Opinión

Desafíos para el sector privado

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14 de marzo de 2019, 4:00 AM
14 de marzo de 2019, 4:00 AM

Las más importantes instituciones del sector privado están renovando sus directivas en un momento que también demanda que reasuman el rol fundamental que les toca jugar en esta coyuntura. Ellos saben que son un eslabón fundamental en la actual economía del país y Bolivia necesita su paso firme en este capítulo de la historia, construyendo las bases del desarrollo nacional.

La Confederación Nacional de Empresarios Privados, la Cámara de Industria y Comercio, la Cámara Agropecuaria del Oriente, la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo, la Cámara de la Construcción y otras han elegido nuevas directivas y esa renovación coincide en un momento en que la producción de materias primas tradicionales está en bajada, en el que se desnuda que se ha avanzado poco en la industrialización y mucho menos en la diversificación de la economía. Es en ese contexto que el país demanda nuevos bríos de la empresa privada.

Mucho se ha criticado a este sector en los últimos años, bajo el argumento de que aceptaron políticas gubernamentales adversas sin cuestionarlas y que se ocuparon de ganar dinero. También es cierto que los empresarios han sido vapuleados con políticas que frenaban su desarrollo: cupos para las exportaciones, banda de precios, fuertes presiones tributarias, el contrabando descontrolado, la inseguridad jurídica y, sobre todo, la política salarial que ha golpeado especialmente a los medianos y pequeños industriales.

Sin embargo, hay que destacar que, a pesar de las circunstancias difíciles, de un tiempo a esta parte, han desarrollado iniciativas y han demostrado que es posible ser creativo frente a la adversidad. Las alianzas público-privadas siguieron un camino que no fue sencillo, pero que va demostrando que es una vía a seguir para lograr la industrialización, diversificación y expansión de la economía. Se trata de las primeras de muchas acciones que pueden proyectar la generación de empleo y redistribución de la riqueza.

La empresa privada ha hecho planteamientos al Estado para mejorar las condiciones de producción en ese sector y el Gobierno debe escucharlos, porque ya Bolivia no tiene tanto gas, los precios internacionales de las materias primas han bajado y las empresas del Estado no fueron la solución que se había prometido. Es un momento difícil, pero puede convertirse en una oportunidad para despegar.

Además, esta coyuntura demanda que el sector sea innovador y modernice la tecnología de producción; que sea un canal de atracción de inversiones extranjeras; que genere riqueza sin afectar al medioambiente; que mejore permanentemente las condiciones para que el empleo formal gane terreno, desplazando la economía informal que tanto daño hace a las personas y al país. En suma, el mundo avanza a pasos agigantados y Bolivia no debe quedar en la retaguardia. Tenemos recursos, solo se necesita voluntad política y que el empresariado sea consciente de su rol, que lo asuma sin titubeos y desafiando las coyunturas políticas y los obstáculos que se pongan al frente.

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