El expresidente de Uruguay brindó una conferencia ante miles de estudiantes universitarios, a quienes pidió que tomen la posta para renovar la política, evitar un holocausto ambiental y construir una sociedad menos desigual

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6 de agosto de 2019, 4:00 AM
6 de agosto de 2019, 4:00 AM

Pese a los 84 años que le pesan sobre las espaldas, José Mujica ingresa al salón Chiquitano de la Fexpocruz cual si fuera una estrella de rock. Al grito de “Pepe, Pepe, Pepe”, miles de estudiantes universitarios reciben al expresidente de Uruguay de pie y bajo un cerrado aplauso.

El mismo que se ha transformado en uno de los políticos más reconocidos de la región por su humanismo y su crítica frontal a los males de la sociedad contemporánea, se acomoda en la testera para brindar una conferencia sobre integración de América Latina organizada por la Universidad Gabriel René Moreno (Uagrm). Dos preocupaciones atraviesan su palabra: globalización y democracia.

Una, en avance arrollador por las fuerzas del mercado y la otra, en retroceso por la emergencia de la intolerancia, la concentración de la riqueza y la fragmentación social.

Cuando recibió a la prensa, Mujica se acordó del Patujú de Bronce que EL DEBER le dio en noviembre de 2014 tras nombrarlo Personaje del Año y agradeció al pueblo boliviano por tanto cariño compartido.

Dio un guiño a su “amigo Evo Morales” y remarcó que está en manos de los bolivianos el futuro de la democracia. El expresidente dijo la semana pasada en Montevideo que el Gobierno de Maduro se había transformado en una dictadura.

“No es sencillo lo que dije de Venezuela. No hay plaza sitiada que no genere este tipo de regímenes. Ninguna guerra se conduce con una Asamblea. Cuando estaban en peligro, los romanos nombraban a un dictador. Cuando las papas queman, siempre se concentra el poder. No defiendo ni acuso a la dictadura.

Una sociedad cercada por todos lados genera este tipo de problemas. Pasa en Venezuela o pasa en cualquier lado”. Así como rechaza la concentración de poder en Venezuela, también denostó las sanciones económicas contra el país caribeño. A Francisco Franco, recordó, no le hicieron nada.

“Pero el pueblo español pasó hambre, los que estaban a favor y los que estaban en contra. Las sanciones sirven para hacer sufrir a los más débiles”, afirmó.

Mujica remarcó: “La democracia está medio arruinada en todas partes. Quizás por la concentración excesiva de la riqueza. Podemos tener gente cada vez más rica y podemos tener democracia. Pero no podemos tener las dos cosas juntas.

Toda concentración econó- mica excesiva es un peligro para la democracia. La democracia tiene su fragilidad, en ningún lado es perfecta, pero como decía Winston Churchill: ‘Es la mejor porquería que hemos inventado’”.

Consultado sobre la decisión de Evo Morales de impulsar su reelección pese al referéndum del 21 de febrero que le dijo No y sobre el estado de la democracia en Bolivia, Mujica afirmó: “No tengo que decirle nada a los políticos bolivianos. Ustedes tienen que decidir por su

propia cuenta. Yo no puedo decir nada sobre el proceso boliviano, mal amigo sería si lo hago.

No estoy en ese pleito, los bolivianos tienen que decidir. Evo es amigo mío de hace años, pero lo que va a hacer Bolivia es un problema de los bolivianos”, destacó.

Mujica llamó a los latinoamericanos a salir de los encierros y podamos andar un poco más juntos para hacer algo en este mundo. “Los europeos nos dieron una lección cuando se juntaron pese a cientos de años de guerras y divisiones.

El mundo se está organizando en grandes conglomerados, y no nos queda otra que unirnos. Necesitamos una voz en común”, afirmó.

Mujica dijo que hoy vemos, peligrosamente, el malestar de los sectores de clase media por el estancamiento de sus ingresos que, en algunos países, se ha canalizado a través del voto de ultraderecha, como en el caso de Donald Trump, en EEUU, o el Brexit en el Reino Unido.

Es el tiempo de la intolerancia con los migrantes y los musulmanes, la concentración de poder y el retroceso de la democracia.

“Esto produce brotes de chauvinismo y de violencia racial”. Según Mujica, las grandes compañías corporativas están arrasando con todo y ponen en duda el poder de los Estados, porque apuntan a la concentración de la riqueza.