Opinión

La corrupción en competencia

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12 de mayo de 2018, 4:00 AM
12 de mayo de 2018, 4:00 AM

Como era de suponer, la oposición no se iba a quedar con los brazos cruzados tras conocer la imputación que recae sobre el alcalde José María Leyes por el caso de las mochilas chinas adquiridas mediante un procedimiento de licitación viciado de nulidad, y, sin demora, empezó a desarrollar su labor de zapa buscando detectar casos análogos con participación del oficialismo, que tampoco es trigo limpio. O sea que dio inicio a una especie de competencia abierta para establecer quién se lleva la palma en la comisión de hechos corruptos.

Salta a la vista que la competencia desatada es el prolegómeno de una campaña electoral que promete ser bastante reñida, donde aquel que consiga destapar mayor cantidad de actos de corrupción y probarlos, hará subir su cota de popularidad con la velocidad que sube la espuma de la cerveza. De ahí que la competencia sea digna de alquilar balcones y de figurar, como lo viene haciendo, en los primeros planos de las noticias sensacionalistas.

Al momento, cuando recién arranca la competencia, se registra un empate técnico con el bullado caso de las mochilas denunciado por el oficialismo y el contrato de Codesur (Juegos Suramericanos 2018), aportado por la oposición, ambos en el departamento de Cochabamba, sin perjuicio de ampliar las pesquisas a otros distritos donde también se cuecen habas. La sui géneris competencia ha dividido a la opinión pública entre quienes aplauden al oficialismo y entre los que pujan por la oposición, aunque la correlación de fuerzas y de oportunidades para delinquir, favorece al oficialismo, que tiene la mayor cantidad de licitaciones y el poder de decisión en sus manos, por lo que es muy probable que se adjudique la victoria, pero por escaso margen, por cuanto la oposición, a pesar de administrar algunas alcaldías y gobernaciones, no ha perdido su tiempo.

Cuando termine la competencia, los resultados obtenidos servirán para posicionarnos mejor en el ranking mundial y con un poco más de empeño, clasificarnos como campeones del latrocinio de la cosa pública. Así las cosas, en las próximas elecciones, votar por uno u otro candidato, será lo mismo, y entonces uno se pregunta: ¿para qué tanta parafernalia escénica y tanta promesa electoral, si el flamante gobierno que tomará la posta seguirá los pasos de su antecesor? Se estima que la democracia tiene 25 siglos de antigüedad, y a pesar de haber sido considerada por los griegos como “su obra de arte”, hasta el día de hoy no ha logrado producir políticos que en función de gobierno actúen con honradez pública, y por eso vemos que acaban en el banquillo de los acusados. 

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