Unas 250.000 personas fueron evacuadas por el peligro. El fuego destruyó unas 6.400 viviendas en la ciudad de Paradise. Los bomberos están sobrepasados por la inmensidad de las llamas. Declaran emergencia en las zonas afectadas por el fuego

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13 de noviembre de 2018, 5:00 AM
13 de noviembre de 2018, 5:00 AM

Las autoridades y servicios de emergencia elevaron a 228 la cifra de desaparecidos en la zona afectada por el gigantesco incendio que quema desde el jueves el norte de California (EEUU) y que, junto a otro fuego en el sur, ha causado al menos 31 muertos. Miles de bomberos fueron movilizados. Los incendios continúan fuera de control.

Las labores de búsqueda prosiguieron ayer, con mejores condiciones según los pronósticos meteorológicos, ya que se espera que los vientos amainen.

Según información del Departamento de Bomberos del Condado de Butte (Calfire), el incendio bautizado como ‘Camp Fire’, además de cobrarse la vida de por lo menos 29 personas y dejar heridos a tres bomberos, ha arrasado ya cerca de 45.000 hectáreas, 6.450 viviendas y 260 comercios.

El alguacil del condado de Butte, Kory Honea, precisó que los seis últimos cuerpos fueron localizados en la localidad de Paradise.

El Camp Fire, contenido en un 25%, ha arrasado casi por completo Paradise, de 26.000 habitantes, a unos 280 kilómetros al noreste del área de la bahía de San Francisco, donde desde el jueves se mantiene activada la alerta roja por la mala calidad del aire a causa del humo proveniente del incendio.

Este siniestro es de los más mortíferos que jamás haya experimentado el estado más poblado de Estados Unidos, junto al de Griffith Park en Los Ángeles en 1933 (29 muertos) y el de Oakland Hills en 1991 (25 fallecidos).

Los otros dos fallecidos se produjeron en el incendio ‘Woolsey’, que se encuentra en la zona norte de Los Ángeles.

Bomberos apuran tareas

Miles de bomberos luchaban por quinto día consecutivo para contener los incendios en California, mientras se pronostican fuertes vientos en la región.

Unos 4.500 bomberos de lugares lejanos como del estado de Washington y Texas han estado trabajando para poner freno al avance de las llamas mientras equipos de búsqueda respaldados por antropólogos y un laboratorio de ADN intentan identificar restos, a veces reducidos a no más de fragmentos de hueso.

Los automóviles que quedaron atrapados en las llamas fueron reducidos a esqueletos de metal, mientras que las pilas de escombros arden en el lugar donde antes había residencias, de las que ocasionalmente queda una pared de ladrillo o una chimenea.

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