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18 de enero de 2019, 4:00 AM
18 de enero de 2019, 4:00 AM

La paz en Colombia parece imposible, pese al acuerdo del expresidente Juan Manuel Santos y las FARC en 2016. La explosión de un coche bomba con un saldo sangriento en la Escuela de Policía de Bogotá es una terrible señal de que el terrorismo sigue vivo y cuando ataca lo hace sin piedad. El ELN y los disidentes de las FARC no están dispuestos a bajar las manos y menos ahora con el presidente derechista Iván Duque, que se ha mostrado muy crítico con los acuerdos de su antecesor. Desde junio de 2017 que no ocurría un atentado como el de ayer, que merece la condena de todos los gobiernos y ciudadanos, sin importar ideologías. Hemos comenzado un año más difícil de lo previsto, no solo para Bolivia, sino para el mundo. Los radicales están en su salsa y la política muestra fracasos que derivan en estos hechos violentos.

Agrada ver al alcalde Percy Fernández cuando se pone firme en la defensa de la ciudad. Acaba de hacerlo con su reclamo por el SUS y recientemente con su llamado a una reunión con el presidente para corregir la lentitud en el aval gubernamental del financiamiento de importantes obras y servicios. Pasó un año sin avances y ha llegado la hora de reclamar con firmeza. Ciertamente que se ha visto afinidad entre el alcalde y el presidente, pero primero está Santa Cruz, una región a la que el centralismo le pide y le saca mucho pero no le devuelve en la misma proporción.

En medio de terribles denuncias, de dejadez de autoridades judiciales para procesar las acusaciones de violaciones en Mairana y de los nexos de un abogado torturador en Cochabamba, el ministro de Justicia ha intervenido para poner en su sitio a los malos funcionarios judiciales. Ojalá dure la intención y no solo busque un golpe de efecto, a pocos días de un posible cambio de gabinete.

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