Opinión

Pueblos que claman por la democracia

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24 de agosto de 2019, 4:00 AM
24 de agosto de 2019, 4:00 AM

Miles de jóvenes están en las calles de Hong Kong reclamando para que la democracia no se muera a manos de China, la mayor potencia comunista del mundo. La denominada Revolución de los Paraguas se inició en 2014 y se mantiene hoy por el avance de políticas autoritarias que apuntan a desmantelar las instituciones democráticas que había desarrollado la ex colonia británica gracias a una activa sociedad civil.

El mismo reclamo, en otro contexto, llevan a cabo miles de ciudadanos en Rusia, que se movilizan contra las políticas autocráticas de Vladimir Putin encaramado en el poder desde hace 20 años y donde los opositores son reprimidos a diario por las fuerzas gubernamentales. De nada sirvió el desplome de la ex Unión Sovié- tica a comienzos de los años 90, si después se impuso un régimen disfrazado de democracia donde abiertamente se violan los derechos humanos.

Es la misma demanda de los venezolanos que han visto cómo un régimen populista directamente pulverizó la democracia con la promesa socialista que terminó concentrando el poder en una casta político-militar en la que hoy se ha transformado el chavismo.

Millones de ciudadanos tuvieron que abandonar su país desesperados por los atropellos contra la vida de un Gobierno que no ha hecho más que concentrar su poder. La misma preocupación se ha levantado en Estados Unidos donde las políticas del Gobierno de Donald Trump han puesto en duda el respeto de las instituciones y los derechos fundamentales en la democracia más avanzada del mundo.

La prevalencia de un discurso racista contra las minorías étnicas, en particular los migrantes latinos y contra los musulmanes, y contra todos aquellos que levanten una voz disidente son parte de este proceso de deterioro de la democracia estadounidense. Diversos expertos y líderes políticos vienen alertando por un creciente retroceso de la democracia como régimen político.

Se produce este fenómeno en el marco de sociedades cada vez más fragmentadas por la pobreza, la inseguridad y la violencia política que llevan a la incertidumbre y la desesperación.

Las urnas se están volviendo cada vez más impotentes para resolver los grandes problemas de la humanidad y crecen los discursos autoritarios y discriminatorios para aquellos que son diferentes o tienen pensamientos distintos.

Un capítulo aparte tiene que ver con la libertad de expresión, pilar fundamental de la democracia moderna, hoy cada vez más en retroceso frente a gobiernos y grupos de poder que persiguen periodistas, cierran medios y difunden mentiras en esta contradictoria era de la posverdad.

Estamos más conectados a través del internet y de las redes sociales, pero circulan con mayor facilidad las noticias falsas y los discursos de odio que llevan a la confusión, la violencia y la disgregación social.

Mientras el cambio climático avanza a paso de parada debido a la falta de consenso a escala global y por la falta de voluntad de las potencias industriales para disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero, millones de personas gritan para que se respeten la libertad, los derechos humanos y la capacidad de los seres humanos de ponernos de acuerdo pese a nuestras diferencias políticas y nuestra diversidad cultural.

Se están aplazando los políticos contemporáneos en encontrar soluciones a estos conflictos estructurales. Pareciera que el cambio vendrá de manos de los jóvenes y de los movimientos sociales que demandan una democracia más efectiva, menos corrupta y más participativa en la toma de decisiones.

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