Opinión

Requiescat por Mauricio...

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28 de noviembre de 2018, 4:00 AM
28 de noviembre de 2018, 4:00 AM

A nuestro dilecto amigo Mauricio Peña Davidson se le gastó el corazón de tanto usarlo, finalizó su trayectoria justo en el nefasto día en que los médicos llevaban a cabo uno más de sus acostumbrados paros bajo el supuesto de mejorar la salud, aunque pareciera que tratan de empeorarla, por los cientos de enfermos graves que dejan abandonados a su suerte cada vez que se les ocurre cerrar los hospitales, pero algún día recibirán su recompensa. Tal vez no exista correlación entre uno y otro evento, pero nos permitimos resaltar la coincidencia por aquello de las dudas, dado que ignoramos si Mauricio recibió atención médica oportuna o lo perjudicó la huelga como a muchos.

De no haber sido por el Diario Mayor que le rindió un pequeño homenaje, la defunción del ilustre amigo hubiera pasado desapercibida, por cuanto los otros medios de comunicación hicieron mutis por el foro, enfocados esta vez, en trivialidades relacionadas con la farándula carnavalera y con la guerra de insultos entre la ‘confederación opositora’ (partidos políticos, comité cívico, los obispos, plataformas ciudadanas y otros), y el oficialismo que da sobrados motivos con su pretensión de prorrogarse en el poder ‘ sine die”, bajo el supuesto de precautelar el proceso de cambio (?).

También guardaron silencio institucional la Uagrm, la Sociedad de Escritores y otras entidades a las que el doctor Mauricio Peña dio lustre con su sapiencia, porque habrá que decirlo sin tantos rodeos, parafraseando a Jorge Luis Borges, que su muerte, “es como si se quemara de nuevo la biblioteca de Alejandría”. Nadie como él para conocer al dedillo las obras completas de Borges (eterno pretendiente del Premio Nobel), y más específicamente su producción poética, por cuanto en su concepto, “ Borges era ante todo un poeta, por encima de cualquier otra dimensión”. Publicó en 2005 su libro La pasión del lenguaje y yo me congratulo de poseer un ejemplar con su dedicatoria. Incluso solía declamar poemas borgesianos íntegros, sin omitir puntos y comas, gracias a su privilegiada memoria, tan inagotable e inmensa como la de Borges.

Su otra pasión fue el estudio de las obras completas del ‘Príncipe de las letras bolivianas’ (Gabriel René Moreno), y a través de su lectura se empapó del conocimiento de nuestra historia, la colonial y la republicana, y disertaba acerca de ella con absoluto dominio. Pero lo que más le atraía de René Moreno, era la puridad del lenguaje. Mauricio poseía una biblioteca especializada donde figuran, en lugar descollante, los textos de sus autores favoritos, clásicos y modernos, a los cuales consultaba permanentemente, biblioteca que sería un desperdicio que durmiera el sueño de los justos, algo que su dueño no permitió jamás por cuanto era un ávido lector, un ameno conversador y un libro abierto. Con la muerte de Borges, como con la de Mauricio, “nos queda la íntima sensación de haber perdido algo”, y en nuestro concepto: algo muy grande, o quizá este final -lo dice otro poeta metafísico-, sea el comienzo de una larga vida.

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