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7 de noviembre de 2018, 4:00 AM
7 de noviembre de 2018, 4:00 AM

Hablar del Colegio Nacional Florida es referirse a una institución que ha sabido acompañar los avatares históricos de Santa Cruz de los últimos dos siglos, donde se forjaron y recibieron las primeras lecciones de la ciencia y el arte para el desarrollo del pensamiento y la formación del carácter de generaciones de jóvenes que se destacaron en la vida social, cultural, económica y política de la región y el país. Hombres ilustres, como Gabriel René Moreno, Andrés Ibáñez, Miguel Suárez Arana, Ángel Sandóval, Enrique Finot, Dionisio Foianini, Raúl Otero, Melchor Pinto, entre tantos otros, pasaron por sus aulas.

Habrá que recordar que esta historia se remonta a un 29 de abril de 1832, cuando se funda el Colegio de Ciencia y Artes, en las mismas instalaciones donde había funcionado el seminario de origen jesuita. En cuanto a reconocimientos, en 1965, el Gobierno Nacional, entrega la condecoración del Cóndor de los Andes con grado de Caballero; en 1973, la Prefectura departamental otorgó la medalla del Gran Grigotá; y en 1982, el Gobierno nacional por sus 150 aniversario, le otorga la Gran Orden Boliviana de la Educación con el grado de Gran Cruz.

De modo que su puesta en valor se focaliza en reposicionar sus roles como emblema y principal referente de la educación pública en el marco de un proceso de mayor alcance que involucra el relanzamiento de la infraestructura educativa pública a partir de la especialización, integración de nuevos programas de gestión y planes de manejo. Este esfuerzo está encaminado a mejorar la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje, optimizando sus recursos que cubran efectivamente las demandas ciudadanas, como parte de la nueva política educativa local, la primera que hace un gobierno municipal autónomo de manera sistemática e incluyente, respondiendo de ese modo los desafíos que plantea la educación del siglo XXI, de contar con modelo de escuela integral en su dimensión hospitalaria en tanto solidaria y tolerante, y productiva en tanto científica y sostenible.

Para su implementación fue necesario contar con un plan maestro que contemple la totalidad de sus instalaciones y se encare en dos etapas: la primera con el cuerpo histórico y la segunda con la sección industrial y coliseo. Por tanto el proyecto ejecutado el 2007 se concentró en la recuperación del sector patrimonial de base ecléctica de principios del siglo XX, aplicando los principios de las 5 “R” que se recomiendan en caso análogos: restauración, rehabilitación, remplazo, reciclaje y refuncionalización. La propuesta coincide con la reforma educativa de dotar al nivel secundario 20 aulas especializadas y los laboratorios de química y física para una población de 2.400 alumnos. El programa se complementa con dos galerías temáticas, una zona administrativa, el telecentro, dos aulas flexibles y un auditorio para 500 personas. Y finalmente la plaza semipública, abierta al uso público.

La intervención ha implicado superar las limitaciones que supone una refacción o una ampliación, es mucho más que una obra física, es un proyecto que inicia un proceso de recuperación de más de un siglo de historia; es decir, valora nuevos procesos de interacción comunitaria, en la medida que recupera la cultura ciudadana y dignifica al ciudadano que asume al patrimonio como parte de la memoria colectiva y restituye la naturaleza social del espacio público. Estos argumentos han servido para que sea reconocida como la obra del año 2008.

A una década de la entrega del remozado establecimiento y en el 186 aniversario de su fundación, este año se tiene previsto encarar la segunda etapa correspondiente al centro de recursos pedagógicos, destinada al sector técnico y al área deportiva. De acuerdo a la nueva estrategia de la arquitectura educativa, se plantea densificar, con tres niveles de uso: la planta baja para el anfiteatro, aulas talleres, la administración y el patio cubierto; las plantas 2 y 3 para las aulas especiales. Se mantiene el concepto de planta baja libre, a efectos de garantizar el sentido de permeabilidad y conectividad directa con el patio cultural y la plaza. Finalmente corresponde destacar que obras como las del Colegio Nacional Florida implica promover y compartir la construcción colectiva de la nueva escuela cruceña, una tarea de todos.

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