Opinión

Los capuchinos del vicepresidente

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28 de enero de 2019, 4:00 AM
28 de enero de 2019, 4:00 AM

El vicepresidente Álvaro García Linera, en un breve encuentro con la prensa, criticó que los partidos opositores hayan decidido no participar de las elecciones primarias. “Esos siete candidatos son ‘likepartidos’, son partidos de patronazgo o taxipartidos”, declaró.

En una crítica a las clases medias, expresó que los partidos no pueden ser creados “tomando una taza de capuchino” y luego agregó que las fuerzas opositoras “no tienen ideología, no tienen militancia, no tienen vida orgánica, y que solo surgen alrededor de las ansias desesperadas de acceder a un puesto en la administración pública”.

Todo ello es verdad, pero también se aplica al Movimiento Al Socialismo (MAS), donde las órdenes (ladridos) llegan desde Palacio de Gobierno y, como bien dijo el vicepresidente, no se aceptan ‘librepensantes’; tampoco el MAS tiene una ideología definida. Lo más curioso de la declaración de García Linera fue que dijera que la oposición está desesperada de tener puestos en la administración pública, cuando es evidente que la angurria de poder está del lado del MAS.

La declaración del vicepresidente es importante porque demuestra su grave incapacidad para dialogar con sectores medios que, hasta hace poco tiempo, respaldaban al Gobierno. La ironía, el artificio, la mendacidad y el doblez de las autoridades solo repelen a quienes no son ya adherentes del Gobierno.

Lo mejor que le puede pasar a la oposición es esa visión, cerrada y cortoplacista, del MAS. El presidente, por su lado, hace algo similar, con su frecuente desprecio por las clases medias del país y sus alusiones, ya intolerables, a las ‘chotitas’ y a las calzas de las mujeres. Una eventual inteligencia electoral que en estos momentos sería crucial para el oficialismo, condenado hasta ahora a perder en la primera y segunda vueltas, se diluye porque su visión está nublada por sus ideologismos y tendencias autoritarias; por ello terminan ahuyentando a millones de votantes. Por suerte, digo yo.

Evo Morales tiene ahora alrededor de un 30% de intención del voto, cuando hace cinco años tenía 60%. Ha perdido la mitad. Uno podría pensar que el oficialismo desearía recuperar ese 30%. Pero hace exactamente lo contrario para lograrlo.

La crisis generada por el deslizamiento de 850.000 toneladas de lixiviados del relleno sanitario de La Paz y que ha puesto a la sede de Gobierno en una situación de emergencia ambiental, ha demostrado que al MAS no le interesan los votantes citadinos. Su alma les dijo que había que aprovechar de la basura para atacar al alcalde de La Paz, Luis Revilla. Independientemente de las responsabilidades del burgomaestre, que son importantes y no han sido resueltas, el hecho de que el MAS haya promovido el bloqueo del ingreso al relleno de Alpacoma fue una decisión demagógica y contraproducente. Y así les va.

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