.

Es posible que el término “mediocre” sea considerado exageradamente duro y que el Gobierno lo refute de inmediato, pero, lo que resulta irrefutable es que Bolivia necesita que su PIB crezca cada año hasta en un 7 por ciento para resolver problemas estructurales. Crecer a un 4 por ciento, como ocurrirá probablemente en 2019, es insuficiente. Es también mediocre comparar las cifras actuales con las de gobiernos anteriores llamados “neoliberales”. Los males del pasado no deben servirnos como consuelo, ni tampoco sirven como parámetro las economías vecinas, que evidentemente no logran aún recuperarse.

Aunque es posible que la economía siga igual en este año electoral, se requiere que el Gobierno que asuma en 2020 encare la gestión con una mirada de mediano o de largo plazo y que ejecute medidas necesarias para salir del crecimiento moderado. Acostumbrados a vivir en crisis, no podemos conformarnos solo con la estabilidad o un incremento “mediocre” del PIB.

La economía tiene desafíos estructurales como el mejoramiento de la competitividad y de la productividad, así como la diversificación y un giro radical del clima de negocios. Así como el Gobierno festeja la estabilidad y el liderazgo económico boliviano en la región sudamericana, en el último foro mundial de Davos se ha evidenciado nuestro rezago en otros indicadores fundamentales.

Urge superar este “nuevo normal”, en el que se crece de forma muy timorata. Solo así podríamos aspirar a vivir con mayor tranquilidad y mejor calidad de vida. De lo contrario, los fantasmas de la inestabilidad y la crisis estarán siempre al acecho.

Al margen del Gobierno que venga, se necesitan medidas de ajuste para reducir el déficit fiscal. Un camino es el rebalanceo del presupuesto, que implica priorizar los proyectos para la inversión pública. Otra vía es la disminución del gasto corriente, opción que este u otros gobiernos se resistirían a encarar. Lo peor que puede pasar los meses y años que vienen es seguir con la euforia o consolarnos con estar algo mejor de los que la pasan muy mal.

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