Opinión

De cultura y cambalache

El Deber logo
29 de diciembre de 2018, 4:00 AM
29 de diciembre de 2018, 4:00 AM

El año se va casi en blanco y negro. Las últimas noticias no son halagadoras. Retumban en mi cabeza cuatro hechos culturales de las últimas horas, discordantes. La inauguración de un centro cultural en la Villa Primero de Mayo con buena infraestructura, la aprobación y puesta de una ley de cine con entuertos y ‘chupliqui’; la estafa escandalosa de una funcionaria en la Alcaldía cruceña con cárcel y atropello, y la inauguración de una escuela de música en el Plan Tres Mil de la mano de monseñor Castellanos a punto de desacelerar los buenos hábitos de gestor cultural. De cal y arena, como la vida misma. Sinsabores de un año que baja y se pierde como el camino serrano, desandado y tupido.

Hoy, los buenos deseos de un feliz Año Nuevo y un próspero Carnaval hilvanan el deshilachado viernes, en el umbral del cierre de las páginas del último domingo del año.

Estos cuatro hechos nos pintan de cuerpo entero. El resumen de un año culturalmente político y políticamente cultural incorrecto. Si hablamos de políticas culturales, en el reverso del espejo encontramos las culturas políticas implementadas.

La primera, la construcción de un centro cultural en un barrio populoso es una buena, pero sin carne no hay churrasco; la infraestructura está, falta el programa que, a falta de pan, no son buenas las tortas.

En las alturas y en la Casa Grande del Pueblo, se aprueba una ley de cine, esperada y necesaria, pero que no cierra del todo. Una mezcla de sensaciones y apuros que cuesta tragarse el verso. Cineastas que cambian deudas por derechos y la inconsulta al sector dejan el vaso medio vacío de un anhelo postergado y otra oportunidad perdida.

Como si faltara acción y ante la premura del vertiginoso fin de año, vuela en pleno 24 de diciembre el despido violento de la número 1 de la cultura cruceña por estafa agravada y emisión de cheques sin fondos, terrenos vendidos e inexistentes, pero, además, fungiendo funciones diplomáticas de un país centroamericano y con denuncias de más de tres meses con el clásico ‘era un secreto a voces’. ¿No hay conflicto?, ¿no hay ruido? Esta vez la hoguera del infierno grande golpeó la puerta y Pilatos no quiso atender... por las dudas.

Y el cuarto nudo, la buena obra del genial hombre asturiano que inaugura una escuela de música con enorme perspectiva, no atiza la tristeza tras conocer su decisión de dejar de encabezar la Fundación Hombres Nuevos, esta loable labor de gestor, soñador, activista, impulsor y un largo etcétera.

Cuatro hechos que despiertan este insomnio amanecido. Un cambalache del siglo XXI que, como si fuese hoy, Enrique Santos Discépolo nos contó alguna vez.

Tags