Opinión

Los miedos del ministro

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30 de mayo de 2019, 4:00 AM
30 de mayo de 2019, 4:00 AM

El ministro Quintana acaba de confesar a sus compañeros de partido los miedos que lo acosan. Uno de estos días les decía que cuando pierdan el Gobierno sentirán lo mismo que si les cortaran la cabeza, que perderán todo lo atesorado en este tiempo y que necesitarán buscar escondite en el campo.

Lo primero a notar es que no oculta a sus seguidores lo que significará para ellos perder el placer de ser gobierno. Explica la angustia del jefe que se aferra al poder y el pánico de la dirigencia que lo siguió en todo. No se refiere al pueblo, a la gente, a nosotros. Se dirige al partido y habla del partido. Sabe que los que no cumplieron perderán. Da por hecho que perderán los que despilfarraron y creían que el botín era eterno. Sufrirán los que se hicieron palacios que deberán abandonar. Para él perder la cabeza es perder la billetera repleta, es perder el permiso para abusar y delinquir, es perder la soberbia, el boato y el lujo que los tuvo hipnotizados.

No lo dice explícitamente, pero da a entender que el pueblo, la gente, saldrá ganando. No lo dice claramente porque cuando se pierde es difícil pensar en los méritos y en las ventajas del ganador, pero lo siente. Se imagina que cuando ellos pierdan el Gobierno, nadie volverá a acorralar en Chaparina a los indígenas y nadie volverá a secuestrar sus organizaciones. No dice que los recursos que se les alejan se convertirán en hospitales, en maestros bien formados, en producción, en financiamiento, en comunicación, en cultura. No dice, ni puede decir, que el país será más digno, que será más respetado, que tendrá esperanzas más fundadas. No lo dice, pero es una de las causas de su temor.

Reconoce el ministro que tendrán que esconderse. Quizás exagera, porque ¿qué culpa tienen los que simplemente creyeron en ellos? Lo más, los ingenuos seguidores, si se esconden, será por vergüenza, por la humillación de sentirse engañados. Los culpables no son los engañados sino los engañadores. Los jefes necesitarán esconderse para no rendir cuentas de lo que manejaron, de lo que delinquieron y de lo que no hicieron. Preferirán esconderse para no dar explicaciones de los contratos oscuros, de los fallos inicuos, de los abusos de poder. Necesitarán esconderse para no dar la cara por los recursos, los sueños y las promesas dilapidados a manos llenas durante más de una docena de años. Buscarán esconderse de la justicia, de la rabia del pueblo y de la historia. Querrán estar escondidos hasta para no tener que hablar de la aspiración marítima que han dejado agonizante.

El ministro transmite el pánico que viven los gobernantes. Es normal que en esas circunstancias la conciencia no los deje tranquilos. Pero no es para tanto. Que no teman, porque el país ha aprendido con sangre la lección y se supone que cuando ellos se retiren nadie amenazará a los jueces para que sean injustos, nadie actuará con el odio que ellos instauraron, nadie será perseguido por pensar diferente. No es para tanto, porque esperamos que todos, ellos incluidos, disfrutemos de un país con normas claras, con juicios justos, con verdad y con esperanzas para todos.