Opinión

Las historias de Alfonso Cortez

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23 de abril de 2019, 4:00 AM
23 de abril de 2019, 4:00 AM

Alfonso Cortez escribe una columna y le sale una crónica o una novela corta y realista, una poesía en prosa o un relato que bien puede ser llevado a una canción, a un cortometraje documental, a un cuento de esos que nos contaban nuestros abuelos para introducirnos en un sueño que estaba al pie de las estrellas. Alfonso escribe desde ese barbecho que es de todos, de ese lugar donde mora la civilización que acude puntual a los espectáculos que ejecuta el ser humano para no aburrirse, para encontrarse o perderse para siempre...

No escribe de memoria: se arremanga las mangas de la camisa porque Alfonso es de los que sabe que no hay cosa mejor que vivir para contarla: se mete en un micro para escuchar a los cantores insonoros, habla con ‘sacasuertes’ y adivinos, visita por última vez el galpón donde todavía estaba su vieja casilla postal, la 4110, como despedida por el macabro cierre de la Empresa de Correos de Bolivia… Así se mete y sale de las esquinas de la ciudad, del país, del pensamiento de escritores, de intelectuales, de gente sin nombre, con el único y gran motivo de narrarlos para que la memoria sea eterna.

Alfonso Cortez es el cronista urbano de este tiempo de Santa Cruz y de más allá del horizonte. Está amparado por su pericia de reportero, por una curiosidad innata de aventurero y por esa pluma rica en palabras, en figuras literarias y elegante estructura que hacen de sus textos una obra muy, muy necesaria.

Este es un texto que preparé para la contratapa del nuevo libro que Alfonso Cortez presentará hoy en Santa Cruz, al que ha titulado: Desde mi barbecho II. Sus textos reunidos en este nacimiento antes habían salido en las páginas de Opinión de EL DEBER, sorbo a sorbo, como un tren que llega a varias estaciones una vez por semana. Sus lectores -que somos muchos- aguardábamos su obra como quien espera a un amigo que llega puntual a la hora de contar un cuento, una gran historia. Entre tantas páginas del diario, entre tanta información, aparece la columna de Alfonso en esa sección de Opinión, aunque los textos de Alfonso bien podrían caber en una sección especializada de literatura o de Política, de Sociedad o de artes escénicas porque también hay en ellos una enorme lluvia de imágenes que bien uno llega a sentir que a través de los textos de Alfonso uno está mirando una película de la vida real.

 

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