El Deber logo
19 de septiembre de 2019, 4:00 AM
19 de septiembre de 2019, 4:00 AM

La incoherencia se ha convertido en parte de nuestras vidas, en una necesidad real para muchas personas, cuyas mentes se alimentan de cambios súbitos y de estímulos permanentemente renovados, ya no toleramos nada que dure, según Paul Valery. Con estas líneas empieza el libro Modernidad Líquida, de Zygmunt Bauman.

El ser humano ha alcanzado su libertad y no sabe qué hacer con ella, no ha logrado entender que tanta libertad solo puede funcionar acompañada de responsabilidad. El resultado son vínculos humanos cada vez más difíciles, no existe la responsabilidad hacia el otro, la vida fluye, se premia a los que siempre están dispuestos a dejar compromisos y lealtades, según Bauman, las relaciones hoy en día se miden en términos de “costo y beneficio”.

La política boliviana es una gran exposición de la modernidad líquida. Todo es posible, como ser candidato a presidente de un partido político en el que nunca militaste, los candidatos no necesitan identificarse con la ideología del partido, solo utilizar el instrumento democrático para alcanzar el poder.

No se cuestionan los principios, no parece tener importancia la coherencia; la lealtad y el honor no están de moda. No se olvida el bochornoso acto de Edwin Rodríguez, que de un día para el otro, decidió cambiar de partido y de candidato; aun así, algunos políticos salieron a defenderlo, diciendo que las personas tienen derecho a cambiar de opinión.

Otro ejemplo es Evo Morales, que llegó al poder con el discurso de defensa de la madre tierra, pero que ha demostrado todo lo contrario; una muestra es el decreto que autoriza el desmonte y quema en los departamentos de Beni y Santa Cruz; los resultados son áreas protegidas destrozadas y la Chiquitania en llamas. Lo más lamentable es que no muestra interés en solucionar el desastre, ni siquiera lo reconoce.

La combinación de políticos con valores superficiales e incoherentes con la saturación de información nos pone al frente de una de las elecciones más confusas de la historia, sin olvidar la ilegal candidatura de Evo Morales. Es un gran reto para los ciudadanos tomar la decisión de por quién votar y no caer en el desencanto político.

Toda la confusión colectiva ha sido planificada y desarrollada por el autoritarismo, a la cabeza de Evo Morales, que entre sus principales objetivos tiene dividir el oriente boliviano. Como ciudadanos estamos llamados a ser más críticos y selectivos en lo que aceptamos y compartimos, especialmente, ser críticos con nuestros políticos, no aceptar cualquier improvisación política, actitud ilógica e inconsecuente con una posición anterior.