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7 de abril de 2019, 4:04 AM
7 de abril de 2019, 4:04 AM

Los fenómenos inverosímiles suceden con la mayor naturalidad en nuestro país. Es inverosímil, por ejemplo, que se produzca una migración de personas en un número que iguala o supera a la población original de un lugar, como está sucediendo en pueblos de la Chiquitania. Yo creo que hasta los alemanes –que se han mostrado más hospitalarios que otros europeos frente a las olas migratorias– echarían el grito al cielo si a la tranquila ciudad de Wolfsburgo le llegaran de sopetón unos 100.000 sirios. Es que los impactos ambientales, económicos y sociales de semejante movimiento humano serían inconmensurables. Aquí no. ¡Dupliquemos la población de San Miguel!

Sigamos con las inverosimilitudes. Acabamos de aprobar el Sistema Único de Salud –el famoso SUS– mediante el cual los bolivianos tienen acceso gratuito a servicios médicos y pueden beneficiarse con 279 tipos de medicamentos gratuitos. Vale decir, que ya nadie en su sano juicio se atrevería a especular o a lucrar con un producto que los pacientes pueden obtener gratis. Pero no señor. Ahí están los falsificadores vendiéndonos cápsulas rellenas con harina, estuco y colorantes. Encargados del SUS: por favor no vayan a Desaguadero a hacer sus compras, porque eso ya sería la tuti.

Ahora nos dirigimos a toda mecha hacia las elecciones del 20 de octubre, con el pequeño inconveniente que el TSE está quedando desmantelado. Pero no interesa, pues ya hemos superado elecciones primarias sin elegidos ni electores. Entonces, ¿quién echaría de menos al árbitro electoral? Inverosímil. Y está el caso de la señora de 72 años sentenciada a no sé cuántos años de cárcel, mientras que los reos peligrosos entran y salen de la cárcel cuando les da la gana. Pero, un momento: eso no es lo inverosímil. Lo inverosímil es que los ministros de Justicia y de Gobierno se quejen de nuestra justicia y del régimen penitenciario.

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