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19 de junio de 2019, 4:00 AM
19 de junio de 2019, 4:00 AM

En días recientes, la presidenta del Concejo Municipal de Santa Cruz de la Sierra interpela a la ciudadanía planteando: “Debemos de cambiar de hábitos. Dejar de comprar de mi auto, estacionarme donde me da la gana …Agarrarnos a golpes”. Más aún, desafía indicando: “…es fácil criticar, pero den respuestas para ejecutar”, reiterando al recordar las acciones de ordenamiento de los mercados “No vi a nadie que apoye y, si lo hicieron, no fue de forma presente ni se manifestaron como ahora ante un hecho violento”.

En primer término, cabe destacar que naturalmente que compartimos la necesidad de construir una cultura ciudadana, entendida la misma como el grado de cumplimiento de un conjunto de normas de convivencia, expresadas en leyes o establecidas en el imaginario de una sociedad y sustentada en los niveles de cohesión de una comunidad.

Generar una cultura de convivencia ciudadana es una necesidad imperiosa, puesto que los reiterados estudios realizados por Captura Consulting y la Revolución Jigote en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra nos dicen que el Índice de Cultura Ciudadana solo alcanza a un tercio de la población.

Al respecto, los aspectos más valorados por las cruceños para la convivencia son participar en los procesos electorales, estacionar correctamente, respetar los semáforos, reclamar por la iluminación pública, pagar los impuestos, ser amable con los demás, evitar tirar basura a la calle y compartir con los vecinos. Mientras, evitar comprar en las calles, quemar basura, mantener limpias y cuidadas las aceras, cuidar el mobiliario urbano, respetar el derecho al descanso de los vecinos y separar la basura en el hogar son los aspectos valorados por debajo de la media establecida según los resultados de la encuesta.

Pero, por otra parte, cuando se consulta a los encuestados en qué medida cumplen con los factores valorados anteriormente y que hacen a la cultura ciudadana, tan solo el 36% manifiesta ponerlos siempre en práctica. Este bajo nivel de cultura ciudadana si bien es comprensible al tratarse de una ciudad, transformada aceleradamente en metrópoli fruto del crecimiento demográfico, al mismo tiempo es el resultado de escasas políticas públicas educativas que incentiven el cumplimiento de normas y reglas de convivencia.

Por ello es oportuno recordarle a la presidenta del Concejo Municipal que, desde el efímero Observatorio Municipal de Seguridad Ciudadana, el programa que se priorizó fue precisamente el de promover una cultura ciudadana con el propósito de generar pautas y hábitos de convivencia social armónica que incentive el sentido de apropiación de los espacios públicos de la ciudad, de ejercicio y respeto de los derechos ciudadanos mejorando los niveles de cohesión y participación social.

Es más, dicho programa aceleradamente contó con el concurso de las universidades, de las escuelas de padres, del Órgano Electoral, de las redes de instituciones sin fines de lucro, de Fejuve, del director departamental de Educación, los directores distritales, directores y docentes de las unidades educativas que con el impulsos de las subalcaldías y los consejos distritales de seguridad ciudadana iniciamos un movimiento preventivo educativo de situaciones de riesgo fortaleciendo los gobiernos estudiantiles como parte del ejercicio de ciudadanía, diálogo, convivencia formativa e inclusión social, desarrollando valores humanos y capacidad de resolución cooperativa de conflictos incentivados por la práctica restaurativa a través del futbol social o callejero y la apropiación de su entorno en la construcción de una convivencia pacífica y solidaria.

Aún este conjunto de actores que sintieron truncado su esfuerzo cooperativo para avanzar en la línea de la interpelación mencionada está a la espera de una respuesta de nuestra interpelante para generar un verdadero proceso de educación ciudadana como parte de una política pública municipal.

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