Opinión

Farsa costosa y desigual

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13 de septiembre de 2018, 4:00 AM
13 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Concebida a la medida del cálculo y los miedos del partido hegemónico, la propuesta de primarias forzadas plantea certezas e interrogantes a disiparse tras conocer la convocatoria y su reglamento en menos de dos semanas. El polémico artículo 29 es la camisa de fuerza que limita condiciones de competencia igualitaria. Expresa el desesperado intento de silenciar las voces del ¡Bolivia dijo No! difíciles de aplacar en las actuales circunstancias.

Para el MAS y su binomio las primarias se convierten en una farsa digna de inscribirse como récord a la impostura política. Bajo estas condiciones y una cultura política incapaz de administrar diferencias internas, se desvirtúa el sentido competitivo y democrático de una elección primaria que debió madurar en el tiempo. Es previsible que el reglamento obligue a que ningún partido o alianza presente menos de dos binomios que por ley vienen ‘casados’ honrando la metáfora de la yunta oficialista. La ley cerró el paso a elegir indistintamente a postulantes tanto a la Presidencia como a la Vicepresidencia. Además de la muerte y una enfermedad terminal como única causal para revertir el carácter vinculante de la elección de los binomios, la norma no habla de la fórmula de sucesión ni sobre posibles renuncias y realineamientos políticos posprimarias.

No será fácil para el TSE reglamentar el tramposo entramado de disposiciones de la ley, que aviva la desconfianza en una institución que comenzó a revertirse. Con o sin Evo, ¿podrá el TSE regular, limitar y sancionar el uso y abuso de bienes y recursos públicos y revertir el monopolio gubernamental sobre los medios de comunicación estatal al que se acostumbró impunemente? El MAS optó por entrar a un juego de alto costo financiero y riesgo político en una sociedad polarizada.

La cancha está groseramente inclinada. La maratónica etapa electoral que arrancará con la inscripción de binomios la primera quincena de noviembre de 2019 será injusta y desigual, siendo imprescindible resistir sin doblegarse. Las fuerzas opositoras de mediana musculatura están obligadas a liberarse de la carga pesada de celos, egos y disputas por parcelas de poder, abriéndose a los colectivos ciudadanos que entienden que la política sí importa. Vivimos una situación límite, momento de compromisos patrióticos y existenciales. En la Bolivia donde lo insólito es posible, ¿será posible armar en pocas semanas la propuesta de convergencia unitaria viable por años impensable?

 

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