El movimiento de los ‘chalecos amarillos’ mantiene la ola de protestas contra el Gobierno de Macron y el ‘impuestazo ambiental’. El Poder Ejecutivo ofrece diálogo y más medidas para frenar la protesta

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6 de diciembre de 2018, 2:00 AM
6 de diciembre de 2018, 2:00 AM

Se agrava el conflicto social en Francia y Emmanuel Macron tambalea, pese a su decisión de suspender el impuestazo ambiental que fue rechazado en las calles por el movimiento de los ‘chalecos amarillos’.

Los agricultores franceses manifestarán la próxima semana en todo el territorio para protestar contra el aumento de los gravámenes en el sector agrícola, dijo a la AFP el presidente del mayor sindicato agrícola de Francia, Christiane Lambert.

“No se ha fijado un día específico, será toda la semana”, dijo el líder de la Fnsea sobre estas huelgas, que se sumarán a la ola de protestas de los llamados chalecos amarillos que sacude Francia desde hace tres semanas.

El Gobierno francés dejó ayer la puerta abierta a hacer más concesiones al movimiento de los “chalecos amarillos”, incluyendo un posible restablecimiento del impuesto a la fortuna, para evitar a toda costa nuevos disturbios en el país.

El Poder Ejecutivo anunció la víspera la suspensión de un alza de los combustibles, así como la congelación de los precios del gas y la luz para frenar las protestas que sacuden a Francia desde hace tres semanas y que han derivado en la peor crisis de la presidencia de Emmanuel Macron.

Pero estas medidas parecían ser insuficientes para la mayoría de manifestantes. Solo dos depósitos de carburantes fueron desbloqueados tras los anuncios y las convocatorias a salir a las calles el sábado seguían en pie.

Éric Drouet, un portavoz de los chalecos amarillos, un colectivo que nació en las redes sociales y que debe su nombre a las prendas fluorescentes obligatorias en los vehículos, llamó a los franceses a congregarse el sábado “cerca de los lugares de poder: los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo o la plaza de la Concordia”, frente a la Asamblea Nacional.

El Gobierno quiere evitar a toda costa que se repitan las escenas de caos del fin de semana, cuando los manifestantes tomaron el Arco del Triunfo, montaron barricadas en el corazón de París y prendieron fuego a coches, ante la mirada incrédula de residentes y turistas.

Las autoridades quieren también impedir que la ola de protesta se extienda a otros sectores. Varios colegios de secundaria estaban bloqueados el miércoles, por tercer día consecutivo de una movilización para protestar contra la reforma educativa del Gobierno. Los agricultores también sopesan salir a las calles.

Piden estado de emergencia

El ministro del Interior, Christophe Castaner, instó a los manifestantes “responsables” a no congregarse en París el sábado y lanzó un “llamado a la calma”.

Líderes de la oposición, incluyendo Laurent Wauquiez, del partido conservador Los Republicanos, han pedido al Gobierno que imponga el estado de emergencia y que despliegue unidades del ejército para apoyar a la policía, en caso de nuevos desmanes.

En una muestra de la tensión latente, Macron fue abucheado e insultado el martes por la noche durante una visita sorpresa a una prefectura de policía en Puy-en-Velay, en el centro del país, que fue parcialmente incendiada el fin de semana.

Dieciocho meses después de su elección, la popularidad del joven centrista proeuropeo ha caído seis puntos. Apenas 23% de los franceses aprueban su gestión, su nivel más bajo.

Las llamadas protestas de los chalecos amarillos surgieron espontáneamente el 17 de noviembre en oposición al aumento de los impuestos a los combustibles, pero ahora refleja una exasperación social más amplia.

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