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9 de diciembre de 2018, 4:00 AM
9 de diciembre de 2018, 4:00 AM

e acuerdo a datos del Órgano Electoral Plurinacional, el año 2014 fueron habilitadas para votar 1.533.638 personas en Santa Cruz; vale decir, 145.131 menos electores que en La Paz, con 1.678.769 habilitados. En este contexto –teniendo en cuenta que es el departamento donde se recibe mayor migración en el país– se ha constituido en un espacio vital para la organización de estructuras políticas del campo opositor; un lugar dulce para las candidaturas de Mesa, Morales, Ortiz, Cárdenas y demás competidores.

¿Por qué Santa Cruz es un espacio de la política determinante para quien empiece a gobernar desde 2020? Dos dimensiones explican dicha condición: su fuerza económica y la emergencia de mujeres y jóvenes en los espacios públicos (calles y redes sociales) articulados en plataformas ciudadanas.

Primera dimensión: “El PIB de Santa Cruz pasó de Sus 7.698 millones en 2012 a 10.848 millones de dólares el año pasado, según datos del INE” (Dinero/EL DEBER, 02/10/18). Cabe también destacar el factor condicionante: la tierra. A decir del historiador chileno Víctor Hernán Rojas (tesis doctoral), “los habitantes de esta región poseen un fuerte apego a su tierra y su propiedad es la base de la vida económica y social. Este fuerte arraigo fue una imposición de un desarrollo histórico que proviene desde los más lejanos tiempos coloniales, pues debido a que, a diferencia del altiplano, la falta de riquezas minerales en Santa Cruz solo dejaba a la tierra como un agente generador de riqueza”.

Segunda dimensión: de acuerdo a Malaspina y Larosa (Nueva Sociedad, noviembre de 2018), casi la mitad de la población mundial tiene menos de 30 años. En América Latina, los jóvenes son el 30% de la población. En este marco, la generación millennial (18-35 años) debe ser considerada por los partidos políticos desde su condición de nativos digitales, pues la tecnología, al tener un rol primordial en sus vidas, genera una forma de socializar y politizarse, donde lo instantáneo y las causas puntuales son lo que prevalece. En el caso de Santa Cruz, las plataformas de jóvenes y mujeres han empezado a generar nuevas narrativas, anteponiendo la democracia (Estado de derecho) como régimen y la libertad política (individual) como valor.

Ahora bien, ¿es posible que desde Santa Cruz se inicie un proceso de innovación de la clase política que deviene de los ciclos neoliberal y del proceso de cambio?

Considero que sí y tiene que empezar a materializarse desde el año del bicentenario –pues para las elecciones 2019 todo indica que se conservarán en el escenario político nacional actores políticos tradicionales, aunque siendo optimistas, con algunas renovaciones– mediante la formación de una generación de actores políticos sub-50 como lideresas y líderes, como sugiere Octavio Paz, con capacidad de inventar otro lenguaje. Una condición sine qua non para revitalizar la democracia en Bolivia. En paralelo, una masa crítica de intelectuales tiene que acompañar este proceso.

Santa Cruz puede ser el epicentro de la regeneración política en Bolivia por las condiciones indicadas, pero, sobre todo, si la generación sub-50 se vuelve autoconsciente de la necesidad de retomar la política desde la perspectiva de la pluralidad y de proscribir el populismo, que tiende a la polarización. Es decir, ir contra la moda.

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