Opinión

El virus Chapare

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22 de julio de 2019, 4:00 AM
22 de julio de 2019, 4:00 AM

Hay que descartar mala intención de los científicos de Atlanta que identificaron el mortal arenavirus señalando que se trata del “genoma Chapare”, aunque aquí pocos se atrevan a repetirlo. Aparte de darle el nombre, esos científicos están trabajando en busca de las armas para acabar con él, exterminarlo, aniquilarlo mediante la fabricación de una vacuna para que nadie más sea atacado por tan perverso virus. Algo en lo cual tienen la solidaridad y el deseo sincero de aportar en lo que fuera de parte de los bolivianos, movilizados en todo el país, aunque sepan que no cuentan para ello con la solidaridad del Ministerio de Salud.

El virus está anidado en el Chapare, donde se producen frutos de consumo masivo, como la banana, la piña, el palmito, aunque todos con cáscara que se debe quitar para consumirlos. Eso descarta la posibilidad de que el virus llegue a los intestinos de los bolivianos, o los extranjeros que los puedan consumir.

Habrá que agradecer a Dios porque la coca que allí se produce no es consumida cruda por nadie, sino sometida a complicados procesos químicos, porque de lo contrario el virus podría hacerse un festín. En la primera transformación química es probable que el virus desaparezca o pierda su poder. En la segunda etapa, más refinada, el virus no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir: está convertido en cristales blancos for export.

Si el Ministerio de Salud ha hecho algo para que esto fuera así, habría que felicitarlo. Una buena previsión. La salud de los bolivianos está en buenas manos.

Porque si fuera como lo que ocurre con la coca de Yungas, eso sí que sería peligroso. La consume todo el mundo, dentro y fuera de Bolivia, cruda, sin lavarla siquiera, tal como sale del “cachi”, donde es pisada y esparcida para que le dé el sol y pierda la humedad antes de que sea metida en una enorme bolsa que tiene el nombre de “taque” y llevada sin destino conocido.

Ahora, claro, la coca de Yungas tiene otros problemas, que no son virus microscópicos, sino unos bichos mucho más grandes que impiden su paso hacia los mercados de consumo. Pero eso es un tema político, ajeno totalmente al propósito de esta columna.

Lo cierto es que unos científicos de Atlanta han identificado al mayor problema que enfrenta la salud de los bolivianos en este momento: se llama “genoma Chapare”.

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