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8 de febrero de 2019, 4:00 AM
8 de febrero de 2019, 4:00 AM

Pongamos definitivamente el foco en nuestros jóvenes y adolescentes. Después del destape de la llamativa “creatividad en los copies” en los exámenes de la universidad pública, el nuevo hallazgo es el de la “banda de los condominios” del Urubó, que protagonizó al menos 150 robos en menos de ocho meses. Son cinco los jóvenes detenidos a una todavía tierna edad, de entre 18 y 21 años. Todos son de esta región y amigos desde la infancia. Los unió esta vez el interés compartido de tener una vida fácil, a costa de los bienes de los demás y a un muy alto riesgo. Tanta creatividad junta para robar pudo tener otro rumbo si alguien de bien los hubiese orientado mejor para que, en vez de organizar una banda de ladrones, formen tal vez una exitosa startup, de aquellas como Apple que nacieron en el garaje de un gran joven líder de aquellos años, el ahora inolvidable Steve Jobs.

A propósito del descarriamiento juvenil, es muy probable que el problema tenga su origen en la descomposición de las familias y, también, en la pobreza y en la falta de oportunidades. En ese sentido, se acaba de conocer que de 1.043 personas que viven en situación de calle, hay casi 240 menores de 18 años y 77 son niños. Esto puede explicar por qué parece haberse disparado la delincuencia juvenil.

Se anunció “una pausa” en la búsqueda de una decena de desaparecidos hace una semana en Caranavi. Ha sido obligada por urgencia de trabajar en la habilitación del camino, lo que resulta comprensible pensando también en el bien mayor de todos los habitantes de la zona. Sin embargo, también es entendible la angustia y la demanda de los familiares de seguir la búsqueda. Los esfuerzos no pueden parar en ambos campos, incluso con apoyo internacional o de personal más experimentado.

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