El movimiento prodemocracia teme una feroz represión como la ejercida el 4 de junio de 1989 en la plaza de Tiananmen

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17 de agosto de 2019, 4:00 AM
17 de agosto de 2019, 4:00 AM

El movimiento prodemocracia hongkonés afronta un fin de semana crítico, para el que convocó nuevas protestas tras los enfrentamientos en el aeropuerto y bajo el fantasma de una inminente intervención militar china.

La megaló- polis del sur de China vive su peor crisis en los últimos veinte años, con manifestaciones casi diarias. Este movimiento se ha convertido en todo un desafío para el control de Pekín sobre Hong Kong, retrocedido al gigante asiático por el Reino Unido en 1997.

Las autoridades chinas endurecieron en los últimos días su posición asimilando las protestas con el “terrorismo” y asegurando que no se quedarán “de brazos cruzados”.

Medios estatales chinos difundieron imágenes de soldados y tanques en Shenzhen, la metrópolis china fronteriza a Hong Kong. Washington advirtió a Pekín ante una acción militar que, según los expertos, tendría consecuencias desastrosas en términos de imagen y también a nivel económico.

Evitar un nuevo Tiananmen

El diario nacionalista chino Global Times, publicado en inglés, aseguró que una eventual intervención armada en Hong Kong no resultaría una repetición de la masacre de Tiananmen.

“El incidente en Hong Kong no será una repetición del incidente político del 4 de junio de 1989”, indicó el diario refiriéndose a la represión en Tiananmen, un tema tabú en China.

Además de la amenaza militar, Pekín también acentuó la presión sobre el poderoso sector empresarial hongkonés. El director general de la aerolí- nea Cathay Pacific, Rupert Hogg, presentó su dimisión, después de que algunos de sus empleados apoyaron las manifestaciones.

El hombre más rico de Hong Kong, Li Ka-shing, hizo un llamado a la paz con la publicación de un artículo en la prensa en el que citó varios versos poéticos y utilizó un lenguaje ambiguo. Las manifestaciones, que sacaron a las calles a millones de personas, comenzaron en oposición a un proyecto de ley que habría permitido las extradiciones a China continental.

Pero después se transformaron en una protesta más amplia en defensa de las libertades democráticas y contra la influencia de Pekín en el territorio.

Tras no haberse pronunciado sobre esta cuestión durante semanas, lo que hizo que le acusaran de mantener una posición indulgente respecto al régimen chino, el presidente estadounidense, Donald Trump, dijo el jueves que estaba “preocupado” por el riesgo de una represión violenta, que podría empeorar aún más las relaciones entre China y Estados Unidos, inmersos en una guerra comercial.

Trump también anunció que tenía previsto hablar “pronto” con su homólogo chino Xi Jinping y exigió a Pekín que resolviera “de una forma humana el problema en Hong Kong”.

Además, el dirigente republicano aseguró en Twitter que si Xi Jinping “se sentara con los representantes (de los manifestantes), no tengo ninguna duda de que podría resolver el problema muy rápidamente”, “en 15 minutos”.