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21 de julio de 2019, 4:00 AM
21 de julio de 2019, 4:00 AM

A ver, se dice que Óscar Ortiz perjudica a Carlos Mesa y que esos votos son los que en candidatura de esta fuerza electoral se necesitan para ganarle a Evo Morales o para forzar a una segunda vuelta.

Aunque, si la elección tiene solo dos candidatos con alta votación, difícilmente varíen esos resultados en la segunda vuelta. Revisando encuestas, a comienzo de año, Carlos Mesa tenía un potencial del 40%; ahora bordea el 25%, bajó un montón; Oscar Ortiz tenía un 4%, ahora tiene unos 12 puntos porcentuales; es decir que no se hizo de las voluntades que apoyan a Mesa; los indecisos y blancos se mantienen en el 24%; Evo Morales en un 32% y hay un 7% en las otras candidaturas (no son números exactos). Entonces, cualquiera que mire el panorama, puede coincidir con la idea de que Ortiz no lo baja a Mesa y que el segundo candidato sabe que hay dónde buscar votos: los indecisos son más que el espacio de Ortiz: repito, 24% es más que 15% (si es que Ortiz llega a esa cifra); y si Mesa busca sus votos ahí, digamos que arañe el 18%, pasaría el 40%, cosa que es posible si hace buena campaña, de manera que lo de Ortiz es secundario.

Yo soy de los que siempre ha creído en la tesis del mejor tercero; es decir, que la oposición debe llenar el espacio del tercer candidato; si hay quién recoja lo que no lleva ninguno de los dos primeros, además de sus votos propios, éste puede dar gobernabilidad en el Parlamento. Pero no, la idea irradiada por el mesismo político a todo el país es que la verdadera unidad se la consigue por la vía del apoyo incondicional a Mesa; es decir que no sirve solamente la mirada a los indecisos, sino que se quiere los votos del tercero (que tampoco votarán por Evo Morales). Se reclama que el tercero se vaya y no se le acepta que deje los votos a quien los pueda llevar, sino que, vencido, los entregue al opositor mejor colocado a cambio de nada. Derrota total, es lo que se exige.

Esas son las voces que se escuchan hoy: “Con tal que se vaya Evo”. Yo, que sigo viendo en la candidatura de Mesa un “masismo light”, una especie de tímido continuador de la política social y económica del evismo, me niego a apostar por una opción como esa. Además, tengo una visión desconfiada con relación al andinocentrismo representado por Mesa y Morales para con Santa Cruz y con las regiones que buscan sus propios espacios, arrancando poder al Estado; ello, por supuesto, más allá de los discursos. La opción Mesa se ha asentado en parte de Santa Cruz con todo derecho, es política y es democracia.

Ha logrado lo que pocos han hecho: encolumnó a sectores económicos poderosos tras del candidato, lo han hecho con mucha habilidad. Mesa logró que los enconos de los liderazgos y los grupos de poder local se abran y busquen espacios políticos, y tomen partido por él. En los hechos y de alguna manera, Mesa logró lo que no logró Evo en 13 años. Me dijo alguien a quien respeto mucho en sus análisis: “En unos cuantos meses, partió esa aparente unidad cruceña y los hizo enfrentarse entre ellos”; supongo que no está tan errado, pero no me estorba porque, reitero, es democrático Mientras, Oscar Ortiz y Rubén Costas creen que algo podrá pasar aún y tienen derecho de seguir; no me convence para nada esa idea de esperar que algo pase en vez de hacer que pase… Sabrán ellos. Igual no se van a bajar y arrancarán el voto de los que creen que da lo mismo votar por Carlos Mesa que por Evo Morales, porque tienen el mismo programa político. De ahí no van a salir los votos de Mesa, pero 24 es más que 15 ¿o no?

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