Opinión

¿Qué feliz año?

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27 de diciembre de 2018, 4:00 AM
27 de diciembre de 2018, 4:00 AM

En días más nos toca despedir el difícil 2018, que se agota, y toca dar la bienvenida a un misterioso 2019. En estos días es rutina desear felicidad a todo el mundo, aunque no sepamos muy bien qué es esa felicidad, aunque no tengamos claro qué podemos hacer para que nuestro cariñoso deseo se convierta en realidad. Con frecuencia solo es un ingenuo y bondadoso deseo. A veces tiene cierto aire de oración, como que dijéramos “feliz año nuevo” mientras hacemos a Dios un guiño de complicidad. Pero, ¡ni con la ayuda de Dios! En el fondo sabemos que el año que empezamos a vivir traerá sin remedio días difíciles, traerá lágrimas, como traerá también buenos momentos de risas profundas y lágrimas de las otras.

Sería más sabia otra manera de vivir el cambio de año. Estos días son un precioso momento para repasar pausados lo que hemos vivido en el periodo que se va, para revivirlo, para recordar sus dolores y disfrutar de nuevo sus ratos bellos. Es ocasión de atesorar las lecciones que nos deja lo vivido. Es momento de corregir actitudes y reacciones para afrontar mejor lo que nos venga en el año que ya llega. Es tiempo de relativizar. Es una manera de hacernos más dueños, tanto del pasado como de lo que podamos decidir para el futuro. Como siempre, la vida no se acordará de pedirnos permiso para llegar a diario con sus sorpresas, pero en algo nos preparamos para responderle mejor, para sobrellevar mejor lo que nos traiga.

Mejor aún. Pudiéramos asumir una actitud más optimista y más generosa. Ver con gratitud todo lo vivido en el año que se va, nos hace más grandes, más fuertes, casi sublimes. Todos somos capaces de agradecer lo que disfrutamos, lo fácil, lo hermoso. Pero no siempre agradecemos las lágrimas que nos hicieron más fuertes, los golpes que nos hicieron crecer, las penas que nos hicieron más sabios, los dolores que nos hicieron más humanos. Pues debiéramos decir gracias por todo lo vivido en el año que muere.

Por otra parte, el complemento de esta grandeza ante el pasado es la grandeza de ánimo para recibir valientes el futuro, el nuevo año. Es la actitud de aceptar sin miedo lo que nos pueda traer. Es ofrecernos para afrontar con valor lo que venga. Es plantar el pecho a lo que se presente. Es decir sí a la historia, a Dios, a la sociedad, a la vida, a la familia, a lo que creamos que maneja los hilos de la humanidad. No es poner sumisos la espalda para aguantar los látigos que vengan. Es afrontar el desafío, es asumir el reto de ser parte de la construcción del nuevo año. Es decir: vida, cuenta conmigo.

Y un pequeño detalle para los que vivimos en esta tierra boliviana. 2019 no es simplemente una hoja nueva en el calendario. Se va un año especialmente difícil y llega un año que nos necesita, llega un tiempo con un sentido y una tarea dura y larga, pero trascendental, fecunda. Intereses sucios se han apropiado de nuestra patria. Con los legisladores han armado una interminable parodia de títeres. Han llenado de marionetas todos los tribunales. Han inventado un libreto terrorífico de derechos sagrados y de misiones divinas.

En este año que empieza tenemos el trascendental desafío de reconquistar la patria, de librarla, de abrir brecha en el monte tupido de mentiras y de ambiciones, para que empecemos a caminar de nuevo. Tenemos que enamorar del futuro a nuestra gente. No es poco.

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