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9 de enero de 2019, 4:00 AM
9 de enero de 2019, 4:00 AM

Existen razones para estrenar año con alegría y esperanza. Hace poco nació Jesús, Enmanuel, “Dios con nosotros”. Dios nos sorprende y quiere ser nuestro compañero de camino en el año 2019.

Y donde está Dios hay esperanza, alegría, remedio a tantos males, porque Dios nos creó para ser felices, Dios quiere salud para todos y paz en el mundo, que tiene que nacer de la justicia.

Todo esto es factible si nos empeñamos, si metemos las manos en la harina de la historia cada uno de nosotros y los políticos, que parece que han olvidado que su misión es buscar el bien de todos los ciudadanos y no enriquecerse ellos.

Habrá alegría, esperanza, innovación y renovación si somos solidarios, si cada uno de nosotros ponemos nuestro granito de arena y los políticos tienen la voluntad decidida de suprimir el hambre y el trabajo de los niños.

Reconocemos que la desnutrición crónica se redujo de un 32 por ciento a un 16 por ciento en los niños menores de cinco años. Con todo, uno de cada 10 niños en Bolivia está desnutrido.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que Bolivia lidera el ranking del hambre en América Latina, con un 19 por ciento de su población subalimentada.

El informe del Programa Mundial de Alimentos de 2017 pone a Bolivia como el único país de Sudamérica en el que el hambre “es moderadamente alto”, ya que tiene cifras por encima del 15 por ciento de su población sufriendo hambre.

Es una ignominia para Bolivia, un país tan rico, que nuestros niños pasen hambre; nos deberíamos sentir abochornados todos los bolivianos y hacer algo para que los niños puedan comer tres comidas al día.

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