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16 de junio de 2019, 4:00 AM
16 de junio de 2019, 4:00 AM

A estas alturas del juego político queda claro que lo único que une a los opositores es la calle, no las urnas. En casi todas las movilizaciones convocadas por las plataformas ciudadanas, los líderes contrarios a Morales han acudido presurosos a la cita, pero no ha sucedido lo mismo para negociar la unidad. En la marcha del lunes pasado, los opositores Ortiz y Mesa estuvieron presentes para pedir la renuncia de los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), aunque la unidad todavía parece lejana.

Sin embargo, más allá de este dato, postulo que el motivo de la movilización implica un cambio en la estrategia opositora, puesto que ha dejado de lado sus prioridades centradas en la demanda del No a la repostulación de Evo para pasar a pedir transparencia en las elecciones presidenciales venideras, lo que implica una tácita aceptación del proceso electoral.

En otras palabras, la oposición ha dejado de presionar sobre la demanda de respeto a los resultados del 21-F (para muchos de ellos esta era una condición imprescindible para participar en las elecciones) para pasar a hacerlo sobre el TSE y el cambio de sus vocales.

Esto ocurre porque buena parte de la expectativa opositora para bloquear la repostulación de Evo estaban ancladas en la influencia que podían ejercer las organizaciones internacionales. Esperanza que, como se sabe, sufrió un duro revés cuando Luis Almagro, secretario general de la OEA, contra todo pronóstico, respaldó la candidatura de Morales, arguyendo que había una sentencia del Tribunal Constitucional en medio. Este apoyo ha cerrado las oportunidades políticas de la demanda del 21-F y la oposición así lo percibe.

Aunque no se sabe el impacto electoral de este cambio, sin duda que Carlos Mesa está más cómodo en el nuevo escenario, ya que el pedido coincide con su línea moderada de participar en las elecciones “a pesar de todo”.

Mesa ahora puede hacer campaña por su candidatura coqueteando con ambas bandas de la oposición: su candidatura a la Presidencia lo acerca a las filas moderadas, con su mensaje de que la lucha debe darse en todos los terrenos; así como su apoyo al pedido de renuncia de los vocales de la TSE lo acerca a las versiones radicales. Alguna vez se dijo que Mesa es un equilibrista, esta es la prueba.

Por su lado, Óscar Ortiz cuya campaña y fuente de apoyo se basa en adoptar una postura más radical que la de Carlos Mesa, tendrá que convencer a sus seguidores de que el pedido de renuncia de los vocales es la extensión de la lucha por el 21-F y, por ahí, deslizar la idea de que será un útil mecanismo para deslegitimar un eventual triunfo de Morales en primera vuelta. En todo caso, esa es una promesa a largo plazo, muy conveniente para las finanzas pero poco apetecible para una militancia ávida de triunfos.

La oposición huérfana de posibilidades en la Asamblea Plurinacional para forzar un cambio de vocales del TSE, ha apelado a las calles como único recurso para presionar al gobierno. En un contexto fuertemente electoralizado, es poco probable que su pedido se haga realidad, porque la corriente ciudadana “anti MAS” hoy está a la expectativa de los nombres de las listas de candidatos a la Asamblea Plurinacional, así como de los programas de gobierno. Ambos asuntos, poco trabajados por agrupaciones que funcionan como máquinas electorales pero no como partidos políticos.